Por Jorge Ignacio Guillén Martínez
En los últimos años el desarrollo de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) ha sido objeto de cada vez mayor atención en la economía mundial. Dentro de los mecanismos que se han estado poniendo en práctica para promover este importante sector empresarial, unos de los más destacados han sido las iniciativas relacionadas con el acceso al crédito.
Por Jorge Ignacio Guillén Martínez
En los últimos años el desarrollo de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) ha sido objeto de cada vez mayor atención en la economía mundial. Dentro de los mecanismos que se han estado poniendo en práctica para promover este importante sector empresarial, unos de los más destacados han sido las iniciativas relacionadas con el acceso al crédito.
Las MIPYMES siempre se han visto como un mercado con muchas dificultades en lo relacionado a la prestación de servicios financieros, sin embargo, los bancos alrededor del mundo han puesto su mirada en este sector hasta el punto de convertirlo en un objetivo estratégico para ellos (Corporación Financiera Internacional (IFC), 2009). En Cuba, todavía no contamos con una legislación que regule el funcionamiento y desarrollo de estas empresas, sin embargo, el tema del acceso al financiamiento para los llamados “cuentapropistas” se sitúa en estos momentos en un estado crítico.
Según datos publicados por el Centro de Información Bancaria (CIB) del Banco Central de Cuba, al cierre de julio del 2015 los trabajadores por cuenta propia solo habían accedido al 3% de los créditos otorgados a partir de la entrada en vigor de la nueva política bancaria de 2011, mientras que del total de trabajadores por cuenta propia solo el 1,3% había solicitado un crédito bancario y apenas el 0,6% de ellos contaban con cuentas corrientes. Estos alarmantes datos, nos imponen el reto de estudiar la experiencia internacional existente al respecto, y sacar lecciones para el futuro inmediato de la economía cubana.
La experiencia de Costa Rica
En 2012, el tejido empresarial de Costa Rica estaba conformado por 48981 empresas, de las cuales el 95% eran MIPYMES y el restante 5% correspondía a empresas grandes. Del 95% de MIPYMES, 74% eran microempresas, 12% pequeñas empresas y 14% medianas empresas. En el año 2012 estas empresas empleaban al 46% de la población ocupada. Además de su relevancia en cuanto al aporte al empleo, las MIPYMES contribuían al 30% del PIB (BID, 2015). Cumpliendo, por tanto, un rol muy importante en la economía del país como un medio para generar riqueza, empleo y contribuir a la paz social del país.
En la encuesta Enterprise Surveys1 realizada por el Banco Mundial, se busca entender cómo se comporta el lazo entre las MIPYMES y los bancos en cada país encuestado, pues el buen estado de esta relación representa un antecedente prácticamente obligatorio para que las empresas puedan acceder al crédito. La principal pregunta es referida a si el establecimiento en cuestión tiene una cuenta de cheques o de ahorro. Para el caso de Costa Rica, en 2010, las respuestas mostraron que las empresas que tenían en ese momento al menos una cuenta bancaria representaba el 97,5% del total de PYMES, un 95,8% correspondió a las empresas pequeñas y un 99,3% a las medianas. Sin dudas datos representativos en cuanto al grado de relación existente entre bancos y PYMES costarricenses (Valenzuela, 2014).
En el caso de las PYMES que contaban con crédito institucional, se encontró que para la región latinoamericana eran el 47,6% del total en 2010, mientras que en el caso específico de Costa Rica era el 56,8% para el mismo año, por encima del promedio regional y muy por encima de países como México que apenas alcanzaba un 32%. Al descomponer los datos para Costa Rica el 41,2% correspondía a pequeñas empresas y el 71,9% a las medianas (Valenzuela, 2014, pág. 12).
A pesar de que el sistema financiero costarricense no se encuentra entre los más desarrollados en cuanto a los niveles de acceso y utilización por parte de las PYMES, y además de tener todavía el reto de superar algunos factores que explican el racionamiento del crédito en ese país, el crédito y su sistema financiero en general van ganando cada vez un papel más importante en cuanto a su participación dentro de las fuentes de financiamiento de las PYMES.
