Miércoles de Quintana
Los recursos económicos son escasos dondequiera. No sobran. Por ello es tan importante tomar la mejor decisión a la hora de elegirlos para un emprendimiento. Cuando usted elige uno de entre la gama que se le ofrece, pierde la oportunidad de invertir en las que descartó. Esa oportunidad tiene un valor, el de cada uno de los negocios rechazados, el del mejor de los restantes luego que usted hizo su elección. Se convierte así en un costo de oportunidad. Es pues el costo de oportunidad, el valor de la mejor alternativa entre las no elegidas.
Como en Cuba no se habla en voz alta de este concepto, le adelanto que se trata de un costo decisivo en cualquier economía. Más en la nuestra.
Me identifico: creo que el bloqueo económico implantado por Estados Unidos de Norteamérica contra la economía cubana ha sido una máquina bélica de gran eficiencia. Ha cumplido su papel en el largo plazo. Ha disminuido y desordenado la economía cubana hasta el punto de tenerla casi en el fondo del abismo. Y para ello ha contado con los efectos de la infinita presencia de costos de oportunidad no gerenciados o no incorporados al análisis de la realidad. Me explico: el bloqueo crea condiciones para que los decisores, en cualquier nivel de la estructura económica, no puedan tomar las mejores decisiones. Toman las decisiones que las circunstancias de escasez, inoportunidad, limitaciones y prohibiciones permitan. Una cuasi infinita gama de buenas y excelentes decisiones han sido descartadas durante seis décadas. Los decisores han decidido, en millones de oportunidades, lo que las circunstancias les han impuesto, generando con ello un costo de oportunidad silente y devastador. No trato de disculpar a los malos decisores oficiales. La crítica de que han sido objeto es tan abundante, sistemática y parcializada, que no me siento motivado a aumentarla. El mérito de esos señores ha sido sobredimensionado. El protagonista de esta obra es el bloqueo.
Para ilustrar lo dicho hasta aquí, se me ocurre hablar de la agricultura. Dirigentes del primer nivel del gobierno recorren el país orientando a los empresarios agrícolas a sembrar más. Como no hay fertilizantes, ni riego, ni plaguicidas, se urge a los productores a lograr por la vía extensiva lo que no es posible por la vía del incremento de la productividad de la tierra. Sembrar más hectáreas para cosechar, al menos, lo mismo. Esto genera otro costo desconocido para los cubanos de a pie: el costo marginal. El costo de producir una tonelada adicional de productos en tierras mal preparadas, carentes de los servicios culturales necesarios. Esos costos marginales superan los costos medios de cualquier época pasada. Es una gran decisión nacional encaminada a luchar contra el hambre inminente. Una decisión obligada, que deja las mejores alternativas fuera de la ecuación debido a circunstancias inevitables. Una decisión que genera un costo de oportunidad nacional de incalculable valor.
Otros costos de oportunidad silentes y que invisibilizan pérdidas al no ser tomados en cuenta por los análisis contables, son los generados por la subutilización de las capacidades instaladas en las empresas de todos los sectores, incluyendo el turismo. Se asombran los analistas oficiales de la existencia de muchas empresas con pérdidas. Pero se asombrarían más si se percataran de que hay muchísimas empresas con utilidades contables que tienen grandes pérdidas económicas debido a la subutilización de sus capacidades y los costos de oportunidad asociados.
Si se incorporan en los análisis del desempeño económico de las empresas los costos marginales, la utilización de capacidades y los costos de oportunidad asociados, se llega a la conclusión de que el bloqueo no se levanta porque es eficiente, bien calculado y eficaz para promover la banca rota y el desorden que, según Trotsky, es el mejor aliado del que intenta derribar un gobierno.
- José Antonio Quintana de la Cruz (Pinar del Río, 1944).
- Economista jubilado.
- Médico Veterinario.
- Reside en Pinar del Río.