Por Arnel Herrera Padrón
En muchas ocasiones escuchamos personas decir que Cuba es el único país del mundo donde se vive sin trabajar.
Esto se debe en parte al paternalismo del Estado hacia sus ciudadanos. Durante más de medio siglo, los cubanos hemos estado sujetos a que “todo nos sea dado”, Esta forma de organizar la sociedad crea un divorcio entre la persona y su responsabilidad con el trabajo.
Por Arnel Herrera Padrón
En muchas ocasiones escuchamos personas decir que Cuba es el único país del mundo donde se vive sin trabajar.
Esto se debe en parte al paternalismo del Estado hacia sus ciudadanos. Durante más de medio siglo, los cubanos hemos estado sujetos a que “todo nos sea dado”, Esta forma de organizar la sociedad crea un divorcio entre la persona y su responsabilidad con el trabajo.
La centralización económica de toda la Nación coaccionó completamente el desenvolvimiento pleno del hombre, considerando el trabajo un medio de supervivencia y vandalismo, contrario a lo que debe ser: un medio para su desarrollo y beneficio para vivir dignamente en plena libertad,
En todas las sociedades abiertas y plurales el trabajo debe estar en función de la persona humana y no la persona en función del trabajo.
De esta prioridad de la persona sobre el trabajo se deducen dos formas de organizar la sociedad:
1. Toda persona, por su propia naturaleza, tiene derecho a la propiedad privada. Mientras esto no se tome en cuenta en Cuba, en beneficio de toda la Nación, algunos cubanos seguirán considerando al trabajo como una especie de “campo de concentración” del que hay que escapar, o como si fuera una colonia penitenciaria.
2. Toda persona debe poder sentirse un creador, pero no solo sentirse, sino tener la posibilidad y el espacio de libertad para llegar a ser un verdadero y libre emprendedor.
El propio sistema cubano es quien ha cerrado, durante todos estos 50 años, el desarrollo humano y su profesión, desvalorizando lo positivo del trabajo por cuenta propia, y el derecho elemental a la propiedad privada, tan necesario para contribuir, cada ciudadano a su manera, con la consecución del bien común.
La historia ha demostrado que los cubanos tenemos talento, somos emprendedores, somos trabajadores y contamos con un gran capital humano. Solo bastaría un ejemplo sencillo para demostrarlo: cuando un cubano sale de la Isla, se da cuenta del cambio en el ambiente social, se pone a trabajar y logra progresar, lo que le permite satisfacer sus expectativas como persona libre.
Esto sucede estando en un país con una cultura que le es extraña, siendo emigrados o exiliados. ¿Cómo sería en Cuba si estas condiciones las obtuviéramos todos los cubanos dentro de nuestro propio país?
El trabajo por cuenta propia, autorizado por segunda vez en la Isla, da suficientes muestras de la iniciativa y capacidad de los cubanos para crear sus pequeñas y medianas empresas, no solo para sus beneficios, sino para ayudar a sostener la economía de toda nuestra Nación. ¿Cómo sería si esto que demuestran algunos cubanos en lo pequeño y lo mediano, lo pudiéramos hacer por cuenta propia, es decir, con propiedad privada, en grandes empresas o cooperativas?
El Estado solo debería facilitar el marco legal, los medios y las herramientas, y no ser un obstáculo para su crecimiento y desarrollo, ni directamente, reduciendo la lista de oportunidades, ni indirectamente, mediante impuestos y multas que asfixian el emprendedor.
Si le ponemos frenos al libre flujo del desarrollo humano, no solo estaremos cerrando el paso hacia nuevos caminos, diversos y transparentes, sino que estaríamos negando la propia esencia del ser humano. Debemos tener en cuenta que el uso de la propiedad privada o cooperativa es un instrumento de liberación para la persona que usa sus propios bienes en crear riqueza para su familia y para el resto de la sociedad.
Si verdaderamente queremos hacer cambios en nuestra sociedad, deberíamos comenzar por respetar estos derechos tan elementales para el ser humano, como es el trabajo y la propiedad.
Podría ser el comienzo de una Cuba cada vez mejor, diversa, incluyente y participativa, donde cada cubano se sienta realizado como un protagonista social.
Arnel Herrera Padrón (Pinar del Río)
Trabajador por cuenta propia.
Bibliotecario independiente.