Varias iniciativas y políticas gubernamentales se han venido desarrollando en Costa Rica con el propósito de facilitar el acceso al crédito y otros servicios del sistema financiero costarricense a las pequeñas y medianas empresas. Uno de los proyectos pioneros en este sentido, además de ser de los más importantes fue la promulgación en mayo del 2002, de la Ley 8262, para el fortalecimiento de las PYMES (Marín, 2015).
Esta ley dio paso a la creación de un Fondo para el Desarrollo de las Micro, Pequeñas y Medianas empresas (FODEMIPYME). Está compuesto por dos fondos, el fondo de avales y garantías y el fondo de créditos y garantías; destinados a conceder avales o garantías a las MIPYMES en condiciones especiales de acuerdo con sus actividades cuando estas no puedan ser sujetos de los servicios de créditos de los bancos públicos, así como créditos que promuevan la innovación y cambio tecnológico de las mismas.
El proceso para obtener un aval del FODEMIPYME consiste en que el empresario solicite su crédito y entonces el banco determina si es candidato o no a un aval; en caso de que lo sea, el banco transfiere la solicitud del aval a FODEMIPYME, donde se le podrá otorgar una garantía de hasta el 50% del crédito y hasta un máximo de 30 millones de colones. El solicitante del crédito debe aportar el otro 50% de la garantía, de acuerdo con los requisitos de cada banco.
En cuanto al fortalecimiento de la innovación y el desarrollo tecnológico esta ley organiza un mecanismo para tal fin, a través de la creación del Programa de Apoyo a la Pequeña y Mediana Empresa (PROPYME) orientado hacia el financiamiento de proyectos de investigación y desarrollo tecnológico. El programa se encarga de brindar fuentes de financiamiento a las PYMES, que por medio de proyectos de desarrollo tecnológico colaboran en el aumento de las capacidades y la competitividad.
Por último, la Ley también cuenta con un componente relativo a los servicios de desarrollo empresarial. Este componente supone determinadas acciones estatales encaminadas a generar cambios en sus mecanismos de compra, de manera que las PYMES puedan venderle sus productos al Estado y por tanto hacerse parte de este proceso. En este mismo sentido y con el objetivo de fortalecer la capacitación, comercialización y apoyo empresarial a las PYMES, se establecieron una serie de programas e iniciativas que posteriormente se desarrollarían (Marín, 2015).
Otro proyecto importante, que continuó demostrando un mayor interés de los costarricenses en la promoción y desarrollo de las MIPYMES, llegó seis años después cuando en abril del 2008 fue aprobada la Ley 8634. Con esta ley se establecía el Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD) que incluye el Fideicomiso Nacional para el Desarrollo (FINADE) y el Fondo de crédito para el desarrollo, destacándolos como piezas claves para financiar e impulsar proyectos productivos, viables y factibles técnica y económicamente, acordes con las prioridades y estipulaciones definidas en la propia ley (Bonilla & Mesén, 2013).
De acuerdo con estos objetivos, la ley dispone de cuatro fondos (Banco Central de Costa Rica, 2013), los cuales se enumeran a continuación. Los tres primeros constituyen fondos de apoyo financiero, y el último, un fondo de apoyo empresarial no financiero.
- Fideicomiso Nacional para el Desarrollo (FINADE) con recursos para créditos; avales para proyectos de hasta un 75%; apoyo no financiero tipo capacitaciones, asistencia técnica e investigación y desarrollo; capital semilla y capital de riesgos con lo que busca incentivar la creación y reactivación de empresas; y por último financiamiento de primas de seguro agropecuario. Cabe mencionar, además, que el FINADE fue constituido como patrimonio autónomo del SBD, por lo que es administrado por un Banco Público. Por esto los recursos del FINADE son los únicos sobre los que el Sistema Rector del SBD tiene completo control, encontrándose
- Hasta 2016 bajo la administración del Banco de Costa Rica (Marín, 2015).
- Fondos del Financiamiento para el Desarrollo (FOFIDE); según el cual el 5% de las utilidades netas de los bancos públicos deben ser destinados a proyectos acordes con lo estipulado en la ley, especialmente proyectos de financiamiento a MIPYMES. Por otro lado, estos programas de financiamiento serán operados por los mismos bancos, sin ser operados directamente por el SBD.
