De política económica necesaria y urgente

Foto de Gloria Margarita Fresco Crespo.

Cuando se trata de política económica, los errores acaban matando, pero la inacción supone pagar un alto precio. Nadie tiene la menor duda, a estas alturas de 2022, que las tensiones geopolíticas provocadas por la cruenta invasión rusa en Ucrania han provocado un drástico cambio en el escenario económico mundial, haciendo que las previsiones económicas de los gobiernos para este año queden en papel mojado.

Todos los países, con mayor o menor rapidez, están modificando los objetivos de crecimiento económico y, sobre todo, de inflación, a tenor de las últimas tendencias. En Cuba, donde se acaba de publicar la resolución que establece la conducción del plan de la economía en 2022, siguen convencidos de que será posible alcanzar el crecimiento del 4% planificado para el PIB, desde finales del pasado año. Nadie ha movido ficha, y hasta el propio ministro Gil, en un ejercicio de irresponsabilidad declaró en el consejo de ministros que el objetivo del 4% se mantiene. Nadie cree que esto será posible, incluso el propio ministro que habló en su intervención de “tensiones en la economía”. Algo habrá que hacer.

Algunos organismos internacionales han dado un primer paso. El Banco Mundial, por ejemplo, ha anunciado que América Latina y Caribe va a registrar el crecimiento más bajo del mundo, inferior a otras regiones del planeta. El organismo espera en 2022 que la tasa prevista inicial baje del 2,7% al 2,2%, medio punto que va a suponer problemas para los países. Por países, el crecimiento se modera de forma muy notable, sobre todo en los grandes, como Brasil que crecerá el 0,7%; Paraguay el 1,5%; Chile el 1,9%; México el 2,1%; El Salvador 2,9%; Nicaragua 2,9%; Honduras 3,1%; Uruguay 3,3%; Costa Rica, Perú, Guatemala, el 3,4%; Argentina, 3,6%; Bolivia 3,9%; Ecuador, 4,3%; Colombia, 4,4%; y en la cabeza de este ranking de países, República Dominicana, el 5% y Panamá, el 6,5%.

Por desgracia, Cuba no es evaluada por este organismo internacional, pero la previsión del 4% que han estimado las autoridades cubanas, queda muy alejada de la realidad, conforme el entorno geográfico próximo a la Isla experimenta un menor crecimiento económico, lo que tendrá consecuencias negativas para encontrar una salida estable de la recesión provocada por la pandemia de COVID-19.

En este punto, conviene recordar que el presupuesto del Estado que presentó la señora Bolaños para 2022 se basaba en esa tasa de crecimiento del PIB del 4%. Si, como apuntan los analistas, será difícil llegar a este resultado, las cuentas al final del ejercicio no van a cuadrar. Y, una vez más, el déficit ahogará a la economía, aumentando los desequilibrios interno y externo, y haciendo cada vez más difícil superar el ciclo vicioso de la economía.

Y luego está la inflación. En 2021, cuando aún no habían empezado a manifestarse los efectos negativos de la guerra de Ucrania, en Cuba la inflación en diciembre alcanzó un 77,3% en tasa interanual, una de las más elevadas del mundo. La inflación dicho año se disparó del 18,5% de 2020 a esa tasa desconocida en la historia reciente de la economía cubana. Los altos niveles de inflación se han continuado manifestando en 2022, y las previsiones apuntan a que van a seguir siendo una amenaza para el poder adquisitivo de la población y el valor real de los activos, como los depósitos bancarios, así como el tipo de cambio del peso en los mercados informales, donde solo se puede realizar el cambio de moneda. En este contexto de elevada inflación, parece que el único que gana algo es el régimen que, al no deflactar las tasas tributarias, consigue aumentar los ingresos, sobre todo los que recaen sobre el gasto, por el efecto de precios más elevados.

Pese a este efecto positivo sobre la recaudación, la señora Bolaños elaboró unos presupuestos del Estado con menores ingresos y gastos para 2022 que apuntaban, en alguna medida, a una corrección de los excesos cometidos en los dos años anteriores, pero que vienen a confirmar que las previsiones del gobierno no están del todo claras en lo que respecta a una posible recuperación económica real.

En cuanto a la deuda pública sobre el PIB, la cifra indicada en los presupuestos de 2022 (122.710 millones de pesos) alcanzó el 117% del PIB, un nivel que no para de crecer en los últimos años. La cifra ha supuesto un crecimiento de prácticamente el doble del porcentaje anterior a 2020. La liquidación del presupuesto de 2021 ofrecerá algunas indicaciones de por dónde van esos tiros.
Ante este escenario interno de menor crecimiento económico, alta inflación, déficit del Estado fuera de control y elevado peso de la deuda pública en el PIB, algo hay que hacer, y, además, cuanto antes. El régimen no solo tiene que adoptar medidas inmediatas a corto plazo para reconducir la situación, sino que, con un ejercicio de responsabilidad y credibilidad tiene que apostar por una estrategia de medio plazo que sitúe los niveles internos de las variables en una senda realista y creíble de consolidación fiscal y reducción de la deuda, que no puede esperar.

