¿Descentralización total o arbitrio localista?

Yoandy Izquierdo Toledo

Jueves de Yoandy

La situación epidemiológica de Cuba es compleja: a más de un año de reportarse los primeros casos de Coronavirus en Cuba, el país sigue sin aplicar vacunas de forma masiva, y la incidencia de Coronavirus aumenta. Si en 2021 lamentábamos la muerte de pocas personas, hoy ya son mucho mayores las pérdidas a consecuencia del virus. Al final, todo ello habla de la eficacia de las estrategias seguidas para la contención de la pandemia.

Como dice un amigo, y profesor de mis tiempos de pregrado en la Facultad de Biología: la pandemia no se va a vencer con propaganda, sino con vacunas. Y es muy bueno y loable que Cuba haya desarrollado candidatos vacunales autóctonos, pero también es necesario evaluar la gestión completa de la situación de crisis que incluye, obviamente, otros factores esenciales que van más allá de la campaña de vacunación.

La gestión de la pandemia -como se suele escuchar en la ciudadanía de a pie- ha sacado lo mejor y lo peor de las personas. Por un lado, hemos vivido muchos gestos que son dignos de admirar: la solidaridad, la entrega voluntaria para ayudar a los más vulnerables, una apreciación más fuerte del regalo que representa la vida humana, y la exteriorización de determinados valores convertidos en actitudes humanas positivas. Por otro, y a la par, se ha exacerbado en algunos “la cultura del sálvese quien pueda”, aquella mentalidad de que si la situación personal propia está resuelta, no importa lo que padecen los demás, el incremento de la violencia ante la necesidad básica de adquirir alimento o medicina,  y el relativismo que conduce a actitudes inmorales.

Este hecho de sacar lo mejor y lo peor de cada persona, también se traspasa a la sociedad que mimetiza este comportamiento a escala social. La pandemia ha agudizado la crisis que ya venía sufriendo el país, el gobierno ha tomado decisiones postergadas durante años (como el “ordenamiento monetario”) en coyunturas difíciles que afectan directa y duramente la vida de los cubanos. La pandemia ha puesto al descubierto el desabastecimiento que existe en un país con amplias superficies de tierras cultivables, y rodeado de mar, con capacidad para autoabastecerse, pero incapacidad para gestionar la supervivencia desde que fue experimentada, por primera vez, la dependencia exterior. Desde hace mucho tiempo escuchamos la cacareada frase de “sustitución de importaciones”, pero lo que constatamos es que dependemos de cualquier moneda extranjera.

Otra de las acciones derivadas de la pandemia del Coronavirus es la activación de los Consejos de Defensa Provinciales y Municipales, instituciones creadas para ser activadas en situaciones especiales como esta; cuya regulación y funciones aparecen legisladas. En el espíritu de parecernos a una democracia -aunque la realidad vaya por otro lado que la letra, y las acciones lo confirmen- el gobierno dice que estos “aparatos gubernamentales” han ganado en independencia, como es debido. Pero en un Estado como el cubano, “artífice de la justicia y la igualdad social” todos somos iguales. Entonces, por ejemplo, si el Consejo de Defensa Provincial de Pinar del Río toma una decisión, la consulta con el Grupo Temporal de Trabajo (Nacional) y es aprobada, si es una decisión tan positiva debería aplicarse en el resto del país. Con más razón en otras provincias, donde la incidencia de la COVID-19 es mayor, pero las medidas son menos restrictivas. Así es que en Pinar del Río, según las cifras más recientes ofrecidas el 5 de mayo, fueron reportados 8 casos positivos a la COVID-19, mientras que en la capital la cifra es de 590 casos de los 1010 informados en el día de ayer. Hago esta comparación porque con la baja incidencia que está teniendo mi ciudad pinareña, y la elevada positividad al Coronavirus en La Habana, las medidas aplicadas en ambas provincias son muy diferentes. Pinar no tiene transporte público hace demasiado tiempo, y las restricciones aumentan hasta entregar una tarjeta de movilidades ciudadana por hogar para garantizar que solo una persona salga a la calle mientras las colas siguen amontonando personas luchando por la supervivencia.

Algunas preguntas vienen a mi mente y no encuentro respuestas creíbles:

¿Por qué a La Habana se le da un trato más liberal que a “las provincias”? ¿Será una discriminación basada en un criterio segregacionista de que “la gente en provincia es más mansa” y de que “la gente en La Habana sí se tira para la calle”?

¿Será que detrás de estos confinamientos, además de “cuidarnos” de la pandemia, estamos “ahorrando” de todo porque el modelo económico no es capaz de una soberanía alimentaria, energética, productiva…?

¿Será que todo depende ahora de la “iniciativa” de los jefes locales, que sin encuestas y sin permitir medios independientes en el sistema comunicacional, nos hacen creer, como si no oyéramos, ni viéramos, ni observáramos, que esas medidas extremas de confinamiento han sido solicitadas “por el pueblo”?

¿Será que han escuchado esa “petición” del pueblo y todas las otras peticiones y necesidades se han topado con oídos sordos, dígase comida, medicamentos, agua, aseo, materiales de construcción, ambulancias, transporte, y una larga lista que no ha sido respondida?

Dejo a la reflexión de cada cual la búsqueda de respuestas veraces y convincentes, y no discursos que se han divorciado de la realidad cotidiana.

Una de estas realidades constatables e irritadoras es la diferencia abismal del trato que se está dando a la pandemia en Pinar del Río con menos de 20 casos hace días, y La Habana con más de 500 casos y creciente número de muertes hace bastantes días. 

¿Llegó la descentralización total o el arbitrio localista? ¿O será apretar más donde la gente aguante más?

Cada cual encontrará sus propias respuestas. Varela fue el primero que nos enseñó a pensar con cabeza propia.

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsable de Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.

 

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