- Fondos de Crédito para el Desarrollo (FCD). En este caso financiado con el 17% que corresponde al denominado “peaje bancario”, según lo define la Ley 1644 del Sistema Bancario Nacional. El SBD designará un Banco Estatal al que serán transferidos estos fondos para que se encargue de la correspondiente administración.
Fondo para servicios de apoyo empresarial, que corresponde al 15% del presupuesto del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA).
Además de estas dos leyes anteriormente descritas, existen en Costa Rica otras iniciativas y políticas públicas que buscan lograr un ambiente de inclusión financiera para las PYMES, de manera tal que estas empresas puedan aportar todo su potencial al desarrollo de la economía.
Sin embargo, a pesar de todas estas iniciativas que se llevan a cabo en Costa Rica y de que los datos indican determinada evolución en cuanto al acceso de las PYMES al financiamiento, no podemos afirmar que esta sea una experiencia exitosa. Todavía existen algunas barreras que su sistema financiero debe vencer para lograr una mejor inclusión financiera del sector MIPYMES, barreras que dependen en lo fundamental de los propios costarricenses y de las decisiones que tomen de cara al futuro, pues la limitada experiencia acumulada en este sentido, demuestra que pueden obtener grandes resultados. Los dos obstáculos fundamentales para un mayor acceso al financiamiento por parte de las PYMES son: 1. Las garantías exigidas a las PYMES cuando piden un crédito son excesivas y algunos bancos no parecen interesados en disminuirlas, al mismo tiempo que las iniciativas gubernamentales encaminadas a otorgar avales y garantías no han dado los resultados esperados, y 2. El financiamiento externo es muy pobre para el sector específico de las pequeñas empresas, las cuales en su mayoría acuden al financiamiento interno (Valenzuela, 2014).
No obstante, las limitaciones que persisten, el Sistema de Banca para el Desarrollo, en conjunto con el Ministerio de Economía, Industria y Comercio y otras instituciones han reconocido en los últimos años cada una de estas barreras, y han comenzado a promover investigaciones y acciones correctivas que posibiliten superarlas (Marín, 2015). Por tanto, resulta un buen ejemplo en cuanto nos permite apreciar un sinnúmero de iniciativas encaminadas a alcanzar la mayor inclusión financiera para las MIPYMES, y cómo el sistema financiero puede estimular decisivamente el sector de estas empresas, especialmente cuando se aúnan esfuerzos y se decide avanzar verdaderamente hacia ese fin.
La experiencia de China
Mientras muchos países del mundo actualmente luchan por recuperarse de severas crisis económicas, la economía china continúa profundizando su proceso de desarrollo, marcado especialmente por varias décadas de continuo crecimiento económico2 y por un papel insustituible de las MIPYMES en la consecución de este objetivo.
En las últimas dos décadas las MIPYMES chinas han vivido un intenso proceso de desarrollo y un crecimiento sin precedentes, coherente con las intenciones del gobierno chino de mejorar el contexto empresarial y de fomentar el desarrollo de estas empresas, y enmarcado dentro de la política de impulsar el desarrollo de la economía de mercado con carácter socialista (Yan, 2016, pág. 61).
Según Yan (2016) los datos del Buró Estatal de Economía y Comercio de China muestran que hasta finales del 2013, de un total de 152 784 millones de empresas en todo el país, las MIPYMES representaban un porcentaje mayor al 99%. Con aportes al valor total de productos y servicios nacionales del 60%, un 50% de los impuestos al Estado, 65% de invenciones, aproximadamente el 65% del empleo y un significativo 80% de desarrollo de nuevos productos (Gov.cn, 2014).
Pese al significativo desarrollo de las MIPYMES en China, el tema del acceso al financiamiento no ha sido un factor clave para tal desarrollo, sino que, por el contrario, en ocasiones se ha tornado un obstáculo para el avance de este sector. Es por ello que, el gobierno chino, especialmente después del 2005 cuando se propuso como un objetivo llevar adelante la construcción de una sociedad armoniosa, otorgó un papel central al tema de la inclusión financiera a las MIPYMES, proponiéndose lograr un sector financiero capaz de encontrar las vías para incrementar la inclusión económica y social a través de un aumento en el acceso al financiamiento.
