Las “regulaciones” al trabajo privado y la desconfianza

 

Lunes de Dagoberto 

Las recientes “regulaciones” que el Estado cubano ha impuesto a muchos de los trabajadores privados, llamados todavía “trabajadores por cuenta propia”, argumentando que es necesario eliminar una serie de ilegalidades, lo que ha incrementado mucho más es el grado de desconfianza entre el ciudadano y las autoridades. El clima es que todo puede ser revertido y todo puede ser delito. Así no es respirable la vida.

La gran mayoría de las ilegalidades ocurren a causa de la inexistencia de mercados mayoristas que el propio gobierno que quiere “regular” no ha querido instituir. La pregunta es por qué no ha querido legalizar el mercado mayorista que sería una solución efectiva para el mercado “por la izquierda”. ¿Por qué le teme a la acumulación de propiedades y a la acumulación de riquezas de los ciudadanos?

Lo que provocan todas estas medidas restrictivas que retrotraen ciertos grados temerosos de apertura a una economía de los ciudadanos, es el miedo a lo que ya es visible, comprensible y convincente: el trabajo ciudadano y la empresa privada son más eficientes, crean más riquezas y traen más prosperidad para el pueblo, municipio o provincia en los que se desarrollan. Dos botones de muestra dentro de Cuba: Viñales y Trinidad. Dos realidades absolutamente diferentes antes y después de que se aprobara el trabajo por cuenta propia. El que tenga ojos para ver que vaya a estos dos pequeños y pujantes municipios.

La empresa estatal centralizada, en general, solo produce “cuentas por pagar y cuentas por cobrar” entre negocios del mismo dueño y, además, crea una masa de trabajadores insuficientemente asalariados que “hacen como que trabajan” argumentando que el gobierno “hace como que le paga”. Los mejores ciudadanos, los más emprendedores, los más agiles, emigran hacia el sector privado… y ahora se encuentran con el frenazo de las regulaciones. Que por cierto no es para incrementar los servicios sociales puesto que el mismo gobierno acepta una reducción de las inversiones en varios de estos campos a los que debería ir prioritariamente el monto de los impuestos recaudados del cuentapropismo.

Lo peor de este bloqueo a la iniciativa y el progreso de los emprendedores, no solo es el daño económico que inflige a la economía privada y pública, sino el visible incremento de la desconfianza en la buena voluntad de las autoridades hacia la iniciativa y la prosperidad de sus ciudadanos. La sospecha de que todo puede volver atrás y de que el enemigo a mi progreso es el Estado, aunque no se diga en alta voz, aunque solo se comente entre familiares y amigos, es un daño sordo a la credibilidad, la estabilidad y la prosperidad de los cubanos.

Las propuestas:

  1. Que el gobierno legalice el mercado mayorista.
  2. Que el gobierno no cierre lo que abrió, ni paralice lo que dinamizó: “pa’trás ni pa’ coger impulso”.
  3. Que el gobierno acepte, ante la evidencia, legalice todo trabajo privado honesto, incluyendo el de profesionales y elimine el bloqueo a la iniciativa privada, aboliendo la lista restrictiva de oficios medievales.

Hasta el lunes, si Dios quiere.

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