El reciente ciclo electoral latinoamericano -a pesar de que queda pendiente una segunda vuelta en Uruguay en la que será difícil la reelección del candidato del frente amplio- ha concluido con un aparente saldo positivo para el gobierno de Cuba. Se está produciendo un cambio en el que las fuerzas políticas de izquierda aumentan su presencia en la región y se consolidan en el poder, los casos de Argentina con el regreso de los Fernández, Bolivia con la reelección “forzosa” de Morales, Nicaragua y Venezuela por otro lado con la permanencia en el poder de Ortega y Maduro respectivamente y a pesar de las profundas crisis que sufren. Podría agregarse a lo anterior un México en manos de Andrés Manuel López Obrador, una Colombia con fuerzas de izquierda ganando poder, Chile con una crisis política profunda que cuestiona fuertemente a la derecha chilena, las protestas en Ecuador, la controvertida actuación de un Bolsonaro en Brasil, y otros factores que al gobierno cubano le vienen de maravilla para tratar de legitimarse políticamente en la región y ante los ciudadanos, así como para buscar apoyo económico, financiero, respaldo político y aliados en la lucha contra el imperialismo.
A partir de lo anterior, considero que vale la pena reflexionar sobre la posición, el momento, la situación en la que llega Cuba a esta nueva coyuntura regional, y sacar conclusiones sobre cómo podría ser el impacto de los cambios políticos que se están dando en la región de cara a la crisis política y económica que atraviesa la economía y la sociedad cubana. En este sentido algunos elementos para tener en cuenta son los siguientes:
¿Cómo llega Cuba a esta coyuntura regional?
Cuba llega a esta coyuntura regional en un momento de fuertes tensiones internas y externas, desde un punto de vista económico y político. Por un lado la crisis de más de sesenta años del modelo imperante genera un malestar creciente en la población, el cual tiene momentos de explosión social reflejados en el aumento de la queja y la denuncia ciudadana, el activismo y la presión para el cambio desde distintas esferas de la vida social y desde disímiles grupos u organizaciones de la sociedad civil (grupos políticos, artistas, académicos, emprendedores, etc.). Además, la coyuntura actual se caracteriza por la existencia de una sociedad civil más empoderada y articulada, un mayor acceso a la información y apertura al mundo exterior, un cambio en las estructuras políticas del gobierno que deja espacios para la improvisación, la desconfianza, la pérdida de control y legitimidad ante la ciudadanía. El momento actual está marcado también por niveles elevados de represión, la que se expresa de diversas maneras, y a la vez genera descontento social.
Por otro lado, la situación externa es tensa desde un punto de vista político. Las sanciones de la administración Trump aparecen una detrás de otra, y apuntan directamente a los principales renglones de la economía cubana. Eliminación de categorías para limitar los viajes a Cuba de los norteamericanos, límites al envío de remesas, suspensión de vuelos, limitaciones para acceder al petróleo venezolano, entre otras medidas que alimentan la dinámica de confrontación entre los dos gobiernos, empeoran la situación económica interna, y generan fuertes presiones internas dentro de Cuba.
Por otro lado, el acuerdo con la Unión Europea parece ser un elemento esperanzador para el gobierno cubano en búsqueda de recursos económicos y legitimación política. Tristemente, el rumbo de las relaciones políticas y económicas del bloque europeo -en su conjunto- no parece estar encaminándose hacia la existencia de condicionamientos referentes al respeto y promoción de los derechos humanos. No obstante, de manera particular varios países europeos han instado al gobierno cubano a garantizar el respeto a los derechos humanos y pactos internacionales referentes a derechos políticos, civiles, etc.
