Lunes de Dagoberto
En el mundo de hoy ningún país puede vivir aislado. Todas las naciones, en mayor o menor grado, son interdependientes. Entre los dos extremos, el del aislamiento y el de la dependencia parasitaria, debemos buscar la sana medianía. Una equilibrada y mutuamente ventajosa interdependencia lograda sobre la base del intercambio comercial, financiero, cultural, entre otros, y la cooperación entre las naciones, entre los bloques regionales y en los organismos mundiales, podría ser una visión para las relaciones internacionales en el futuro de Cuba.
Para poder alcanzar una interdependencia sana, a pesar de las diferencias de tamaño geográfico, disponibilidad de recursos y nivel de desarrollo, cada nación tiene el más valioso capital, fuente de todas las demás riquezas: la persona humana. Este es y debe ser el denominador común, el sujeto y el fin de todas las relaciones internacionales. La persona humana, su dignidad, sus derechos, su pleno desarrollo humano integral, su bienestar y felicidad debe ser el fin de la comunidad de naciones interrelacionadas e interdependientes, mancomunadas para lograr ese objetivo supremo. El tipo de relaciones entre países repercute directamente en la vida de cada ciudadano. No es un tema ajeno a la vida cotidiana, ni lo deberíamos dejar solo en manos de la diplomacia o los intereses económicos.
Principios éticos en las relaciones internacionales
Mirando al futuro de Cuba es bueno recordar algunos principios éticos que podrían servir de inspiración para construir unas sólidas, justas, beneficiosas y pacíficas relaciones internacionales. He aquí algunas que consideramos de mayor importancia:
- El respeto a la dignidad y los derechos humanos de cada persona, tanto de los ciudadanos nacionales como de los de los países con los que se mantienen relaciones. Este debería ser el principio fundamental e indispensable. Sin Derechos Humanos no hay relaciones internacionales sanas. A este principio deben supeditarse todos los demás. No es ético, ni legítimo, enarbolar la soberanía de los Estados cuando hay violaciones sistemáticas, flagrantes y masivas de los derechos humanos, según la letra muchas veces incumplida, de los Tratados internacionales y de la Carta de las Naciones Unidas. No es tampoco ético, ni legítimo poner los intereses económicos, comerciales o intereses de grupos, por encima de los derechos humanos de los ciudadanos de los países con quienes se mantienen negocios, inversiones, u otros intereses geopolíticos. Por encima de todo está y debe estar la dignidad y todos los derechos, libertades y responsabilidades de todos los ciudadanos.
- La igualdad ante la ley entre todas las naciones. Toda asimetría, discriminación, o hegemonía impuestas sobre las naciones menos favorecidas enferma las relaciones internacionales. Los Tratados y las Cortes Internacionales, junto con el Consejo de Seguridad de la ONU y los demás mecanismos de las organizaciones internacionales y regionales son responsables de cuidar la igualdad de Derecho de todas las naciones y garantizar, al mismo tiempo, el respeto a los Derechos Humanos de sus ciudadanos.
- La justicia internacional según los estándares a los que ha logrado llegar la comunidad de naciones, es otro de los principios de las relaciones internacionales. Los crímenes de lesa humanidad, los delitos en las relaciones entre los Estados, los diferendos económicos, políticos, las guerras, y otros conflictos de cualquier otro tipo, deben ser resueltos primero por las negociaciones diplomáticas bilaterales o multilaterales, y si estas no son eficaces, acudir a la Corte Penal Internacional y otros mecanismos de justicia transnacional para garantizar los derechos de todos y la paz. Esto incluye respetar el Derecho Internacional Público y el Derecho Internacional Privado.
