CUIDO60: UNA INICIATIVA PARA PROMOVER LOS DERECHOS Y LOS CUIDADOS FRENTE A LOS DESAFÍOS DEL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO EN CUBA

Elaine Acosta González y Sergio Ángel ¦¦Mientras escribimos estas líneas, cientos de cubanos han salido de sus casas para protestar frente a un estado de cosas que se les venía haciendo insoportable. Ha sido una jornada inédita la del 11 de julio y los días sucesivos, donde las expresiones de descontento popular han salido de las redes sociales y se han volcado a las calles, evidenciando que el malestar social acumulado necesitaba otros canales de expresión. Aunque este tipo de manifestaciones son inaceptables en regímenes totalitarios y así lo hizo saber el propio Miguel Díaz-Canel al hacer un llamado de “combate” y retomar la consigna de que “la calle es de los revolucionarios”, dos frases se escucharon con fuerza durante las protestas: “sí se puede” y “no tenemos miedo”.

El miedo quedó a un lado frente al descontento y la impotencia ciudadana por la gestión del gobierno ante la crisis sanitaria, agudizada en los últimos meses, y su incapacidad de resolver las múltiples crisis que acumula la sociedad cubana. Fue un grito de las familias cubanas que llevan años sosteniendo con grandes sacrificios cotidianos la gestión triunfalista y soberbia de un gobierno, incapaz de reconocer sus errores y de escuchar los reclamos ciudadanos, siempre depositando las responsabilidades en terceros.

El aumento de las cifras de contagios en la ciudad de Matanzas, así como las colas interminables en varias ciudades para conseguir alimentos y medicinas, llevaron a que la rabia fuera mayor al temor que han infundido en la ciudadanía las fuerzas de seguridad, que han venido en una escalada represiva, intentando acallar toda voz disidente. Lo cierto es que las imágenes de personas mayores que han protagonizado las protestas, con sus cacerolas o andadores, dejan ver que el descontento no solo es de los jóvenes sino de toda la población, incluida aquella que renunció a todo en pos de las promesas de la Revolución.

Y es precisamente esa generación de personas mayores de sesenta años o más a la que apunta el proyecto Cuido60 que hoy presentamos. Se trata de una generación que en algunos casos alcanzó a conocer la etapa anterior al régimen implantado en 1959, que en su gran mayoríase sumó al proyecto de la Revolución y puso toda su voluntad en que el cambio trajera mejores resultados para sus hijos y nietos. Una generación que hoy con una cacerola vuelve a la calle para manifestarse en contra de lo que creyeron alguna vez. Pero es que muchos de ellos se encuentran en el grupo de los más vulnerables, bien sea por la situación de vivienda, por la jubilación, o porque sencillamente, no logran saciar el hambre ni conseguir sus medicamentos. Las personas mayores también son más vulnerables, porque en muchos casos se han quedado solos, toda vez que muchos de los más jóvenes han emigrado del país, no cuentan con los servicios de cuidado que les permitan vivir una vejez digna.

En las circunstancias actuales de crisis y estallido social no dejamos de pensar en la pertinencia de este proyecto, en la necesidad de generar datos, brindar información, sensibilizar a la ciudadanía sobre las múltiples realidades de la vejez, en la urgencia de reconocer todas esas organizaciones de la sociedad civil independiente que han puesto el alma para lograr que los mayores sigan ahí a pesar de las múltiples carencias, en la urgencia de acompañar a todos esos voluntarios y seguir formando capacidades para fortalecer su tarea. Pero sobre todo pensamos en la importancia de visibilizar a las personas mayores y a sus cuidadores, dejando un registro del tejido social que se ha construido y de las redes que pueden potenciar el trabajo de la comunidad, por fuera del Estado.

Si hay algo que también ha demostrado esta ola de protestas en Cuba es la capacidad de agencia y espontaneidad de una ciudadanía que parecía estar totalmente amordazada en su accionar (Chaguaceda y Cilano, 2020). Sin embargo, las reacciones frente a varios eventos previos relacionados con desastres naturales, así como durante la propia pandemia, han evidenciado capacidad organizativa propia de la sociedad civil, grados de flexibilidad para adaptarse a las distintas necesidades y una rápida capacidad de respuesta y sintonía con las demandas locales. Todo ello ha permitido proporcionar distintos tipos de ayuda y apoyo a las comunidades afectadas, sin la intervención del Estado como protagonista principal (Acosta, 2020b).

1. ¿Cuál es el panorama?

