Una señal de cómo van “las cosas” en Cuba es la acumulación de problemas sin resolver y sin esperanza de solución a ojos vista. Podríamos hacer una lista interminable y creciente pero todos los cubanos, de aquí y allende los mares, vivimos o intentamos sobrevivir y aliviar esa especie de carga cotidiana que pesa más cada día.
Solo mencionaremos algunas para que tomemos conciencia de las simplezas que se convierte en piedra en el zapato al levantarnos cada mañana. Y no es una opinión del que escribe sino un estudio hecho por el propio gobierno hace dos años y reconocido y explicado por el vicepresidente-primero de Cuba en su conocida charla a militantes, “filtrada” en febrero de este año. El gráfico habla por sí solo y se presenta en orden de respuestas que lo priorizan:
– El salario insuficiente. No hay dinero en el bolsillo.
– La alimentación deficiente y poco sana.
– El transporte público, vía crucis diario.
– La situación económica, resumen algunos.
– La vivienda deficitaria y en mal estado.
– Los problemas en el sistema de salud. Falta de medicinas, mala atención, etc.
– Los problemas de trabajo.
– Las insatisfacciones en el sistema de educación.
– Las insatisfacciones en el sistema político.
Si el lector se fija estas nueve insatisfacciones abarcan y afectan toda la vida de los ciudadanos de cualquier edad. Le llaman “problemas acumulados” y también “principales insatisfacciones”. Son monopolio excluyente del Estado. Luego si se acumulan es por ineficiencia del propio Estado luego de tener 59 años para resolverlos al ritmo que se ha adjudicado: “sin prisa pero sin pausa”. Por otro lado llama “principales insatisfacciones” refiriéndose principalmente al pueblo que las sufre. No solo son “insatisfacciones” son graves y permanentes lesiones a la calidad de vida, a la alimentación, a la salud, a la educación y a otras necesidades básicas de personas concretas que lo sufren de forma acumulada por más de medio siglo.
La causa y raíz de todos estos problemas acumulados la conocemos todos: Es el modelo centralista y estatista en que el Estado no permite que los ciudadanos se hagan cargo de la solución de estos y otros problemas. Es más convierte en delito y en exclusión social el ejercicio empresarial privado que en el mundo entero, sin excepción, es el motor y la solución más eficaz de muchos de estos problemas.
Pero… claro está que aunque el motor funcione continúan las desigualdades sociales y las injusticias, la mayoría de estos problemas tampoco están resueltos en casi ninguna de las otras latitudes, el modelo perfecto y el paraíso terrenal no existen en ningún lugar, pero por lo menos no existe el bloqueo interno a la iniciativa privada y los emprendedores que pueden y quieren progresar permaneciendo en su propio país tienen el reconocimiento y el marco legal para aportar crecimiento económico a su pueblo, servicios eficientes, y la posibilidad de crecer humanamente sin penalizar su deseo de progresar sin miedo a que lo multen, lo confisquen, lo criminalicen.
La solución se encuentra si se conoce y reconoce la causa: cambiar todo lo que deba ser cambiado para que los problemas no se acumulen por más de medio siglo.
Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.
Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
Ingeniero agrónomo. Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007 y A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011.
Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
Reside en Pinar del Río.
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