Postales de San Luis XVIII. Foto de Maikel Iglesias Rodríguez.
La documentación recientemente entregada a presumibles inversionistas en la FIHAV 2014 bajo el concepto de Cartera de Oportunidades con su correspondiente Guía del Inversionista, es el más transparente desmentido a la aseveración de que la actualización del modelo cubano conducirá al socialismo.
En una búsqueda de palabras en las 168 páginas que consume la Cartera de Oportunidades, la palabra socialismo está ausente y socialista, aparece curiosamente para hacer referencia “al desplome del campo socialista” (p. 137). Revolución queda como parte del nombre de un documento (p. 4), como una referencia temporal del pasado (p. 137) y en la dirección de un ministerio ubicado en el municipio Plaza de la Revolución. El término sindicato obligatoriamente controversial cuando se habla a capitalistas, solo se puede encontrar en la página 152 dedicada a la Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos, cuando se especifica que “la empresa trabaja en la búsqueda de agencias, sindicatos y aseguradoras (extranjeras) que desean utilizar estas clínicas para el envío de pacientes (…)”
Resulta más significativa aún la poca o nula presencia de estos términos clave, en la Guía del Inversionista, un texto de 52 páginas definido como “un documento que ubica a Cuba dentro del contexto internacional, y refleja sus potencialidades de inversión, ambiente, cultura e indicadores sociales”. Pues allí tampoco aparece la palabra socialismo en ninguna parte, mientras que el término socialista se encuentra una sola vez bajo el subtítulo “Sistema político y de Gobierno” (p. 11), pero no para definir al sistema, sino como adjetivo que califica el tipo de propiedad que existe sobre los medios fundamentales de producción. Otro tanto vuelve a ocurrir con el concepto Revolución, que aparece en tres ocasiones pero siempre como parte de algún nombre propio, ya sea de un documento (p. 15), para identificar al primero de enero como día feriado (p. 40) o en la dirección de una empresa situada en el municipio Plaza de la Revolución (p. 49).
La idea que algún sindicato pudiera defender los intereses de los trabajadores contratados no es mencionada, ni siquiera en el capítulo referido al Régimen Laboral y de Seguridad Social, donde sí se aclara que los trabajadores (con excepción de los integrantes de su órgano de dirección y administración) son contratados por una unidad empleadora, la que concerta con la empresa (mixta o de capital totalmente extranjero), “un contrato de suministro de fuerza de trabajo.” No conforme con tratar a los integrantes de la clase obrera como si fueran tuercas o materia prima que se suministra, nada se aclara sobre el despido de trabajadores, pero sí se precisa que el salario se efectuará en pesos cubanos.
Más allá de estas precisiones nominalistas, la Cartera de Oportunidades es el reconocimiento explícito de la derrota de una forma de dirigir la economía del país fundamentada en una ideología. ¡Y está bien que así sea!, pero falta el detalle de la honestidad, la transparencia en el discurso, que de una vez por todas confiese que sin la colaboración de los capitalistas que se decidan a invertir no será posible acceder a tecnología de avanzada, elevar la productividad ni aplicar métodos gerenciales coherentes con el resto del mundo.
Una lectura meticulosa, y desde luego optimista de estos documentos, revela a los cubanos que siempre habíamos tenido la potencialidad de producir para el consumo interno y la exportación una amplia gama de productos, entre ellos: neumáticos, botellas, losas de vidrio, confituras, medicamentos, anticonceptivos, formas alternativas de energía, carne vacuna, pollo, cerdo, leche y sus derivados, cítricos, frutales, café, chocolate, arroz, cereales y que ahora esas mercaderías y otras más que no menciono para no alargar la enumeración, pudieran estar al alcance de los bolsillos, seguramente sin racionamiento, hasta sin hacer cola o sobornar a alguien, porque ha aparecido una Cartera de Oportunidades abierta a unos capitalistas extranjeros que al invertir en el país esperan ganar dinero.
Y ahí está el centro de la cuestión. Porque en Cuba se nos enseñó que solo el trabajo tenía la capacidad de generar nuevos valores y que bajo las formas socialistas de producción nadie podría apropiarse de riqueza alguna salida del sudor de los trabajadores. ¿Lo estoy recordando mal? Si a partir de ahora ya no será así, habrá que elegir entre dos opciones: o un capitalista puede ganar dinero sin explotar a los obreros (que Marx los perdone) o el socialismo, entendido como un régimen sin explotación del hombre por el hombre, ya no es una meta inmediata en Cuba.
(Publicado en 14ymedio.com el 5 de noviembre de 2014)
Reinaldo Escobar Casas (Camagüey, 1947).
Periodista. Bloguero de la plataforma Voces Cubanas.
Jefe de redacción de 14ymedio.
Reside en La Habana