La celeridad, magnitud y complejidad de los cambios asociados al proceso de envejecimiento poblacional han puesto a Cuba a la cabeza de la lista de países más envejecidos del mundo. En la actualidad, el país se ha convertido en el más envejecido de América Latina y en 2050 será el segundo más envejecido del mundo. A pesar de las transformaciones que demanda esta nueva realidad, los marcos normativos, las políticas sociales y los programas de atención a las personas mayores y sus cuidadores en la isla están desajustados de los estándares internacionales en materia de derechos (Acosta, 2020).

El Estado cubano no ha firmado la Convención Interamericana para la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, instrumento que entró en vigor en 2017. A pesar de la reciente reforma constitucional, la nueva Carta Magna no responde en forma adecuada al estándar internacional respecto de los derechos humanos de las personas mayores y se carece de una legislación específica1. En algunas áreas existe desprotección, particularmente en lo que se refiere al cuidado domiciliario, un ámbito donde se han incrementado los servicios privados, pero también las

situaciones de maltrato al interior de la familia y en el espacio público, en las instituciones de salud y atención social, entre otras (Acosta y Angel, 2020).

La falta de control por parte de instituciones respecto de la articulación y calidad en la implementación de las normas tiene efectos negativos desde el punto de vista de la gobernanza como intervención de los actores sociales en las decisiones políticas. Ello se debe a que la participación ciudadana en Cuba está limitada y altamente controlada por el Estado. La autopercepción del papel de la ciudadanía frente a los órganos de poder en Cuba se ve circunscrita a su rol como beneficiarios, pero no como sujetos de derechos que pueden incidir en lastransformacionesdelapolíticasocial(Acosta,Picasso y Perrotta, 2018).

En 2014 se aprobó la nueva política para abordar el envejecimiento de la población cubana, sin reconocer la existencia e importancia de la multiplicidad de actores que han aparecido como proveedores de cuidado de las personas mayores. Su formulación presenta varios problemas como: i) la falta de voluntad para incorporar las distintas iniciativas de la sociedad civil en una agenda común sobre el envejecimiento; ii) la poca claridad respecto de plazos, instancias de seguimiento y responsables de los mecanismos de programación e implementación y los sistemas de información de las políticas;yiii) la no disponibilidad de datos actualizados sobre cada uno de los subprogramas de atención a las personas mayores.

En la actualidad, la crisis sanitaria y humanitaria mundial provocada por la pandemia de la COVID-19 está impactando de manera significativa en las personas mayores en Cuba. Varios analistas coinciden en que la pandemia llegó a la isla en medio de una situación donde la combinación de elementos externos e internos, más el efecto acumulado de una crisis estructural, configura un presente de crisis nacional, con perspectivas de profundización (Mesa- Lago et al., 2020). La economía de la Isla, según Vidal (2020) ya se encontraba en una situación de máxima fragilidad y ya había usado sus reservas y espacios de política fiscal para suavizar los impactos de la situación previa.

Las Naciones Unidas han instado a los gobiernos a proteger los derechos humanos de todas las personas durante la pandemia de COVID-19, poniendo especial énfasis en los grupos vulnerables, que incluye a las personas mayores que viven solas, en instituciones o en comunidades de bajos ingresos que tienen acceso desigual a la atención médica, y que a menudo se encuentran en situación de subempleo y sin protección social (CEPAL, 2021). Asimismo, se ha puesto énfasis en que las declaraciones de emergencia sanitaria o de seguridad estén en consonancia con el derecho internacional y en ningún caso deben usarse como base para socavar los derechos de grupos particulares de población, algo que sin duda ha sido pasado por alto en toda la región y particularmente en Cuba.

En Cuba, por ejemplo, han aumentado los mecanismos de represión hacia la libertad de expresión, mediante la aplicación de decretos como el Decreto Ley 370 y el 349, bajo el cual periodistas independientes, opositores, artistas, activistas políticos y ciudadanos en general han sido detenidos, amenazados y/o multados con montos excesivos, que representan cuatro o cinco meses su salario, por grabar y publicar en redes sociales denuncias de distinto tipo.El accionar de los cuerpos policiales, de la seguridad del Estado y las llamadas brigadas de respuesta rápida durante las protestas ha dejado en evidencia la falta de garantías y derechos civiles que existe en la isla.

La justicia social, uno de los núcleos del discurso oficial, ha estado casi totalmente ausente en el nuevo paquete de medidas anunciado a mediados de julio del 2020 y de manera más grave aún en la llamada “Tarea Ordenamiento”, puesta en marcha a inicios del 2021. Cuando aparece, lo hace con instrumentos que no se corresponden con la nueva estructura social de la Isla. En un país con una desigualdad social creciente, es un buen momento para que se abra el debate sobre una política social moderna y democrática, basada en un enfoque de derechos humanos, donde los actores de la sociedad civil puedan tener un rol más activo y reconocido.

