Defensa y promoción de los Derechos Humanos

“… las palmas son novias que esperan: y hemos de poner la justicia tan alta como las palmas”
José Martí.
Por Glissett Valdés Herrera

Foto: Tomada de Wikipedia

Del Cilindro de Ciro se ha dicho que es la primera declaración de derechos humanos.
Son muchos los criterios que se desglosan de cada uno de los preceptos que se plasman en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, es un asunto litigioso fundamentalmente en los países que no respetan la dignidad del ser humano.
¿Qué son los derechos humanos?
Los derechos humanos nos hablan de todo aquello que necesita el ser humano para realizarse como una persona con dignidad y que merece por el simple hecho de existir.
Estos derechos brotan de la propia naturaleza del hombre y la mujer. Son inviolables “nadie puede atropellarlos”; son inalienables “nadie puede suspenderlos”, y universales “válidos en todo tiempo y lugar”
Todas las personas nacemos con derechos que nos pertenecen por nuestra condición de seres humanos, su origen no es el Estado o las leyes, decretos o títulos.
¿Qué es la Declaración Universal de los Derechos Humanos?
Antes de la aparición del texto legal, siempre existieron los derechos que de siempre estuvieron adheridos al hombre. Con el fin de alcanzar el ideal en la familia humana, es aprobada por la Asamblea General de la Naciones Unidas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos que es el instrumento constitucional y rector de todo este sistema mundial de los derechos humanos.
El contenido de este documento se basa en que los derechos humanos tienen su raíz en la dignidad y el valor que posee cada persona. Todo ser humano tiene igualdad de derechos, y para que el hombre no se vea obligado a asumir conductas negativas contra la opresión, represión y tiranía, tales derechos deben ser protegidos por un régimen de Derecho.
¿Cómo han sido clasificados los derechos humanos?
Según el orden en que la humanidad ha tomado conciencia de la necesidad de hacer justicia, promover y defender estos derechos, se han clasificado en cuatro generaciones:
Primera generación son los derechos civiles y políticos, su reconocimiento se da en la segunda mitad del siglo XVIII con las ideas de independencia de Estados Unidos en 1776 y de la Revolución Francesa en 1789, por ejemplo, los derechos a la igualdad ante la ley, a la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión, de circulación, de expresión, de votar y de ser votado.
Segunda generación son los derechos económicos, sociales y culturales que posibilitan que la persona y su familia gocen de un nivel de vida adecuado. Su reconocimiento comienza con las demandas obreras y los movimientos socialistas de mediados del siglo XIX y principios del XX. Ejemplos: el derecho a la educación, a la salud, al trabajo, a un sueldo justo.
Tercera generación, son los derechos de los pueblos, cuyo reconocimiento comienza a raíz de algunos acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX: los movimientos de liberación nacional, la internacionalización de conflictos, la contaminación de suelos, aire y agua. Algunos ejemplos son el derecho a la paz, a la autodeterminación, al desarrollo y a un ambiente ecológico sano.
Cuarta generación, ya se habla de una nueva categoría de derechos humanos aún en emergencia, son los relativos a las nuevas tecnologías que están surgiendo en el área de la ingeniería genética y de la medicina y se refieren a los derechos de seres en proceso de gestión e indefensos y tienen que ver con la clonación, manipulación genética y también con trasplante de órganos.
El ser humano está en el centro y por encima de todo lo creado
En el acto creador, el hombre y la mujer tuvieron un lugar privilegiado. Su lugar no es en los márgenes, sino en el centro y de pie (Marcos 3,1-3); no es debajo, aplastado por estados, tradiciones, ideologías, sino arriba (Marcos 2, 23-28)
Cristo pasó por este mundo haciendo el bien, se acercó a los débiles y a los humildes, tendió la mano a los postrados, sembró esperanza entre los desalentados, defendió a los oprimidos, denunció los abusos de los poderosos, se volvió con simpatía hacia los pobres y abandonados. Su vida fue un escándalo ininterrumpido, murió crucificado como consecuencia lógica de una vida entregada a los demás, a causa de la justicia y de la paz que le llevó a experimentar el rechazo de las autoridades religiosas y civiles del pueblo. Dio su vida por los derechos humanos y por predicar el mensaje de salvación de su Padre. Trajo una nueva moneda para medir las relaciones humanas: el Amor.
Por tanto, Dios nos ha dejado muy claro, que el ser humano está en el centro y por encima de todo lo creado.
¿Qué postula en su esencia, la Declaración Universal de los Derechos Humanos para las personas?
Nacemos libres y somos iguales en dignidad y derechos.
Tenemos derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad personal y social.
Tenemos derecho a proteger nuestra vivienda, familia y honra.
Tenemos derecho a un trabajo digno y debidamente remunerado.
Tenemos derecho al descanso, al ocio y a las vacaciones.
Tenemos derecho a la salud y a la asistencia médica y hospitalaria.
Tenemos derecho a la instrucción, a la escuela, al arte y a la cultura.
Tenemos derecho a la protección social en la infancia y en la vejez.
Tenemos derecho a la organización popular, sindical y política.
Tenemos derecho a elegir y ser elegidos para las funciones de gobierno.
Tenemos derecho a una información veraz y correcta.
Tenemos derecho a libre circulación y a pasar a vivir en otra ciudad o país.
Tenemos derecho a no ser sometidos a ninguna discriminación. Nadie puede ser torturado.
Somos iguales ante la ley. Nadie puede ser arbitrariamente preso ni privado del derecho a defenderse.
Somos inocentes hasta que la justicia, basada en la ley, pruebe lo contrario.
Tenemos libertad de pensar, de manifestarnos, de reunirnos y de creer.
Tenemos derecho al amor y a los frutos del amor.
Tenemos el derecho de respetar y proteger los derechos de la comunidad.
Al hablar de los derechos humanos no se debe olvidar que a cada derecho va asociado una serie de deberes; por ejemplo, al derecho de la libre expresión, el deber de respetar la verdad; al derecho a la educación, el deber de cultivar y desarrollar los talentos personales.
La Encíclica Pacem in terris de Juan XXIII afirma con claridad meridiana de la necesidad de conocer, defender y promover los derechos humanos y de cumplir con los correspondientes:
“En toda humana convivencia bien organizada y fecunda hay que colocar como fundamento el principio de que todo ser humano es persona, es decir, una naturaleza dotada de inteligencia y de voluntad libre y que, por tanto, de esa misma naturaleza directamente nacen al mismo tiempo derechos y deberes que, al ser universales e inviolables, son también absolutamente inalienables”
Glissett Valdés Herrera.
(La Habana, 1972) Lic. en Educación Primaria. Catequista.
Reside en Pinar del Río
Scroll al inicio