Adquirir alimentos y artículos de aseo en las tiendas recaudadoras de divisas desde hace tiempo es todo un reto y un sacrificio para la familia cubana. Ante la actual pandemia del COVID-19, que se sumará a la crisis económica existente en el país, más los ánimos caldeados de tanto preservar la calma ante las diferentes problemáticas arraigadas durante años, tiene a los ciudadanos sufriendo y al borde del colapso.
Desde tempranas horas las calles principales de las ciudades provinciales están abarrotadas de personas, muchas pasan la noche o madrugada de guardia para garantizar un turno en las tiendas para comprar lo que esté disponible en ese momento o pueda llegar a lo largo del día. Mayormente se observa un clima de crispación, amontonamiento y desesperación entre la población, y no es para menos, es el resultado que devuelve la situación existente en el país.
Nos encontramos ante una crisis dentro de otra crisis que se ha remendado innumerables veces y siempre devuelve resultados similares. Con la diferencia de que actualmente la mayoría de los cubanos reconoce su derecho a la libre expresión, a la libre movilidad, a la libertad de culto y defiende sus derechos.
Dentro de los problemas existentes son notables los revendedores, los acaparadores, los dependientes que revenden la mercancía a los revendedores, los vendedores de turnos en las colas, los que se hacen pasar por limitados y no lo son, entre otros. Pensar que el problema radica solo en ellos es un error, y no le resto responsabilidad a los que acaparan, a los que revenden turnos a muy altos precios, lo cual no está bien; pero estos escenarios son el resultado que la raíz del problema y el momento propician.
En la provincia de Pinar del Río probaron la venta de estos productos de primera necesidad a través de la libreta de abastecimiento, para unos no era viable, para otros facilitaba la compra de los artículos. De igual forma esto duró solo un mes, luego dejó de funcionar sin más explicación.
No tengo dudas de que el Estado y los directivos y trabajadores de las empresas estatales encargadas de la distribución y la venta de estos productos están al tanto de todo lo que sucede, pero se le va de las manos, porque mientras más intenten regular, más crispación y desenfreno visibilizan en la población. ¿Será que la mejor solución que ven es dejar que todo siga igual?
En la hora más crítica del ser humano, la supervivencia se vuelve la base de todo y es una necesidad humana irreversible, pero el amor y comprensión por el prójimo es un sentimiento humano que no podemos olvidar nunca. Reflexionar y definir de dónde viene el problema, nos va a brindar las soluciones.
- Rosalia Viñas Lazo (Pinar del Río, 1989).
- Miembro del Consejo de Dirección del CEC.