DESCENTRALIZACIÓN EN LA ELABORACIÓN DEL PLAN, UN PASO MÁS EN BUENA DIRECCIÓN

Miércoles de Jorge

La crisis de la economía es visible, e indetenible a menos que se emprenda un proceso de reformas que vaya más allá de las implementadas por el gobierno de Raúl Castro. Esta  es la realidad que ha forzado al gobierno de Díaz-Canel a plantarse unos mayores niveles de descentralización a partir del año 2020, como hiciera Fidel en los años noventa cuando el país sufría el “período especial” al abrir la economía a la inversión extranjera, el dólar norteamericano, los negocios privados, el turismo; ahora el actual presidente, luego de un año sin avances y grandes problemas económicos se plantea una reforma del modelo de planificación central, para descentralizar y otorgar más protagonismo a los trabajadores en la elaboración del plan de las empresas estatales, una noticia que esta semana se ha estado discutiendo en los medios.

La descentralización es necesaria e importante, pero no solo en la elaboración y diseño del plan para las empresas. Es importante descentralizar la economía en sentido general, dejar las empresas en manos de los trabajadores, generar autonomía en la gestión (desde los procesos de diseño del plan hasta la realización de las producciones), garantizar libertades económicas básicas como la libre iniciativa, comercio, inversiones, entre otras. Esto sería una reforma importante de cara a la severa crisis que azota a la economía cubana en la actualidad.

Limitar la descentralización de la economía, empezando con pequeños, cosméticos e insuficientes medidas descentralizadoras no hará más que alargar la crisis, o generar soluciones parciales y de corto plazo. Es necesario un proceso de reforma estructural, una descentralización de los procesos productivos, una descentralización que permita la creación de riqueza mediante los mecanismos del mercado, y que no siga basándose en el ineficiente modelo de planificación central. La historia económica de Cuba ha demostrado que este último modelo solo “funciona” cuando un país extranjero subsidia a la economía, en cuanto se pierden los subsidios el modelo genera crisis e insostenibilidad.

Al mismo tiempo, las pequeñas cuotas de mercado existentes en la economía (sector privado y cooperativo) demuestran, por el contrario, que es posible generar servicios y productos de calidad, producir y crear incluso en condiciones adversas como las cubanas. El sector privado hoy es el principal creador de empleo en la economía, es el sector de mayor calidad en los servicios, es el sector que permite mejores salarios y condiciones de vida a los trabajadores, es el de mayor productividad y eficiencia. Esta es otra de las realidades que impone el hecho de que hoy las autoridades del país tengan que anunciar procesos descentralizadores de la economía; la crítica situación internacional, la crisis e incapacidad del modelo centralizado, y la realidad incipiente y exitosa del mercado en la economía cubana configuran un escenario perfecto para forzar a las autoridades a generar una mayor apertura de la economía, tal y como tuvieron que hacer en los años noventa.

Por otro lado, si bien la apertura anunciada nuevamente será superficial, no profunda, discreta y pequeña, cosmética, y condicionada por fuertes mecanismos de control y regulación estatal, no deja de ser cierto que la libertad humana y también la libertad del mercado, son realidades incontrolables una vez que se produce una apertura por más pequeña que esta sea. De modo que, el anuncio de mayores grados de descentralización en la elaboración de los planes de las empresas estatales es un paso en la dirección adecuada, que junto a otras pequeñas grietas en el modelo de planificación central, comienzan a generar un cambio hacia el libre mercado o a crear las condiciones para el mismo. No me queda duda, de que la variable más importante para las autoridades cubanas es la del control del país, y en orden a conservar dicho control está llegando el momento en que la única alternativa será abrir la economía, y dar paso al mercado, un modelo quizás como el vietnamita o chino. Para los cubanos, un modelo como este generaría grandes oportunidades, soluciones y esperanzas, al menos desde un punto de vista económico.

 


Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.

 

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