Hace algún tiempo, en mis inicios en la Iglesia Católica, una señora, de la comunidad a la que asistía, ya fallecida, y a quien Dios tendrá en su gloria, me dijo algo que me impresionó. Acostumbrada a que la mayoría de las personas a las que conocía me aconsejaran pedirle a Dios, sobre todas las cosas, la salud, me asombró mucho que ella me dijera: “la salud, sí es muy importante, pero más lo es la paz. Pídele al Señor la paz”. No quiero ahora entrar en el cuestionamiento de qué es lo más importante para la vida (Dios no nos pide escoger entre la salud y la paz), pero con el paso de los años he comprendido mucho mejor aquel consejo.
Y lo he recordado especialmente, ante la afirmación que escuché hace poco en medios oficiales, de que Cuba es un país que busca la paz. Cuba, al igual que la mayoría de los países rechaza las guerras. Es un logro de la humanidad, la comprensión de que en las guerras no hay ganadores. Todos perdemos. Cada vez más se tiende a la solución de conflictos por la vía pacífica y se intenta evitar las guerras. Pero la cuestión es que, la paz no es solo ausencia de guerra.
Buscar la paz significa más que el rechazo a la guerra. Buscar la paz significa cambiar el lenguaje violento contra los que se consideran enemigos. Buscar la paz significa también respetar los derechos, escuchar a los diferentes, propiciar el logro de consensos, dar el espacio a la crítica y a la queja. Buscar la paz implica promover la reconciliación social y familiar, perdonando y olvidando el pasado o por lo menos actuando reconociendo que es el pasado y no el presente.
La represión a opositores y disidentes, el freno a la iniciativa privada con las nuevas regulaciones al trabajo por cuenta propia, la violación del derecho a viajar incumpliendo, inclusive, la propia ley que lo reconoce, la oportunidad legal única para un solo partido político, o una libertad de prensa supeditada a la propiedad estatal de todos los medios de comunicación social, son situaciones que impiden la paz ciudadana en Cuba. A lo que se suma el artículo 3 del Capítulo II del proyecto de constitución que dice: ” Los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta Constitución.”
Para que Cuba sea un país que busca la paz, y no solo un país que rechaza la guerra, el terrorismo y las armas nucleares, es necesario cambiar las estructuras y leyes que violentan la soberanía ciudadana.
La paz es condición fundamental para la vida. Pero es un espejismo la paz que no implica justicia, que solo evade los conflictos callando o aceptando las situaciones de violencia e irrespeto a los derechos.
“…la Justicia y la Paz se han abrazado”, reza el salmo 84. No puede deshacerse este abrazo. Solo existen la paz y la justicia en esta unión. La salud nacional depende de cuánto logremos fortalecer este abrazo.
Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.