Un joven camagüeyano, alegre y pacífico, que caminaba de noche por su ciudad, pensando en su música o su novia, fue acuchillado de improviso, con alevosía y sin piedad ninguna, solo porque tuvo la mala suerte de cruzarse en la calle con otros jóvenes que caminaban pensando en cómo matar. Así, sin más. Exactamente lo mismo que nos puede pasar a cualquiera de nosotros, de nuestros hijos, hermanos, padres o amigos.
Pero ese mismo fin de semana fueron atacadas otras personas en Camagüey. Días antes, una persona fue apedreada por otras en un parque de Pinar del Río, hasta que le acertaron en la cabeza y lo mataron. En un matorral de la costa de Matanzas, apareció picado por las auras otro joven que trataba de salir del país y terminó con un balazo en el pecho, disparado por un policía que se jacta de su puntería. Semanas atrás, por la televisión, en medio de eventos importantes, todos vimos a deportistas cubanos caerle a batazos en pleno terreno a quienes discreparon de sus jugadas, y a militantes políticos agredir a personas que caminan con flores en sus manos. En ninguno de los casos ha habido castigo público y contundente para todos esos violentos. En estos momentos, mientras se redacta este texto, una mujer yace en una funeraria de Camagüey, macheteada por su antiguo amante.
Cualquiera de nosotros ha sido testigo de violencias de todo tipo en la escuela, el barrio o la calle; en fiestas, playas o transportes públicos; contra hombres, mujeres u homosexuales; contra jóvenes o ancianos; contra conductores de bicicletas o árbitros de juegos de pelota; por culpa del alcohol, las otras drogas, la incomunicación, la falta de respeto al otro, el machismo, el deseo de robar, la intolerancia política, la escasez de recursos básicos… Hay violencia en Camagüey, y en Cuba, y no para de crecer. Cada vez más personas acuden a resolver sus problemas o frustraciones con violencia. Y lo peor es que después de cada golpe, no pasa nada que garantice el fin del fenómeno. Algún día nos puede tocar a nosotros, si no damos pasos fuertes para frenar tanta violencia.
Para llegar a ese punto el país necesita:
1- Cambios inteligentes y profundos en las políticas educativas, en función de estimular el culto a la no violencia y el respeto al otro, en los sitios de la vida donde la persona construye su sicología y sus valores: en la familia, en primer lugar, y en la escuela y el barrio, como extensiones naturales de la vida de cualquier niño.
2- Espacios y oportunidades para que se fortalezca la sociedad civil en Cuba, sobre todo en los grupos y sectores donde la violencia cobra más víctimas -mujeres, jóvenes, homosexuales- o gana más practicantes -barrios marginales, cárceles, grupos juveniles. Una sociedad civil fuerte, independiente, dinámica, abierta y plural es la más efectiva forma en que los ciudadanos pueden actuar para construir una Cuba de paz, de no-violencia.
3- Estrategias públicas de divulgación y empoderamiento individual, que permitan que cualquier persona en cualquier lugar pueda ser un ciudadano activo y eficaz contra la violencia, a través del uso de las tecnologías, de la informatización policial, gubernamental y judicial, de la divulgación de las leyes, los juicios, las condenas y el cumplimiento de las sentencias, del conocimiento sicológico, y de todas las herramientas del estado que permiten frenar o castigar situaciones de violencia.
4- Un sistema policial más eficiente, trabajador y limpio, que deje de perseguir al cubano que protesta o al que trae escondida carne de res, y se concentre en perseguir al violento, al que pone en peligro la salud, la vida, los bienes o la paz de los demás. La policía debe vigilar a todos los violentos, y proteger con inteligencia y firmeza a los más amenazados por la violencia.
5- Un sistema judicial más fuerte, justo, dinámico y transparente: juicios limpios para todos, pero sanciones fuertes para los culpables de violencia, y cumplimiento estricto de las condenas, que separen el mayor tiempo posible a los violentos de esa mayoría de ciudadanos que no lo somos.
6- Un sistema penitenciario humano y eficaz, donde la violencia no sea un modo de sobrevivir ni lo que más fácil se aprende, sino todo lo contrario; un sistema del que estemos seguros que no saldrá en libertad ningún violento con ganas de repetir sus conductas anteriores.
7- Leyes de prensa y actos claros del gobierno y las otras instituciones estatales que garanticen más libertad, profesionalidad y seguridad a todos los medios de comunicación para investigar, describir, cuestionar y solucionar el problema de la violencia en Cuba.
8- Controles fuertes contra la producción, el tráfico y el consumo de drogas, y restricciones para la venta de alcohol y el acceso a lugares públicos o zonas recreativas a personas con comportamientos o antecedentes penales violentos.
9- Penalización y control exhaustivo del porte de armas en espacios públicos, incluso de las armas blancas y similares, y eliminación y castigo de la fabricación, posesión, tráfico y venta de armas de fuego y sus municiones, o armas blancas de uso no laboral, por parte de cualquier persona o institución dentro del país.
10- Por último, y para que todo lo anterior sea posible a corto plazo y surta efecto a largo plazo, necesitamos debates y cambios profundos en la vida general del país, en sus condiciones políticas y económicas, de manera que los cubanos nos convirtamos en ciudadanos con libertad, empoderados, y con voluntad y conocimiento para construirnos nosotros mismos -y dejarles a los que vienen después- un país próspero, y en paz.
Henry Constantín Ferreiro (Camagüey, 1984).
Miembro del Consejo de redacción de Convivencia y coordinador del proyecto de medios de comunicación La Hora de Cuba. Expulsado por problemas políticos de los estudios universitarios en Cuba en tres ocasiones. Graduado del Curso de Técnicas Narrativas del Centro Onelio, participante en el concurso Hispanoamericano de Ortografía Bogotá 2001, ganador del concurso en Twitter “Expresarte”, del premio Convivencia al Mejor Guion Audiovisual y de la beca “Somos un solo pueblo”, en el Miami Dade College. Textos suyos han sido publicados en medios de prensa cubanos y extranjeros.