Al arribar el último trimestre de este agónico año 2024, Cuba parece un barco a la deriva. Un navío fantasma que no sabe si va al pairo o se hunde. Sin ancla y sin velas, zozobra en un mar de contradicciones que zarandean al pueblo cubano con medidas y contramedidas, con rectificaciones y distorsiones, con controles y descontroles. Cuba agoniza sin saber a dónde va.
Nunca ha sido tal la incertidumbre y el vacío. Nunca ha sido tal el nivel de la estampida y la represión. Nunca habíamos sufrido el hambre, la falta de libertad, el deterioro de la salud, la educación, la electricidad, el agua, el transporte, todo.
Pero, más allá y peor que todo esto, es la falta de proyectos consensuados para ser una nación libre e independiente. Pareciera como si en medio del naufragio el afán estuviera en salvar algunas tablas del navío. Tablas desprendidas del desastre para favorecer un “sálvese el que pueda”. Escapar es siempre un proyecto individual. “Inventar” para ir tirando hasta que pase algo es siempre un proyecto individualista.
Resulta que un proyecto que se presentó como social ha provocado en su fracaso una desintegración individualista de la nación cubana. Cuba es hoy más individualista que nunca en su historia. Salvando los pequeños gestos entre familiares, vecinos y amigos. La esencia humana es siempre relacional.
Sin embargo, estructuralmente, todo tiende a la estampida individual. Lo que debía unir, dividió. Separó a la familia, a los amigos, a los cubanos en buenos y malos por decreto ideológico o de poder. En nombre de la unidad y de la independencia nacional lo que se ha logrado es desmigajar al país y hacerlo, más que nunca antes, dependiente de las remesas, de las donaciones, de las alianzas geoestratégicas.
Debemos preguntarnos: Cuba, ¿quo vadis?
En efecto, lo grave es que no sabemos hacia dónde vamos. Y cuando no se sabe el rumbo ni el camino se marcha directo al abismo. Tal pareciera que estamos dando tiempo para ver qué pasa en Venezuela, qué pasa en Estados Unidos, qué pasa en Rusia, qué pasa en China… Así no se podrá salir jamás de este sin vivir.
Los cubanos no tenemos que esperar por nadie. Los cubanos de la Isla y de la Diáspora tenemos todo lo que necesitamos para cambiar, para reconstruir el país, para hacer próspera y feliz a la Nación. Los cubanos tenemos el talento, los conocimientos, el carácter emprendedor, la laboriosidad, la tenacidad que el país necesita para erguirse por sí solo. Los cubanos de la Diáspora tienen el entrenamiento, el amor a su Patria y los recursos e inversiones necesarias y suficientes para levantar a Cuba en unión con sus familiares y amigos que viven aquí.
Los cubanos tenemos también pensamiento, visión y propuestas para el futuro en cada uno de los sectores de nuestro país. Hay estudios y proyectos. Hay cubanos pensando Cuba. Previendo, adelantando, preparando el futuro para no improvisar, para no caer en los mismos errores, para precaver los peligros del narcotráfico, de la corrupción, de las mafias, de la inseguridad ciudadana, de nuevos autoritarismos y populismos, para evitar nuevos mesianismos y “paraísos” terrenales.
Cuba tiene todo lo que necesita para cambiar y reconstruir la nación. Lo que no tiene es libertad y responsabilidad.
En efecto, sin libertad nada de lo que Cuba tiene puede construir un futuro democrático y próspero, puede expresarse, ni ponerse a trabajar, ni tomar las riendas del país, ni consensuar un proyecto de nación que sea fiel a sus raíces y, al mismo tiempo, abierta a los desafíos del mundo contemporáneo. Es un crimen que, teniendo todo lo que tienen sus hijos aquí y allá, Cuba esté agonizando por falta de libertad.
Pero también, habría que reconocerlo, Cuba anda sin rumbo ni futuro por falta de responsabilidad. Sí, lo que Cuba, los cubanos, estamos sufriendo, es responsabilidad de todos y de cada uno de los cubanos, los que vivimos aquí y los que viven dispersos por el mundo. Detengámonos a pensar: todo lo que ha pasado, lo que hemos permitido, lo que no hemos hecho, lo que hemos hecho mal, lo que hemos decidido sin pensar en Cuba, todo eso, es responsabilidad de cada cubano. Hasta que no lo reconozcamos seguiremos cayendo en el abismo. Estamos así por responsabilidad de todos.
Por eso, debemos hacernos, cada uno de nosotros, esa misma pregunta: Cuba, ¿a dónde vas? Esto equivale a que cada uno de los cubanos nos preguntemos: ¿A dónde tú vas? ¿A dónde quieres que Cuba vaya? ¿En verdad te interesa Cuba? ¿Qué estás aportando, desde lo pequeño, desde lo posible, para que Cuba se levante y sea libre, próspera y feliz?
Entonces cuando cada cubano se responda estas preguntas sinceramente, a sí mismo y a los demás, tendremos la respuesta de hacia dónde irá Cuba. Porque Cuba somos cada uno de nosotros.
Pinar del Río, 8 de septiembre de 2024
Fiesta de la Virgen de la Caridad del Cobre
Madre, Reina y Patrona de Cuba