Martes de Dimas
En los 120 años que separan la Cuba de 1902 de la actual, los cambios de hombres y de sistemas no impidieron que el país transitara hacia la más profunda crisis de su historia. La causa principal de tal retroceso está, esencialmente, en la ausencia de libertades y la incapacidad gubernamental.
El espíritu emprendedor de los cubanos, demostrado a través del tiempo, tanto dentro como fuera de la Isla es capaz de sacar a nuestra maltrecha economía del abismo en que se encuentra; pero dicho espíritu resulta insuficiente para lograr el progreso sostenido que la nación requiere si no se le presta la debida atención a los factores causantes de la actual crisis.
El 71 aniversario de la muerte del político y periodista Eduardo René Chibás Rivas es una oportunidad para detenerse en uno de los males de nuestra historia política: la corrupción.
Locuaz, osado y excéntrico, Chibás debutó en la vida pública en 1925, integró los directorios estudiantiles universitarios (DEU) de 1927 y de 1930, guardó prisión y estuvo exiliado. Militante del Partido Auténtico, electo delegado a la Asamblea Constituyente de 1940, representante a la Cámara y Senador de la República, fundador en 1947 del Partido Ortodoxo y candidato a las elecciones presidenciales de 1948 y 1952.
Con el lema “Vergüenza contra Dinero” y el símbolo, una escoba para barrer la corrupción[1], Chibás encabezó un movimiento contra la corrupción político-administrativa. Los malos políticos –decía– le roban al pueblo para enriquecerse; todas las luchas políticas nacionales tienen su origen en la falta de honradez; es indispensable por lo tanto, poner las riendas de la República en manos limpias.
Su acierto: llamar la atención sobre la corrupción; su error: reducir la moral a la honradez administrativa. La simplificación del concepto le permitió emplearlo como arma política, pero lo inutilizó como instrumento de los cambios que requerían tanto la clase política como el pueblo cubano.
Sus denuncias y polémicas conformaron un estilo en la política basada en el uso intenso de la libertad de prensa, especialmente de la radial, con la cual ocupó los primeros planos del interés público. Sus constantes descalificaciones y acusaciones lo caracterizaron: en 1939 acusó a Blas Roca de traidor; en 1942 inculpó al jefe de la Policía de extralimitarse en sus funciones; en 1945 acusó al ministro Carlos Miguel de Céspedes por la venta de un pedazo de la calle Paseo; en 1946 dijo que en el orden educacional Grau había hecho efectivo lo que fue sueño de Martí y anhelo de Estrada Palma, que la república contara con más maestros que soldados, pero en 1948 lo calificó de émulo de los Borgia[2], de ser el mayor simulador que ha dado el mundo desde los tempos de Calígula; en 1950 acusó al presidente Carlos Prío por el asalto a un juzgado correccional; y así sucesivamente.
Calificado de loco, respondía: prefiero ser un loco con vergüenza que un ladrón desvergonzado. Carlos Prío, por su parte, al ganar las elecciones de 1948 expresó: Chibás ha sido toda su vida un farsante. No es precisamente loco, sino un anormal. Chibás no sabe donde tiene el corazón[3] ni conoce la existencia de la verdad.
La muerte estaba en su quehacer y su discurso. En enero de 1948, en una asamblea del Partido, saltó sobre una mesa y gritó: !Tiren al corazón! ¡La Ortodoxia necesita un mártir!. En mayo de ese mismo año, durante un recorrido electoral por el Oriente del país apuntó: El día que Chibás crea advertir una extinción o una merma en el amor ciudadano, se parte de un balazo el corazón, no por cobardía ante el fracaso, sí para que su inmolación conduzca a la victoria de sus discípulos[4]. El 5 de agosto de 1951, al no poder probar la acusación contra Aureliano Sánchez Arango, ministro de Educación, se hizo el disparo que puso fin a su vida.
Su experiencia dentro del autenticismo, donde fue vocero y senador durante el gobierno de Grau, lo llevó a la conclusión que: en un Partido, las ideas fundamentales tiene mucha importancia, pero también tienen una importancia vital los hombres que van a ponerlas en práctica. Consideraba al partido Ortodoxo como la única fuerza política que brinda al pueblo de Cuba una nueva perspectiva, la única que abre nuevos cauces al país: cauces de probidad y de grandeza.
Las encuestas lo daban como favorito para imponerse en las elecciones de 1952, pero al no poder probar la acusación que había realizado contra Aureliano[5] por la supuesta adquisición de un reparto residencial en Guatemala, lo condujo al intento de “suicidio” durante su acostumbrada hora radial, desde donde lanzó el “último aldabonazo” a la conciencia cubana: ¡Pueblo de Cuba, levántate y anda! ¡Pueblo cubano, despierta! Seguidamente se disparó en la ingle.
Chibás concibió un paraíso perfecto construido desde su imaginación para imponerlo a una realidad compleja, expulsar a los ladrones del poder y situar en su lugar a un hombre honrado, servidor de la nación. Ese hombre tenía que ser su propia persona, que no apetecía ni necesitaba del patrimonio nacional. Los cambios que propugnaba tenían que realizarse desde el esquema del personalismo y el caudillismo, dos de los fenómenos culturales más negativos y arraigados en nuestra historia política.
Imbuido de ideas mesiánicas sobre la historia, la moral y la política, su muerte demostró la imposibilidad de realizar cambios sociales positivos desde esa óptica, en una nación en formación, donde los aspectos ético-morales siempre fueron deficitarios.
Por ello golpeó desesperadamente en la conciencia de la ciudadanía indiferente: “Pueblo de Cuba, despierta”; pero la realidad era otra. Sus polémicas y acusaciones, en cambio, coadyuvaron al estado de ingobernabilidad que condujo al Golpe de Estado de 1952 y a la Revolución de 1959; mientras el mal de la corrupción, antes limitado a la conducta de algunos gobernantes, devino corrupción generalizada.
Su ejemplo confirma la imperiosa necesidad de la formación de los cubanos para actuar como sujeto de los cambios; para que la política, monopolizada por figuras o élites, por el personalismo, el mesianismo y el uso del poder público como coto privado, no vuelva a imponerse en el futuro.
El valor de la experiencia de Chibás para la Cuba que renacerá, radica en la necesidad de erradicar todo lo que impida la libertad de los cubanos para participar en el destino de su nación como sujetos activos.
Lleida, 11 de agosto de 2022
[1] Escoba enviada a Chibás en junio de 1944 por la fracción auténtica del central Jagueyal.
[2] Los Borgia, familia cruel española influyente durante el Renacimiento. El papa Alejandro VI (Rodrigo de Borgia) Juan, Lucrecia y César, son algunos de sus miembros más conocidos.
[3] Carlos Prío se refiere al disparó que Chibás se realizó en noviembre de 1939 y que lo catapultó al segundo lugar en la votación para delegado a la Constituyente por el Partido Auténtico.
[4] Newton Briones Montoto. General regreso. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2005, p.82
[5] Aureliano Sánchez Arango (1907-1916), abogado, político y profesor universitario; cofundador del Partido Auténtico; ministro de Educación durante el gobierno de Carlos Prío.
- Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
- Reside en La Habana desde 1967.
- Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
- Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
- Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
- Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
- Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).