Una nueva visión de proyecto educativo para Cuba debería tener en cuenta las siguientes dinámicas de relación:
1. La primacía de la persona humana: la persona como centro de las relaciones
La relación debe ser personalista, es decir, que todo el proceso educativo esté encaminado a la formación respetuosa, liberadora y solidaria de la persona; lo que acompañará su propio proceso de crecimiento humano. Ese acompañamiento debe significar: despertar y estimular su conciencia crítica; facilitarle los instrumentos para el discernimiento y las opciones; compartir el depósito, el acervo cultural para que la experiencia y la sabiduría de las anteriores generaciones le sirvan para su propia orientación ética y cívica. Ni la escuela, ni la Iglesia, ni el Estado, ni la propia familia pueden violentar el derecho primordial e inalienable de la persona humana.
2. El derecho prioritario de la familia: la familia, primer círculo de relaciones
La segunda dinámica de relación entre la familia, la escuela, la Iglesia, el resto de la sociedad civil y el Estado se establece por el reconocimiento, el respeto y la promoción de la familia como primer sujeto-protagonista del proceso educativo. La relación debe tener presente:
Primero que todo, que la familia asuma su responsabilidad, los medios para ejecutarla y que no haga dejación de ella por ninguna razón.
– Que el Estado respete, en la práctica cotidiana, y en las leyes, decretos ministeriales, reglamentos escolares, el derecho primordial de la familia frente a la escuela, la Iglesia, el Estado.
– Que la escuela, la Iglesia y el resto de la sociedad civil organicen sus propios espacios y actividades, con la libertad y el respeto requeridos, así como los espacios comunes, medios y métodos, de modo que favorezcan el protagonismo prioritario de la familia, es decir, su participación activa y sistemática en la educación.
3. El carácter subsidiario de la escuela, la Iglesia, la sociedad civil y el Estado
Otras de las dinámicas fundamentales de relación entre los agentes educativos es la subsidiaridad, que debe formar parte de toda la dinámica social y no solo de las relaciones entre la familia, la escuela, la Iglesia y el Estado. Se entiende por subsidiaridad aquel principio por el cual toda instancia igual o superior debe hacer solo y todo lo que no pueda hacer una instancia igual o inferior por sí misma.
Entonces, respetando el orden de prioridades, las relaciones de subsidiaridad consistirían en:
– Que el Estado no debe asumir ningún papel, función o servicio que pudieran hacer por sí mismos la persona, la familia, la escuela, la Iglesia o la sociedad civil.
– Que las organizaciones de la sociedad civil no deben asumir ningún papel o servicio educativo que la Iglesia, la escuela, la familia o la propia persona no puedan asumir por sí mismos.
– Que la escuela y la Iglesia no deben asumir ningún papel, función o servicio educativo que la familia no pueda asumir por sí misma.
– Que la propia familia no debe asumir ningún rol que la persona no sea capaz de asumir por sí misma-
4. El carácter complementario y solidario de la familia, la escuela, la Iglesia, la sociedad civil y el Estado
En otras palabras, entre la persona y la familia deben complementarse mutuamente los esfuerzos por una formación más plena e integral. Entre la familia y la escuela deben establecerse espacios reales, viables, evaluables, de cooperación y complementariedad para ayudar al crecimiento y desarrollo pleno de la persona.
Entre la escuela, la Iglesia y el resto de las organizaciones de la sociedad civil deben establecerse canales estables y practicables de solidaridad y cooperación en el proyecto educativo y el desarrollo de toda la sociedad. En fin, entre la familia, la escuela, la Iglesia, el resto de la sociedad civil y el Estado debe crearse un marco legal e institucional que cree un clima favorable a la cooperación respetuosa y pluralista, que dote a la persona y a su familia de los mecanismos judiciales de protección de sus derechos y de facilitación de sus deberes con relación a la educación.
Estas dinámicas de relación deben ser tenidas en cuenta a la hora de valorar el papel de la familia y todos los actores sociales en la importante tarea que es la educación.
- Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
- Licenciado en Microbiología.
- Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
- Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
- Responsable de Ediciones Convivencia.
- Reside en Pinar del Río.