Los cubanos de la Isla y de la Diáspora, y muchos de los observadores internacionales, nos hacemos hoy una pregunta: ¿Qué pasará en Cuba con Díaz-Canel como presidente? Muchos responden: Hay que esperar. Otras respuestas van de un extremo a otro, como es normal cuando la incertidumbre de la inmediatez del cambio generacional y la diversidad de la opinión pública, abren un complejo abanico de expectativas. Y creemos que nadie, ni en la cúpula ni en la base, tiene la certeza de lo que puede ir ocurriendo en tan crítica situación nacional e internacional. Entonces consideramos que lo peor es esperar pasivamente a ver qué pasa. Lo mejor sería no tener que esperar y que se anunciaran ya los cambios progresivos que necesita nuestro país. Y lo menos malo sería esperar activamente, es decir: observando, evaluando, con actitud crítica y propositiva, en lo que sería una vigilia proactiva, previendo, sopesando y proponiendo.
Solo los hechos y el tiempo podrán ir destapando el velo de incertidumbre sobre el porvenir de Cuba. El tiempo: porque todos los cambios estructurales y profundos que Cuba necesita no se pueden realizar con éxito en un día, ni de manera violenta o caótica. El tiempo es la opción de los cambios ordenados, graduales y pacíficos. Pero… el tiempo es finito. La paciencia y la crisis agobiante, también. Los hechos: porque en política como la de hoy el discurso suele ir por un lado y los hechos consumados por otro. Los hechos son el rasero de la verdad y de la legitimidad, de la viabilidad y de la eficacia de todo gobierno. Pero… hechos que puedan ser medidos, evaluados y protagonizados, tanto por el gobierno como por el ciudadano, la sociedad civil y la comunidad internacional.
Entre el presente crítico que vivimos en Cuba y el porvenir que anhelamos la inmensa mayoría de los cubanos, están los hechos concretos que pueden abrir a un futuro libre, próspero y feliz o pueden cerrar hasta la más optimista expectativa. La elección está sobre todo en los que siguen ostentando un poder omnímodo y totalitario… aunque decadente y en crisis creciente. Todos sabemos, el gobierno también, que así tal como estamos, es inviable salir de la crisis. Luego, en el caso del poder, no se trata de tener voluntad política, se trata de una necesidad política… Y como dice el refrán popular: “la necesidad hace parir jimaguas aún a los infértiles”. La necesidad obliga, y desconocerla, pierde.
Y la elección está también en cada cubano y cubana, sujeto de soberanía ciudadana por derecho natural. Es muy difícil ejercer este derecho en regímenes totalitarios, pero no ha sido imposible. La historia reciente en Europa, África y América Latina lo prueban. Lo que parecía imposible hace solo treinta años, es ya una realidad que no puede soslayarse. Lo que era impensable hace solo diez años en América Latina, es hoy una correlación de fuerzas que actúa unida por todos lados. El mundo ha cambiado, y Cuba debe, tiene y puede cambiar. Lo contrario es empujarla al caos, todos lo sabemos.
Diez “signos vitales” para evaluar el presente
Los hechos necesitan tiempo. El tiempo requiere el ejercicio de una espera crítica y proactiva, y esta vigilia comprometida y actuante necesita evaluar continuamente los “signos vitales” de la gobernabilidad. Para contribuir, modestamente, a este ejercicio ciudadano de vigilia crítica y propositiva, comenzamos por sugerir algunos “signos vitales”, entre otros, que pudieran ser útiles para conocer el estado de la nación y los esfuerzos de los actuales mandatarios por responder a esas necesidades vitales e impostergables:
1. Disminución de la represión “de banda ancha” y libertad de presos políticos.
2. Conformación renovada del Consejo de Ministros en julio.
3. Apertura al sector privado: Trabajo por cuenta propia.
4. Modo en que se enfrenten las consecuencias de la unificación de la moneda:
a. Quiebre de empresas
b. Desempleo
c. Crisis social
5. Combinación equilibrada de los caminos para salir de la crisis económica y avanzar hacia el desarrollo:
a. Mayor apertura y seguridad para la inversión extranjera, con participación en los sectores público y privado.
b. Desarrollo de PYMES con capital cubano o extranjero.
6. Educación cívica y política para alcanzar que las reformas económicas sean conducidas por la propia ciudadanía a las reformas políticas necesarias.
7. Creación de espacios que generen propuestas y visiones estratégicas para la nueva República: hacia dónde queremos Cuba cambie.
8. Contenidos de la reforma y posturas ciudadanas frente al referéndum constitucional anunciado.
9. Establecimiento de mecanismos que garanticen la seguridad ciudadana, la no violencia institucional y la no venganza:
a. Procesos para la memoria histórica, la justicia y la paz, la magnanimidad y la reconciliación nacional.
10. Posicionamiento de la comunidad internacional con relación a Cuba:
a. Primacía del respeto y promoción de los Derechos Humanos sobre los intereses económicos.
b. Respuesta proporcional y en correspondencia con el avance de las reformas.
De seguro se podrían agregar otros “signos vitales” o hechos concretos de un proceso gradual de cambios estructurales y reformas. Estos son solo unas sugerencias iniciales para tener algunos criterios para esta etapa de observación, evaluación y propuestas críticas para la gobernabilidad y la gobernanza.
Consideramos que lo más importante es tomar conciencia de la etapa histórica que vivimos, de la oportunidad que se presenta ante este relevo generacional y de la necesidad apremiante de responder con reformas estructurales, orgánicas y profundas a la crisis creciente del modelo que ha vivido Cuba.
Ejercer la soberanía ciudadana es no esperar pasivamente a que los cambios nos sean dados desde arriba y sin nuestra participación activa, consciente, crítica y propositiva.
Esta es una responsabilidad histórica de todos que definirá el futuro de Cuba.
Pinar del Río, 20 de mayo de 2018
116º aniversario de la República de Cuba