CUBA 2024: ANNUS HORRIBILIS

Lunes de Dagoberto

Mañana terminará este año 2024. Podemos afirmar, sin lugar a ninguna duda, que ha sido para Cuba y los cubanos lo que los antiguos latinos llamaron annus horribilis, expresión clásica que se usaba para hacer el balance al finalizar un año excepcionalmente malo. El significado es evidente, el Diccionario de la Lengua Española lo traduce como: “año terrible” o “año de gran calamidad”.

Cuba ha vivido el peor año de su historia conocida. Lo reiteramos. Es preciso tomar conciencia de esta inmedible catástrofe. Cerrar los ojos ante esta crisis humanitaria; esconder la cabeza en el hoyo de la alienación; disimularla, esconderla, disminuirla o menospreciarla, es una verdadera ofensa a la dignidad del pueblo cubano.

Peor aún es atribuirle, a esta calamidad sin límites, una causa falsa, indirecta o foránea. No enfrentar la responsabilidad de esta crisis terminal e indescriptible es inhumano, injusto y éticamente inaceptable. Echar fuera la culpa que tenemos todos los cubanos, pero en mayor medida los que tienen mayor responsabilidad, es peor que la misma crisis, porque pone al descubierto la insensibilidad, la irresponsabilidad de las personas que no la asumen y cambian, y las verdaderas entrañas del sistema que la produjo. Ocultar la causa de un desastre es condenar a las víctimas a seguir sufriendo sus consecuencias. Ninguna consecuencia cambiará sin cambiar la causa de raíz que la produce.

Es vox populi, por todos oída, y por muy pocos disimulada, cuál es la causa y cuál la dimensión del desastre antropológico, económico y social. Es patente y comprobable el estado de tensión, malestar y rechazo de la mayoría de los cubanos ante el descalabro y la devastación. No se trata de opinión política, ni de crítica amarga, ni de tremendismo, nada de eso, se trata de la realidad que estamos viviendo, de la experiencia que estamos sufriendo, de la falta de proyecto y oscuridad de métodos en que estamos sumidos.

Ocultarlo es patético. Justificarlo es un crimen moral. Reconocerlo es simple honestidad. Cambiar es un deber cívico. Demorar el cambio es perverso.

Al terminar este año horrible de 2024, Cuba tiene que cambiar, los cubanos tenemos que cambiar. Nada debe seguir igual. El cambio debe ser ágil, pacífico, profundo y bien pensado. El cambio tiene que ser ya.

2025: ¿un annus mirabilis?

El Diccionario de Cambridge define el annus mirabilis como “un año de acontecimientos sumamente buenos” y “que serán recordados por mucho tiempo”. Otros significados de esta locución latina son: “año del milagro”, “año de la maravilla”. También “año prodigioso” o “año de acontecimientos memorables”.

Precisamente por constatar lo horrible de la situación en Cuba al terminar este año 2024, es que crece y se afianza mi esperanza realista, una esperanza cierta: 2025 será, muy probablemente, un año de acontecimientos sumamente buenos y memorables. Ya lo decía mi abuela: “lo bueno que tiene esto es lo malo que se está poniendo”. No se trata de masoquismo, ni de alegrarse de lo malo, se trata de la sabiduría popular que percibe que “no hay parto sin dolor”, que mientras peor esté la situación más necesario y rápido será el cambio, porque la situación es patentemente irresistible. El estado de opinión es real y claro. Esto se ve a diario, cada vez más, en todos los sitios, y eso es acumulativo.

Es más, considero que va contra toda razón que algo que empeora por minutos no esté abocado a cambiar. Creo firmemente que el año 2025 será un año para recordar, para cambiar, para reemprender, para reconstruir.

En previsión de ese cambio inminente;

como adelanto de todo lo bueno que construiremos;

porque confío en que no esperaremos a que otros vengan a hacer el cambio;

porque espero en que cada uno de nosotros, los cubanos, asumiremos nuestra responsabilidad personal y pondremos nuestro granito de arena para que el cambio en Cuba sea para bien, sea pacífico, sea entre todos y sea ya.

Por todo esto, puedo decir y digo:

¡Bienvenido el 2025!

¡Que 2025 sea un año nuevo de verdad!

¡Feliz año 2025, año memorable para Cuba!

Hasta el próximo lunes, y el próximo año, si Dios quiere.

 


  • Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
  • Ingeniero agrónomo. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
  • Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
  • Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2007.
  • Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
  • Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
  • Reside en Pinar del Río.
Scroll al inicio