Entre 2002 y 2014, la clase media de América Latina y el Caribe casi se duplicó y alcanzó a 186 millones de personas, según la agencia EFE.
Aunque no tenemos datos, podemos decir que también en Cuba la clase media ha aumentado. Gracias a Dios, en la actualidad, la clase media emerge, mayoritariamente como producto del trabajo por cuenta propia legal o ilegal.
Durante mucho tiempo, las posibilidades de mejorar el nivel de vida dependieron de la manera y el grado de compromiso con el sistema político. Solo podían acceder a recursos con precios asequibles para un salario, los funcionarios del Estado, los militares, los trabajadores que resultaran “destacados” (para lo cual hace falta cumplir con las exigencias políticas).
Aunque no han desaparecido los privilegios de la clase política y militar, ya no solo del compromiso político depende el bienestar de los cubanos. Hay pequeños empresarios muy exitosos, que han sorteado los numerosos obstáculos a la iniciativa privada y hacen buenos negocios, en ocasiones ilegalmente, pero trabajando mucho y bien.
Que la clase media en Cuba crezca y se distinga es un avance innegable. ¿Por qué entonces continuar entorpeciendo su desarrollo?
Aunque alguna vez hayamos pretendido la igualdad plena, como diría George Orwell, unos han sido más iguales que los otros. Aceptando la existencia, hasta el momento inevitable, de diferentes clases sociales, el problema ético de una sociedad es que la diferenciación entre ellas sea justa, dependiendo en mayor medida de aspectos como el grado de riesgo que se asuma, el trabajo que se realice, del esfuerzo, de la capacidad, de la responsabilidad de cada cual. Cuestiones todas que dependen de la persona.
Si de verdad queremos avanzar también en justicia social, no podemos seguir con la mentalidad de que debemos ser iguales, bajando a los que quieran y puedan subir. A veces parece que esperamos que quien tiene algo de dinero nos deba una disculpa por no ser pobre.
Lo más indicativo de que avanzamos, es que cada vez más cubanos podamos entrar en la dinámica de la clase media: trabajar y ganar dinero suficiente para aumentar nuestro nivel de vida y no solo para subsistir. Y no solo es signo de que avanzamos económicamente, sino que tiene un contenido social, porque cada cubano en la clase media es uno menos en la clase baja y puede ser también un indicador de freno a la clase de mayor poder económico.
Crear todas las condiciones para que aumente la llamada clase media, debe ser una prioridad para el nuevo gobierno cubano. Liberar todas las trabas que tiene el desarrollo económico personal, hará prosperar la economía de la nación, siempre que se logre un ambiente de responsabilidad.
Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.