Mientras la emergencia del sistema de inclusión financiera de China se puede retraer a los años 50, podemos observar un progreso significativo desde comienzo de los 90, y mayor progreso aún desde 2005. Según el informe de inclusión financiera en Asia, del Asian Development Bank Institute (ADBI, 2014, pág. 9), el cambio más significativo en el sistema financiero fue que el sistema bancario pasó de estar dominado por “cinco grandes” bancos estatales (Banco Industrial y Comercial de China, Banco de China, Banco Agrícola de China, Banco de Construcción de China, y Banco de Comunicaciones) a una mayor diversificación, con la entrada al sistema financiero de una variedad de bancos comerciales y el establecimiento de pequeños y medianos bancos comerciales. Además, otras instituciones financieras como los Bancos de Villa y Ayuntamiento (VTB por sus siglas en inglés), han enfocado sus negocios en las MIPYMES y en las personas sin acceso al sistema bancario, jugando un papel central para la inclusión financiera.
Sin embargo, Sandoval (2014) señala que todavía el 80% del mercado de préstamos está repartido únicamente entre los principales cuatro bancos estatales, y cita a Allen, Qian y Qian (2005) quienes muestran que la mayoría de los créditos bancarios están dirigidos al sector público y no al privado, lo que se demuestra claramente cuando observamos que la razón de deuda sobre el Producto Nacional Bruto es aproximadamente 79% teniendo en cuenta el sector público, y sin tenerlo en cuenta apenas un 22%. Tsai (2015) afirma que el sistema financiero formal permanece institucionalmente parcializado en contra de los clientes del sector privado. Esta es una de las principales razones por las cuales las MIPYMES no tienen un amplio acceso al crédito, pero este resultado se vuelve más contradictorio aun cuando vemos las dinámicas de crecimiento de ambos sectores y las productividades, pues el sector que más crece y es más productivo está recibiendo mucho menos crédito. Según (Allen, Qian & Qian, 2005) el sector estatal creció entre 1995 y 1999 un 4,6% y las MIPYMES lo hicieron en un 19%.
El mayor problema que enfrentan las MIPYMES es el relativo al financiamiento. A pesar de los obstáculos señalados anteriormente, también existen limitaciones debidas a factores intrínsecos como el bajo historial crediticio, la falta de garantías adecuadas, problemas de organización y administración, el incumplimiento de requisitos en la solicitud para obtener un préstamo y en última instancia, la ausencia de transparencia empresarial, que implica presentar de manera periódica y puntual a los promotores la información financiera, así como hechos relevantes de valor empresarial (Yan, 2016).
De acuerdo con una encuesta sobre financiamiento a este tipo de emprendimientos en 2011, alrededor del 47% de las MIPYMES encuestadas recibían financiamiento de familiares y parientes, y el 23% lo recibían de organizaciones informales de crédito. Mientras que las financiadas por bancos y cooperativas de crédito rural ascendieron al 35% y 26% respectivamente (ADBI, 2014).
No obstante, las limitaciones propias de las MIPYMES para el acceso al sistema financiero formal, y de que este último está volcado hacia el sector público, las MIPYMES han encontrado la manera de financiarse a través de las finanzas informales, las que han llegado a alcanzar un amplio desarrollo. Como bien señala Sandoval (2014), es contundente el hecho de que la financiación del crecimiento económico de China ha sido posible gracias a la existencia de un sistema financiero informal, que se rige al margen de los sistemas legal y financieros convencionales, y al mismo tiempo es sustituto de ellos. Otros autores e investigaciones también hacen referencia al papel del sistema financiero informal para el desarrollo de las MIPYMES en China, (Coll, 2014), (Allen, Qian, & Qian, 2005), (Sandoval, 2014), (Tsai, 2015), (Yan, 2016), (ADBI, 2014).
En los últimos años, el gobierno se ha percatado de la importancia de potenciar un mayor acceso de estas empresas al sistema financiero formal, y para ello se han tomado algunas medidas como la creación de departamentos especializados en las instituciones financieras para atender las necesidades crediticias de las MIPYMES, y por otro lado se ha propiciado el enriquecimiento de las procedencias del fondo destinado a ayudar en el desarrollo de este sector, este fondo combina capital público y privado con el fin de atraer más capital social (Yan, 2016).