A este complejo escenario, se agregan las limitaciones y restricciones a la libertad de pensamiento y acción que tienen tanto los investigadores y académicos, como los activistas y líderes comunitarios que se ocupan de la atención a las poblaciones más vulnerables en Cuba. Durante la pandemia hemos constatado que desde la sociedad civil en la isla (iglesias, proyectos comunitarios, agrupaciones profesionales), así como desde el sector cuentapropista, han emergido varias iniciativas de intervención y ayuda hacia grupos más desfavorecidos, entre los que resaltan las personas mayores.

Sin embargo, existe un déficit de datos sobre la cobertura y alcance de estas acciones, aunque sabemos que se han extendido por distintas provincias del país. La agencia y potencialidad de este creciente tejido social, es escasamente reconocida, estimulada o apoyada por el gobierno, perdiendo con ello una oportunidad significativa de colaborar con otros actores en la promoción de iniciativas de atención a las personas mayores (Acosta, 2020). La estimulación y fomento del asociacionismo ha venido demostrando cada vez más su necesidad y valía en una sociedad como la cubana, donde el Estado muestra cada vez más su incapacidad para dar respuesta a los crecientes problemas sociales de la población.

2. ¿Para qué se crea Cuido60?

Cuido60 es un Observatorio sobre el envejecimiento, los cuidados y los derechos de las personas mayores y sus cuidadores, que tiene como principal objetivo monitorear de manera independiente los procesos, las políticas y los actores relacionados con la atención y el cuidado, así como fortalecer las capacidades de las organizaciones de la sociedad civil que se ocupan de este grupo poblacional. Con esto, no solo reconocemos la importancia de las personas mayores en Cuba, sino que además tomamos como punto de partida la gran labor que desarrollan las diferentes organizaciones independientes ocupadas del cuidado y los distintos servicios de atención a este grupo.

En este sentido, desde la perspectiva del monitoreo, esperamos realizar tres contribuciones fundamentales: primero, un mapa interactivo sobre las organizaciones independientes que prestan servicios de cuidado y apoyo a las personas mayores, que permita visibilizar la labor que desarrollan y fortalecer los lazos de cooperación; segundo, un catastro que contenga las vulneraciones por derechos de la población de personas mayores y sus cuidadores en Cuba; y tercero, un conjunto de actividades orientadas a registrar lo que significa “llegar a viejo” en Cuba.

Respecto al fortalecimiento de capacidades, tres son las contribuciones más importantes: primero, proporcionar herramientas didácticas que puedan circularatravésdelpaquetesemanalyquesirvande soporte tanto a las personas mayores, sus cuidadores y las organizaciones que trabajan en el tema del envejecimiento; segundo, la creación de una escuela de formación de alto nivel para organizaciones, profesionales, investigadores y cuidadores, conformada por investigadores especialistas a nivel internacional en el tema de cuidados, derechos y envejecimiento; y tercero, generar oportunidades de vinculación y trabajo para personas en la isla interesadas en aportar alas iniciativas de Cuido60.

Con este proyecto, esperamos visibilizar las vulneraciones de derechos que viven las personas mayores en Cuba, pero también evidenciamos que la sociedad civil organizada cumple un rol esencial y son pieza fundamental para conseguir que las personas mayores tengan condiciones más dignas de vida. En este sentido, el proyecto se vuelca sobre una población habitualmente olvidada, pero que aquí resulta esencial, teniendo en cuenta que las expectativas de envejecimiento de la isla para los próximos años son mayores. Además, estamos convencidos que el trabajo debe ser coordinado en pos de fortalecer las redes de colaboración de la sociedad civil independiente.

3. ¿Cuáles son los desafíos?

De acuerdo con Chaguaceda y González (2019) el régimen cubano adolece de una autonomofobia de Estado, según la cual, toda organización debe formar parte del aparato burocrático y ningún tipo de institución o individuo puede encontrarse al margen del control. Es decir, que la independencia es repudiada o absorbida por el Estado, en la medida que nada puede existir por fuera de la “Revolución”. Es así como el movimiento feminista, por ejemplo, pretende ser cooptado por el Estado y absorbido por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC); lo mismo intenta hacer el CENESEX con la comunidad LGBTI+, después de ser perseguida y vituperada por el oficialismo; y así podríamos seguir con cualquier intento de organización por fuera del Estado-Partido.