En el caso de la región latinoamericana, que es el que más nos interesa en este trabajo, México no ha aparecido aún de manera significativa como un aliado importante de Cuba, ni política ni económicamente, a pesar de la alegría con la que el gobierno cubano ha recibido la elección de AMLO y de que este sea un político afín con la izquierda. El cambio que no ha ocurrido en Nicaragua y Venezuela tampoco ha favorecido al gobierno cubano, por el contrario, cada día se deteriora más la imagen política del gobierno y la situación económica como consecuencia de la situación existente en Venezuela. Las relaciones con Brasil siguen mermando, los médicos han regresado, ya no están las inversiones de los tiempos de Dilma, y existe una condena clara del gobierno brasileño hacia el sistema imperante en Cuba, lo que sierra las posibilidades en los próximos años de que Brasil vuelva a ser un importante socio económico y político de Cuba.
Por último, las relaciones con China y Rusia. En el caso de China, un importante socio comercial (segundo en 2018) y con posibilidades de que se expandan las relaciones económicas siempre y cuando esto ocurra en condiciones de mercado, lo que si bien es positivo para el gobierno cubano, plantea el reto de responder con eficiencia, productividad, seriedad, y sin esperanzas de ser subsidiados por el gigante asiático. De este modo, las relaciones económicas con China imponen la necesidad de una reforma estructural del modelo económico cubano, lo cual genera importantes presiones políticas y sociales. En segundo lugar, el papel de Rusia que en cierta medida es similar al de China, no volverán los tiempos de la Unión Soviética, no volverán los tiempos en los que Rusia otorgue créditos benévolos y luego los perdone; Cuba ha de superar importantes obstáculos del modelo actual para estar a la altura de este socio comercial y poder profundizar vínculos económicos de manera que se reviertan en mayor prosperidad hacia lo interno. Políticamente, Rusia tiene mayor influencia que China, pero ninguno de los dos países, ni ambos en conjunto otorgan la legitimidad o el reconocimiento que el gobierno cubano necesita frente a sus ciudadanos; y ninguno de los dos estará dispuesto a sostener la economía cubana como lo hacía hasta hace muy poco Venezuela, de manera que aunque sean socios poderosos, la evolución de las relaciones con ellos están condicionadas a que Cuba reforme su sistema económico.
¿Qué significa para Cuba -política y económicamente- esta nueva coyuntura latinoamericana?
La nueva situación de la región, no considero que represente un factor capaz de transformar el panorama anteriormente descrito. Al contrario, de cierta manera se corresponde con el panorama anterior a pesar de que ahora la izquierda sea más fuerte políticamente en la región.
Económicamente la región se encuentra en un proceso de estancamiento económico importante, lo que no va a cambiar con la reelección de Evo Morales ni con el regreso de los Fernández en Argentina. Las relaciones de Cuba con Venezuela se continúan deteriorando y ninguno de los países en los que la izquierda y el socialismo se están haciendo presentes se encuentra en condiciones económicas de subsidiar a la economía cubana, tampoco es previsible una recuperación económica de Venezuela mientras continúe el modelo socialista que encabeza Maduro.
Desde un punto de vista político, Cuba encontrará mayor respaldo en las instituciones y foros regionales, aliados en la lucha contra el neoliberalismo y el imperialismo, y algunos acuerdos de colaboración que sin lugar a duda no serán determinantes para sacar al país de la crisis en la que se encuentra. Avizoro en los próximos años un nuevo intento por solidificar el llamado socialismo del siglo XXI, nuevas alianzas regionales entre los países de izquierda, y un nuevo fracaso que demostrará la inviabilidad de estos sistemas una vez más. De esta manera, la conclusión que me parece lógica es que el regreso parcial de la región a la izquierda es bueno para la propaganda estatal del sistema cubano en el corto plazo, pero poco aportará desde una mirada económica y política, para que Cuba logre de una vez la prosperidad, la democracia, la paz y la felicidad que se merece. En realidad, la coyuntura regional es positiva para Cuba, pero no en el sentido que los medios oficiales la han entendido (fortalecimiento del sistema imperante, expandir el socialismo en la región, etc.), su impacto positivo radica, en que si se hace una buena lectura de ella, y se analiza la historia reciente de América Latina (dejando de lado los sesgos ideológicos), será posible comprender que la solución a nuestros problemas es la reforma estructural del sistema político y económico imperante, y no la dependencia infantil e irreal de los ciclos políticos latinoamericanos.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.