Esto exigirá sacrificios, por supuesto, pero solo en aquellas partidas del gasto que son ineficientes y que contribuyen a sostener el gobierno. En ningún momento se deben reducir los gastos en sanidad o educación, sino practicar ajustes en partidas que son innecesarias y que duplican gastos y actuaciones en una maraña de normas, regulaciones y burocracia que conforman ese bloqueo interno que el régimen mantiene sobre la población.

Dicho de otro modo, es necesario romper la inercia, y establecer unos objetivos y metas a medio plazo y diseñar actuaciones más eficientes que las basadas en los documentos obsoletos de la Estrategia y el PNDES 2030 que se ha visto que no sirven para sacar a la economía cubana del círculo vicioso en que se encuentra.

Hay algún buen dato para que el régimen se ponga a trabajar. La inflación en febrero, según el dato publicado por ONEI, fue de un 23,03% en tasa interanual, que comparada con el 77,3% de finales de 2021, supone una reducción significativa de 50 puntos en tres meses. Buen dato, pero insuficiente, sobre todo si se tiene en cuenta que ese 23,03% de 2022 se proyecta sobre un aumento cercano al 55% en el mismo mes del año anterior, lo que deja inalterados los elevados precios de finales de año. En realidad, los precios en Cuba han alcanzado un nivel incompatible con las condiciones económicas de la isla, y hay que actuar cuanto antes para evitar lo peor.

De hecho, si se acierta en la consolidación fiscal, el régimen estará actuando contra la causa principal de la inflación que es el déficit y la deuda, que presionan sobre los recursos existentes creando una demanda artificial que hace que los precios se resistan a bajar. Los problemas que han ido saliendo a la luz en la economía cubana (las cadenas de suministro, los costes de los fletes, materias primas y energía) como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania no van a desaparecer de sopetón y cabe esperar que se vean agravados conforme avance el ejercicio. No queda otro remedio que actuar.

El reto del régimen es diseñar una actuación responsable de control de los gastos, déficit y deuda, que, al mismo tiempo, sirva para estimular el crecimiento económico y la recuperación de la economía. Y eso, no hay que tener la menor duda, pasa por reducir el peso del Estado en la economía y todo su entramado de trabas y burocracia, y apostar por el sector privado, el trabajo por cuenta propia y la empresa privada, como agentes principales del sistema económico.

El momento es el adecuado para ello. Hay que dejar atrás la ideología absurda que no ha dado resultados, y recuperar en la economía cubana al sector privado para que sea capaz, aun teniendo en cuenta sus limitaciones, de generar crecimiento, actividad, empleo y riqueza. Los dirigentes comunistas deben ser conscientes que la expansión del gasto público no es la solución, sino el problema, y que, para superar las graves dificultades del momento, hay que devolver a la iniciativa privada empresarial el liderazgo económico.

Si el gobierno quiere acertar con las medidas que debe adoptar para paliar los efectos de la guerra y el deterioro del escenario macroeconómico tiene que pensar más en el sector privado y menos en el presupuestado. No puede ser que en Cuba el número de empresas que funcionan en la economía sea inferior al de entidades del sector presupuestado que se financia con cargo al déficit y la deuda. Eso es sentar las bases de una economía improductiva e ineficiente.

La reducción del déficit, de la deuda y del gasto, deben servir para que el sector privado pueda ocupar espacios crecientes en la economía, incluso en un contexto de elevada inflación. En la medida que la productividad aumente, lo hará la oferta y ello corregirá el problema estructural de los precios, sin necesidad de medidas de centralización, control o precios topados. La solución de los problemas de la economía cubana en 2022 pasa por la libertad económica, las empresas privadas, los trabajadores autónomos y en general, el sector no estatal emergente.

El gobierno cubano está en la tesitura de seguir sin hacer nada, esperando que aumenten los ingresos por efecto de la inflación elevada, pero asumiendo que tendrá que realizar un mayor esfuerzo presupuestario a largo plazo, o ponerse a trabajar en un nuevo modelo de libertad económica, sector privado emergente, derechos de propiedad y mercado como instrumento de asignación de recursos. Es el camino virtuoso que se tendrá que emprender, más pronto que tarde. En momentos complicados, las decisiones que pasan a la historia son las que cambian las cosas. ¿Por qué no ahora?


Elías Amor Bravo.
Analista cubano y especialista en formación profesional y empresarial.
Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales.
Máster en gestión pública directiva.
Director de la Fundación Servicio Valenciano de Empleo.
Director general de formación y cualificación profesional.
Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia.
Reside en Valencia, España.

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