Con pocas o muchas palabras, pero que todos podamos entender

Por Néstor Pérez

La competencia pública e institucional en la sociedad actual exige muchas veces a las diferentes organizaciones, proyectos de la sociedad civil o partidos políticos un alto nivel académico e intelectual para su éxito…

Por Néstor Pérez

Marco Tulio Cicerón considerado uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República romana La competencia pública e institucional en la sociedad actual exige muchas veces a las diferentes organizaciones, proyectos de la sociedad civil o partidos políticos un alto nivel académico e intelectual para su éxito, pero con frecuencia sucede que en la búsqueda de dicha competencia intelectual para el éxito, se reduce también el espectro social centrándose en las elites de poder interno y externo. Tener en cuenta a todos y a la vez valorar en su justa medida el buen uso de un alto nivel intelectual, es la intención de este artículo.

“A buen entendedor con pocas palabras basta”, o “habló entre líneas”. Son frases que comúnmente escuchamos en escenarios difíciles y cuando esperamos una posición o un mensaje claro de parte de personas que normalmente se dirigen con carácter público, sea un diplomático, directivo oficial o personalidad de carácter religioso. Lo cierto es que un estilo rebuscado y sutil al hablar, no es un recurso que debamos objetar pero, ¿a los malos entendedores quién les explica con muchas palabras?

Si bien es cierto que la demagogia y los largos discursos que se pudieran considerar de poco nivel intelectual, muchas veces manipulan y distorsionan, también lo es que las pocas palabras y el alto nivel intelectual resultan en ocasiones en complacencia e indeterminación ante situaciones que exigen posiciones claras y firmes.

Mi intención es que tengamos en cuenta que detrás de las elites de poder y entendidas, existe una gran multitud simple y sencilla a la que debemos dirigirnos teniéndolas muy en cuenta, tal vez con unas palabras más. Si usted, en caso de que se considere entendido con todo el derecho de hacerlo, no hace un esfuerzo de humildad por abajarse y aterrizar sus ideales, sueños y prácticas a esa mayoría que puede parecer poco entendida, otro lo hará en su lugar, sea para defender su causa política, ecológica o religiosa o para enajenar y controlar. No refiero esta necesidad solo a nivel estratégico, que también lo es, sino que ha de considerársele un deber cívico y ético.

Los cubanos vivimos una cotidianidad muy dura bajo carencias y ausencia de oportunidades y libertades fundamentales. En medio de eso, el Gobierno y Estado cubanos, con toda su fuerza, no olvidan sus masas y bombardean a cada momento con su propaganda. Entonces ante el vacío y sin sentido propagandístico que esto significa para muchos, es más latente la necesidad de ser tenidos en cuenta en una vertiente de inclusión y respeto. Cada grupo, proyecto e iniciativa de la sociedad civil, tengamos muy en cuenta el poder del pueblo y su necesaria participación.La comunidad internacional, el cuerpo diplomático y el poder eclesiástico son sin dudas actores que cuentan y a los que respetamos, pero no el principal. Usted, mi persona y cada cubano en esta Isla y la Diáspora debemos ser los destinatarios y actores principales de la realidad diaria.

Así es que a buen entendedor pocas palabras y a los malos entendedores, las necesarias. Que de las pocas o muchas palabras sea evidente la convicción, posición y objetivos que tienen, tratando de no ser evasivos e inconsistentes con las pocas, ni demagogos y manipuladores con las muchas. Cuba y nuestra cada vez más pujante sociedad civil lo necesita. Que podamos progresar en la invitación de nuestro Apóstol José Martí: “Con todos y para el bien de todos”                                                

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Néstor Pérez González (Pinar del Río, 1983).

Obrero calificado en Boyero.

Técnico Medio en Agronomía.

Campesino y Miembro del Proyecto Rural “La Isleña”

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