“Dicen, dicen, dicen…”

El derecho del pueblo cubano a ser informado.
Por Livia Gálvez
“Algo tiene que estar pasando”. “Chica, busca en los periódicos del mundo, a ver qué dicen sobre nosotros”. Todo el tiempo se nos oculta información, o nos llega a medias, o nos llega tarde, o no nos llega. Los medios oficiales, en muchos casos, no dan noticias, y lo peor, hacen como si nada estuviera pasando. Es un total irrespeto a las personas. Los cubanos vivimos basados en rumores. Y es que no nos queda otro remedio. Estamos en una cuerda floja y hay que sujetarse.
Ejemplos son los que se sobran: “dicen que ya no venderán más yogurt de soya a los niños mayores de 7 años (a los que ya no le venden leche), ahora tendrán derecho a una bolsa de polvo de frozzen.”; pero dicen también que esa situación es temporal porque lo que pasa es que no hay materia prima en estos momentos. No se sabe. Nadie, por lo menos que yo sepa, ha dado la información oficial. Aunque tenemos por experiencia que la palabra “temporal” no tiene el mismo significado para los que dirigen nuestro país que para nosotros, aferrémonos a la última versión, le sugiero yo, hagámonos la idea de que “temporal” puede ser un tiempo relativamente corto y no 45 ó 50 años, para no dejar que la desesperación nos lleve a querer robarnos la leche, o en el peor de los casos, la vaca. Paciencia, somos ciudadanos de bien.
Ante la epidemia A H1N1: Un lunes “dicen que hay que usar los nasobucos en las escuelas (los que hay que comprar a 6.50 Moneda Nacional o también en divisa), para evitar el contagio; el martes ya estaba prohibido usarlos en las aulas. “Dicen que van a suspender el curso escolar (muchos nos preguntamos qué están esperando para tomar la decisión). Dicen que van a poner multas en la calle, pero no se sabe si será a quienes tienen los llamados nasobucos o a quienes no los tienen. En realidad no sabemos por los medios oficiales qué situación real tiene el país, cuántos fallecidos, cuántos enfermos. Por supuesto que no sabemos qué hacer. Esta desinformación ha provocado en muchos casos, el descuido de las personas; el que mucha gente piense que no es tan grave como en un momento se dijo, que nos quieren tener entretenidos en algo porque “otra cosa se está cocinando”, y por otro lado hay quienes ya están bajo prescripción médica producto de la desesperación y el estrés.
Estos son dos ejemplos actuales, pero para nadie es un secreto que los cubanos hace 50 años que vivimos de rumores que a veces son lanzados a la calle por el mismo gobierno para ver la reacción del pueblo. Reuniones que quieren hacernos ver como que son ocultas, con personas escogidas, militantes del PCC, altos dirigentes, en fin, toda una película de misterio que envuelve una situación cualquiera, pero de la cual desde el pi al pa, todo el mundo se entera. ¿Qué piensan de nosotros? ¿Cómo pueden irrespetar a las personas de este pueblo de esa manera? Esto, sin duda alguna, viola los más elementales derechos ciudadanos y descubre la horrorosa manipulación de la que somos víctimas.
Las autoridades cubanas, tienen el deber de respetar nuestro derecho de acceder a todo tipo de información venga de donde venga, y están en la obligación de crear y permitir el surgimiento de espacios informativos, con datos reales, sin manipulaciones, con todo lo que acontece en nuestro país y fuera de él. La verdad a medias nos ofende tanto como una burda mentira. Ocultar conscientemente información por miedo al propio perjuicio es un delito de marca mayor y no debemos permitirlo.
Nosotros, como pueblo, debemos exigir nuestro derecho a ser informados correctamente, sin que nadie nos pase la información por un “colador” cerrado a las verdades. Tenemos ese derecho. Nadie nos lo da ni tiene autorización para arrebatárnoslo. Tenemos derecho a practicar el ejercicio de la libre expresión y de la transmisión libre de pensamiento. La verdad se abrirá camino y nos hará libres, pésele a quien le pese. No puede un pueblo que se respete a sí mismo, vivir haciendo caso a los rumores, que ya sabemos que distorsionan la realidad y nos desvían del buen camino, que casi nunca será el más fácil, pero al cual tenemos derecho. Es hora de que nos respeten como pueblo y de que nos hagamos respetar. Dios quiera que en un futuro sean cada vez menos las ocasiones en que tengamos que decir “dicen, dicen, dicen”. Dios quiera, pero que también queramos los cubanos.

Livia Gálvez Chiu (Pinar del Río, 1971)

Licenciada en Contabilidad y Finanzas
Reside en Pinar del Río
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