- El respeto a la soberanía de las naciones. Este principio condena todo tipo de guerra de agresión, de invasión de un país por otro o por un bloque de países cuando no haya crímenes de lesa humanidad o violación flagrante, sistemática y masiva de los Derechos Humanos. Estas violaciones deben estar investigadas y reconocidas por los Organismos Internacionales de Derechos Humanos. También vale decir que la soberanía nacional tiene que estar estrechamente unida al ejercicio de la soberanía ciudadana que se expresa en poder ejercer todos los derechos, libertades y responsabilidades de toda persona humana.
- La solidaridad, el intercambio cultural y comercial, la cooperación y las relaciones entre las sociedades civiles, y no solo entre los Estados, es otro de los componentes caracterizan a las relaciones internacionales. El principio de la solidaridad se concreta en los intercambios académicos, tecnológicos, culturales, en las inversiones, en el comercio, en las relaciones económicas y financieras, y en toda forma de cooperación mutuamente ventajosa. También en las ayudas de emergencia cuando ocurren desastres naturales o grandes accidentes. Otra concreción de la solidaridad internacional es la acogida a refugiados de guerra o éxodos masivos.
- La integración regional e internacional. Un aspecto importante de las relaciones internacionales es la integración de las naciones en grupos o bloques regionales e internacionales que son comunidades de intercambio, diálogo, concertación y cooperación continental o mundial: la ONU, la Unión Europea, la Unión Africana, la Organización de los Estados Americanos, la Comunidad de Estados Latinoamericanos, son organizaciones de integración regional y mundial. Los Tratados de Libre Comercio, la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, son algunos de los mecanismos que favorecen las relaciones internacionales. El principio de integración se opone al aislamiento y también a la dependencia porque fomenta una interdependencia mutua y constructiva.
Algo que habría que evitar y superar en el futuro de Cuba es la subordinación de las relaciones internacionales a la ideología. Este condicionamiento enferma las relaciones internacionales basadas en el respeto a los Derechos Humanos y a la igualdad, la justicia y la solidaridad entre las naciones. Dividir al mundo entre buenos y malos por motivos políticos o ideológicos es uno de los fenómenos más lamentables en las relaciones internacionales.
Otro fenómeno que entorpece esas relaciones entre los pueblos son las alianzas geopolíticas, el apoyo a países que son cobija o tolerantes con grupos terroristas, estados invasores, gobiernos que violan sistemática y masivamente los Derechos Humanos o aquellos que promueven las guerras de religión, discriminan de forma inhumana y degradante a grupos sociales como las minorías étnicas, las mujeres, los ciudadanos con diversa orientación sexual, o que profesan una religión diferente a la impuesta por el Estado. La evaluación de un Estado o Gobierno puede hacerse también sobre la base de con quién se relaciona y cuáles son sus Estados aliados. Así como la Biblia dice que “por sus frutos los conoceréis, pudiéramos parafrasear diciendo: “Por sus relaciones internacionales los conocerán”.
En resumen, es necesario hacer una escala de valores que oriente las relaciones internacionales poniendo por encima de todo los Derechos Humanos de los ciudadanos de todos los países. Es éticamente inaceptable que los intereses económicos o geopolíticos se pongan por encima de estos derechos y principios humanitarios.
Cuba necesita revisar y reconstruir sus relaciones internacionales sobre esta visión, principios y tipo de integración bilateral y multilateral. Pero recordemos que toda relación entre Estados y naciones no se reduce a las relaciones diplomáticas, ni se reduce al servicio exterior, ni al comercio o la inversión extranjera. Las relaciones internacionales deben partir de la participación libre y responsable y el intercambio entre las sociedades civiles de las naciones que se relacionan e integran.
Pero, recordemos que, sobre todo lo anterior, las relaciones internacionales tienen su fuente y su fin en la dignidad, la libertad y los derechos de todos los ciudadanos tanto de nuestro propio país como de aquellos con los que establecemos relaciones.
Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.
- Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
- Ingeniero agrónomo. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
- Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
- Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
- Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
- Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
- Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
- Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
- Reside en Pinar del Río.
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