Para concluir, cabe mencionar que el informe de inclusión financiera en Asia, señala que el ambiente económico y financiero en China para la inclusión financiera está mejorando constantemente, ya que las políticas que favorecían solamente a las grandes empresas estatales han cambiado en beneficio de familias de zonas rurales y de MIPYMES, aportando a la equidad social y beneficiando a todos los segmentos de la población. Además, han surgido un número considerable de nuevas instituciones financieras y no financieras enfocadas en ofrecer sus servicios a las personas de zonas rurales y las MIPYMES (ejemplo: instituciones de microcrédito), al mismo tiempo los servicios provistos están experimentando cambios y mejoras constantes con el desarrollo de las tecnologías y de productos financieros basados en internet y teléfonos móviles (ADBI, 2014).
La experiencia de Vietnam
En la economía vietnamita las MIPYMES desempeñan un rol de vital importancia, representan el 98% del total de empresas existentes en el país, contribuyen al 48% del Producto Interno Bruto (PIB), 20% del valor de las exportaciones y proveen empleos al 77% de la fuerza de trabajo. Sin embargo, un número considerable de las MIPYMES son microempresas con limitado acceso a recursos como tecnologías avanzadas y crédito formal (Nguyen, Gan, & Hu, 2015).
A pesar de la significativa contribución de estas empresas al desarrollo económico y social de Vietnam, algunas investigaciones demuestran que al igual que en Costa Rica y China, las MIPYMES no son un sector de interés para los bancos comerciales, mientras juegan un papel importante en su financiación las instituciones microfinancieras y el sector informal. Nguyen et al. (2015) presentan datos de una encuesta de 2009 a 2654 MIPYMES manufactureras, en la que encuentran que el 37,6% de ellas han aplicado a crédito bancario, mientras que el 62,4% han aplicado a fuentes informales de financiamiento. Además, de las que aplicaron al crédito formal, el 22% reportaron tener problemas en la obtención del crédito, mientras el 40% de las que optaron por el financiamiento informal reportaron que habían elegido esta opción porque ofrece mejores condiciones de pago.
Por otro lado, un reporte del Ministerio de Planificación e Inversión (MPI, 2012) también muestra resultados que demuestran el limitado acceso de las MIPYMES vietnamitas al sector formal de financiamiento. Según el informe, un 30% de estas empresas fue incapaz de acceder al financiamiento, mientras otro 30% podía conseguirlo, pero enfrentaban muchas limitaciones.
Las carencias de capital, son consideradas como la mayor limitación que afecta el funcionamiento de las MIPYMES. A menudo estas empresas son consideradas como más riesgosas que las grandes empresas, porque ellas tienen menores tasas de supervivencia y mayores varianzas de beneficios y crecimiento (OECD, 1998). Esta es una realidad en la mayoría de los países del mundo, sin embargo, a pesar de este hecho incuestionable, cada experiencia particular nos puede ofrecer enseñanzas de cómo hacer frente a los fuertes problemas de financiamiento que por lo general afectan a las MIPYMES o de cómo lograr que pasen al sector formal en aquellos países como Vietnam y China, donde un número elevado de estas empresas acceden y se desarrollan gracias al sector financiero informal.
Según Ha (2014) podemos resumir las principales limitaciones para el acceso al crédito, tanto por parte de los bancos como de las MIPYMES, de la siguiente forma:
Por el lado del Banco:
Relativamente alto costo del crédito.
Alto riesgo de los prestatarios.
Primariamente se contratan créditos basados en colaterales.
Habilidades específicas ineficientes para contratar créditos a las MIPYMES.
Por el lado de las MIPYMES:
Insuficientes activos, colaterales y baja capitalización.
Vulnerabilidades ante las fluctuaciones del mercado y altas tasas de mortalidad.
Declaraciones financieras inexactas.
Inadecuados datos en plan de negocios y capacidad de pago.