Se trata en el fondo de un miedo a la diferencia, a la diversidad, a la complejidad de las sociedades humanas y por ende un miedo al cambio. Por ello, el principal reto de Cuido60 se circunscribe al marco de nuestra independencia, en un contexto en el que el Estado cubano no reconoce el trabajo de las organizaciones independientes y niega o minimiza la realidad de las vulneraciones a las personas mayores. Si bien hay registros periodísticos y estadísticos sobre el envejecimiento, son deficitarios, intermitentes o desconectados, por lo que recoger información y brindar apoyo a las organizaciones ya existentes se convierte en un desafío fundamental, que en condiciones diferentes representaría simplemente un punto de partida.

De este modo, Cuido60 tiene como reto proporcionar un espacio para la información, el análisis, la sensibilización y la formación, desde un enfoque de derechos y con una perspectiva de género e intergeneracional. Esto implica, considerar las múltiples desigualdades que se experimentan en la vejez, así como la diversidad de subjetividades con que se significa y vive el proceso de envejecimiento. Constituye también un desafío apostar por el empoderamiento, el activismo y la construcción colectiva, estimulando a las personas mayores y las organizaciones en Cuba a que generen contenidos y expresen opiniones que promuevan sus derechos y reviertan la imagen social negativa del envejecimiento, difundiendo experiencias de buenas prácticas en la Isla y en el mundo respecto de la vejez y el envejecimiento.

Bibliografía

  • Acosta, E. (Ed.) (2020). Crisis de cuidados, envejecimiento y políticas de bienestar en Cuba, Bogotá: Editorial Sergio Arboleda.
  • Acosta, E. (2020a). “Una crisis sanitaria “controlada” sobre una crisis estructural profundizada: vulnerabilidad, desigualdad y agencia en la Cuba post-pandemia”, DemoAmlat, Desafíos de la democracia en América Latina, Edición 018, septiembre.
    3. Acosta, E. y Angel, S. (2020). “Radiografía del envejecimiento poblacional en Cuba: desigualdades acumuladas y nuevas vulnerabilidades”, en Acosta, E. (Ed.) (2021). Crisis de cuidados, envejecimiento y políticas de bienestar en Cuba, Bogotá: Editorial Sergio
  • Arboleda, p. 101-138.
    Acosta, E., Piccasso, F. y Perrota, V. (2018). Cuidados

    en la Vejez en América Latina. Los casos de Chile, Cuba y Uruguay, (SOPLA) – Fundación Konrad Adenauer, Chile.CEPAL (2021). Panorama social de América Latina 2020, Santiago de Chile.

    Chaguaceda, A. y González, C (2019). “Autonomofobia de Estado y socialización cívica en Cuba”, Revista Foro Cubano de Divulgación, Vol. 2, No. 8, mayo.

    Mesa-Lago, C., Everleny, O., Amor, E., Guillén, J. I., Acosta, E., Sánchez, R., Castellanos, D., Izquierdo, Y., Valdés, D. (2020). La Covid-19 en Cuba y sus consecuencias en la etapa de post-pandemia: visión y propuestas, Pinar del Río: Centro de Estudios Convivencia, mayo.

    Vidal, P. (2020). “El reflejo del Gran Confinamiento sobre la economía cubana”, Cuba Capacity Building Project – Horizonte cubano, 12 de junio.

    Referencias

    1Un desarrollo más detallado y amplio del ámbito normativo que regula y protege los derechos de las personas mayores en Cuba puede encontrarse en: Acosta, E., Picasso, F. y Perrotta, V. (2018). Cuidados en la Vejez en América Latina. Los casos de Chile, Cuba y Uruguay: Santiago, Programa (SOPLA) – Fundación Konrad Adenauer.


  • Elaine Acosta González
  • Socióloga, Directora Ejecutiva de Cuido60 e investigadora asociada al Cuban Research Institute de Florida International University.
    Le apasionan los temas de investigación relacionados con el trabajo de ciudadanos, el envejecimiento, las migraciones femeninas y las politicas de bienestar.
  • Ha enseñado e investigado en varios países de América Latina. Es Doctora en Estudios Internacionales e Interculturales por la Universidad de Deusto en Bilbao, España.
  • Sergio Ángel
  • Profesor universitario, trabaja temas relacionados con la democratización y participación en contextos autoritarios. Actualmente es investigador Principal del Programa Cuba de la Universidad Sergio Arboleda y Coordinador del Observatorio de Libertad Académica (OLA).
  • Es parte del proyecto Cuido60 en calidad de Investigador en el diseño de instrumentos, procesamiento y análisis de información.

 

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