Por Eduardo Mesa
Quiero dedicar este libro a Gilda, Eleonora y Eduardo, ellos son mis compañeros de viaje. A Lilliam Moro que propició este reencuentro con la poesía gracias a su “Obra poética casi completa”. A Roberto Fandiño y Luis Bartolomé, a quienes recuerdo con gratitud y espero encontrar, junto a otros buenos amigos, cuando mi viaje llegue a su fin. A Dagoberto Valdés Hernández, al equipo editorial de la Revista Convivencia y a todos los cubanos que perseveran en la esperanza de ver a Cuba libre.
Por Eduardo Mesa
Quiero dedicar este libro a Gilda, Eleonora y Eduardo, ellos son mis compañeros de viaje. A Lilliam Moro que propició este reencuentro con la poesía gracias a su “Obra poética casi completa”. A Roberto Fandiño y Luis Bartolomé, a quienes recuerdo con gratitud y espero encontrar, junto a otros buenos amigos, cuando mi viaje llegue a su fin. A Dagoberto Valdés Hernández, al equipo editorial de la Revista Convivencia y a todos los cubanos que perseveran en la esperanza de ver a Cuba libre.
ERA UN LUGAR DONDE FALTABA EL AIRE
y había que pagar deudas que contrajeron otros,
a eso se reducía nuestra casa,
con las puertas cerradas
para que no llegara más desdicha,
y una lista muy larga de miserias
que fuimos aprendiendo,
lentamente, en colas, en atajos.
Era un lugar,
un miedo,
vulgar y colectivo,
tejido por las sombras,
por demiurgos,
que hicieron una fiesta
y lanzaron al fuego nuestros libros.
Era un país donde te desnudaban,
donde tu intimidad se desprendía de todos los pudores,
y no había que matarte porque ya estaba roto el valor.
Por eso nos marchamos de ese lugar tan triste
y la idea de volver no es un regreso,
ni capitulación de la memoria
que pueda redimir a nuestros muertos,
las víctimas que esperan por nosotros,
y por cualquier palabra verdadera.
Nadie conoce el día final de tanta ausencia,
pero a la vuelta seremos otra cosa,
y ese país que habita en los recuerdos
será por fin la casa,
donde tenga lugar el arcoíris
o conjuro final de los demonios
que un día la sitiaron,
las tinieblas en franca retirada,
los demonios del odio y de la envidia.
SE ACERCA EL FIN DE NUESTRA LARGA NOCHE
o acaso es otra burla,
otro espejismo.
En el hombre la luz siempre resiste,
poco o nada sabemos del que calla
su miedo y su tristeza.
Es peligroso el hombre en su silencio,
en su rabia de ayer que sigue viva,
hay esporas de luz que caen al suelo,
el viento las esparce
y resucita
lo que parece muerto.
Dios no abandona nunca a los que callan,
el grito siempre está en alguna parte,
la hora de sacudirnos tanto enojo,
de ajustar cuentas con la larga noche
que ha servido de manta al carcelero,
al mayoral, al cómplice.
Cuidado con los hombres que ahora callan,
o gimen,o se esconden,
porque el límite es parte de un misterio
que halla su amanecer.
Cuidado con el truco del sombrero
la sangre no es ajena a las auroras.
A LO MEJOR ES HOY Y NO MANAÑA
porque el hombre se cansa de su miedo.
Lo que invita a morir en la esperanza
es un algo vital que conservamos
del hombre que gozaba el paraíso,
los demonios lo saben y se espantan,
esa vida sin mal que nos habita
puede romper el cerco, la coraza,
y soplar las cenizas.
A lo mejor es hoy y no mañana,
el momento preciso de la aurora,
y pobre del que espere en su balance,
del que invite al dogal de la prudencia
para no amanecer.
A lo mejor es hoy y no mañana,
porque es fácil matarnos,
pero la vida tiene que estar viva,
nadie puede torcer ese designio que viene de lo alto,
y se encuentra en hombre con el hombre.
EL TIEMPO DE LAS SOMBRAS SE HA HECHO LARGO,
queda una costra dura,
un daño germinal en los que han sido
expuestos a la oscura pirámide del miedo,
que abruma, que vacía,
que rompe los tendones de la dicha,
el bien y los sentidos.
El tiempo de las sombras se ha hecho largo,
hemos visto morir a nuestros héroes
y la maldad también ha envejecido,
como un falso consuelo
o el embuste,
que uncimos en el carro de la vida,
medio buena,
casi de cara al sol,
aunque sabemos
que el mal también es nuestro,
que dejamos entrara a nuestra casa
y se hiciera de todos los trajines
casi sin darnos cuenta,
por el ojo del otro,
por desidia,
por el instante del aplauso.
Para esta sombra que nos cubre,
pertinaz y promiscua,
poner el corazón sobre la mesa
es la única esperanza que nos queda.
NADA ES MÁS TRISTE QUE ESE OLOR DE AGUA,
algo he perdido ya que no recobro,
han muerto los de ayer y otros no viven.
Largo es el inventario de esta pena,
que descansa en los sueños mal soñados
y ahora es el purgatorio donde habita
nuestra sangre dispersa.
Cómo salvar el alma de una isla,
si el ombligo es el centro,
si el espejo,no nos deja mirar al horizonte.
EL HOMBRE NADA LLEGÓ PARA QUEDARSE
es el hijo mayor del hombre nuevo,
sólo quiere comer, fumar, el sexo ,
no le importan la muerte,
ni la patria.
Este es el hombre nada, compatriotas,
nuestro hermano también, entre nosotros,
con la media verdad bien aprendida
en los predios del mal que fue su casa.
Algo de su vacío se contagia
en la nada que aturde,
que dispersa,
y arriba a este confín en otro carro
armada hasta los dientes.
Este es el hombre nada
nuestro prójimo,
criatura de una noche muy larga,
que homologa los males a su antojo,
que corrompe los bienes de la sangre.
Nos une la raíz de una nostalgia
que no puede arrancarse,
nos salvamos con él o hemos perdido,
también, esta batalla.
HABLAR CONTIGO ES UNA COSA SERIA
porque Tú me remites a mí mismo
y me pones al pie de Tu silencio
donde no hay distracciones,
ni hojarasca.
Aparece lo humano cuando callo
y asusta tu Presencia;
duele ser Dios en estos días,
nadie quiere saltar contigo a lo profundo,
donde ocurre el encuentro con el otro
que dejamos al borde del camino.
El exacto valor de la miseria
que cubre nuestras vidas,
que nos deja,
el cetrino color de la estatuas muertas.
Eduardo Mesa (La Habana, 1969).
Ha publicado “El bronce vale y otras crónicas” (Editorial Silueta, 2011).
Es coautor de “Homenaje a Pedro Claro Meurice Estiú” (Editorial Silueta, 2012).
Fundador de la revista católica Espacios.
Coordinó la revista Justicia y Paz, de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y el boletín Aquí la Iglesia.
Participó en los consejos de redacción de las revistas Palabra Nueva y Vivarium.
Ganador de los premios de poesía Ada Elba Pérez y Francisco Manzano.
Ha colaborado con las revistas Vitral, Convivencia y Conexos.
Edita el blog Fe de Vida.