El caso vietnamita no es muy alentador, pues las decisiones de crédito a las MIPYMES se basan en factores que suponen un esfuerzo extraordinario para que estas empresas puedan cumplir con los requisitos de acceso a crédito formal. Según Hoang (2014) los colaterales son el más importante atributo que se tiene en cuenta para las decisiones de crédito en Vietnam, seguido del historial de crédito y desarrollo financiero de las MIPYMES, ambos factores difíciles de cumplir por este tipo de empresas, y en específico por las más pequeñas. Esta visión predominante en el sistema bancario puede ser perjudicial, en el sentido de no privilegiar proyectos que pueden ser sumamente beneficiosos y productivos para la sociedad, por el simple hecho de no contar con un historial de crédito o con las altas garantías exigidas por los bancos.
No obstante, también podemos encontrar algunos esfuerzos en pos de ofrecer mayores niveles de inclusión financiera a este importante sector de la economía vietnamita, en este sentido, existen dos canales dirigidos a suavizar el problema de las garantías de los créditos, que, aunque no estén directamente dirigidos a las MIPYMES, favorecen en alguna medida su inclusión financiera. Estos canales son, el fondo de garantías de crédito operado por el Banco de Desarrollo de Vietnam (85% de garantías parciales); y los fondos de garantías de créditos locales, operados por las autoridades provinciales bajo la supervisión del Ministerio de Finanzas (ADB, 2013).
Otras iniciativas que a lo largo de los últimos 15 años se han venido desarrollando también han jugado un papel esencial en cuanto a crear facilidades para una mejor inclusión financiera de las MYPIMES. Según Ha (2014), entre otros, podemos mencionar las siguientes:
– Decreto gubernamental de apoyo a las MIPYMES, del 2001. Encaminado esencialmente a favorecer el acceso a recursos financieros.
– Primer quinquenio del plan maestro para el desarrollo de las MIPYMES, del 2006-2010. Este plan favoreció el acceso a espacios y locales de producción, y el desarrollo de los recursos humanos y las capacidades de gobernanza. También se enfocaba en la ampliación y renovación de soportes tecnológicos y en ayudar a estas empresas a mejorar su competitividad.
– Nuevo decreto gubernamental de apoyo a las MIPYMES, del 2009. Este decreto propiciaba la expansión de mercados
– Segundo quinquenio del plan maestro para el desarrollo de MIPYMES, 2011-2015. Esta vez enfocado en proveer soportes de información y servicios de asesoramiento. Además de una simplificación de los procesos administrativos como registros de negocios, participación en los mercados y operaciones; y mejoras en el sistema organizacional de soporte al desarrollo de las MIPYMES.
Además de los señalados anteriormente, se han desarrollado paralelamente otros programas especializados, enfocados en proveer un mayor desarrollo a estas empresas y por supuesto mayores grados de inclusión financiera. Este es el caso de incubadoras para la creación de empresas, clústeres industriales, etc.
A modo de conclusión, podemos afirmar que, aunque la inclusión financiera formal de las MIPYMES es un tema que todavía entraña grandes retos en la experiencia vietnamita, no caben dudas de que dada la alta significación de estas empresas para el desarrollo que en los últimos años ha alcanzado esta nación asiática, las políticas que el gobierno ha venido promoviendo y que todavía no han sido suficientes, seguirán fortaleciéndose y profundizándose.
Referencias
1 Enterprise Surveys (http://www.enterprisesurveys. org). The World Bank.
2El crecimiento del PIB de China en 2005 fue 6,9%, el más bajo en los últimos 25 años.
Bibliografía
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- ADBI. (2014). Financial Inclusion in Asia. Tokyo: Asian Development Bank Institute (ADBI).
- Allen, F., Qian, J., & Qian, M. (2005). Law, Finance, and Economic Growth in China. Journal of Financial Economics, 77, 57-116.
- Banco Central de Costa Rica. (2013). Acceso de las MIPYMES a los servicios financieros a partir de la implementación de la Ley 8634 del Sistema de Banca de Desarrollo. San José.
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- • Valenzuela, R. L. (2014). Algunas lecciones de la experiencia reciente de financiamiento a las PYMES, Colombia, Costa Rica y México. Santiago de Chile: Naciones Unidas.
- • Yan, L. (2016). Situación actual del desarrollo de las MIPYMES chinas. Orientando, 59-74.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Estudiante de Economía.