A menos de un mes de terminar el primer semestre del 2018, aún no se anuncia nada en Cuba de la “vuelta a la normalidad” de las licencias para ejercer el trabajo por cuenta propia. Ya, a casi un año de su cierre, en agosto del pasado año, cuesta convencer a la gente de que no será definitivo el freno al otorgamiento de licencias para una gran parte de los oficios que estaban permitidos según la “lista” puesta en vigor hace aproximadamente 10 años.
¿Cuánto puede demorar un análisis que solo se realiza para ordenar lo que estaba establecido, según explicaron las autoridades?
Otra vez el trabajo por cuenta propia, que al decir de algunos analistas no representa nada para el cambio en Cuba, se evidencia como una molestia para la centralización de la economía y el control social. Ya en el año 1998 se produjo un cierre, con características diferentes pero que provocó una disminución, casi desaparición de los cuentapropistas en Cuba. En la actualidad, no ha sido propiamente un cierre, sino un freno al surgimiento de nuevos empresarios.
Parece que podemos pensar que el empoderamiento gradual y sostenible de los pequeños empresarios cubanos, hizo reflexionar al gobierno cubano sobre la conveniencia del aumento de la cifra de cubanos que escapan del control económico del Estado y que, los que no se dejaban convencer de que el cierre era temporal, tenían razón. Un año es más que poco tiempo.
Por otra parte, tampoco se dan pasos para la eliminación de la doble moneda. De anunciarse en la anterior sesión del parlamento cubano, la complejidad de ese cambio, a no decirse nada al respecto en la última sesión. Las cuestiones complejas pueden simplificarse, realizándolas paso a paso. Pero no se ha informado sobre los estudios y debates para resolver una malformación económica que se extiende por más de 20 años.
Es notable la profundización de la crisis económica, impulsada por las recientes lluvias, y manifiesta en la escasez de productos de primera necesidad (incluyendo medicamentos importantes), escasez de empleo, aumento de precios (sobre todo de productos alimenticios), empeoramiento del fondo habitacional, así como la disminución de la calidad de productos y servicios.
Tenemos nuevo gobierno. Es su obligación crear las condiciones para que esta realidad deje de repetirse cada año. La seguridad de la ciudadanía es condición para su soberanía. La soberanía se tambalea cuando el ciudadano está inseguro y desprovisto. Los discursos de llamado a la resistencia y al esfuerzo de los ciudadanos no funcionan si no se crean las condiciones y se alimenta la esperanza de un mejoramiento del nivel de vida.
Abrir al trabajo por cuenta propia definitivamente y sin discriminaciones para los profesionales o los que hacen mucho dinero de forma legítima y la eliminación de la doble moneda, acompañada de las medidas que protejan a los que sufran las consecuencias, serían una muestra concreta de voluntad de cambio del gobierno actual de Cuba, así como de que este es consciente de que no solo los ciudadanos tienen que esforzarse.
Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.