Por Lucy Blanco Pérez
Soy una artista en cuya obra existe una marcada recurrencia a la experimentación y una salutación permanente a la naturaleza. Siempre es mi obra una expresión de amor hacia el otro y una exaltación a la belleza del entorno natural. Es el simple deseo de compartir lo que nos ha sido dado como individualidad.
Por Lucy Blanco Pérez
Soy una artista en cuya obra existe una marcada recurrencia a la experimentación y una salutación permanente a la naturaleza. Siempre es mi obra una expresión de amor hacia el otro y una exaltación a la belleza del entorno natural. Es el simple deseo de compartir lo que nos ha sido dado como individualidad.
Siento una gran predilección por el dibujo, el grabado y la monotipia (mancha por accidente o manipulada), la que me permite sentir esa sensación hacia el color puro que se mezcla buscando tonos, valores y texturas accidentadas. Me sumerjo de lleno en el goce lúdico que me involucra en una incesante experimentación, de búsquedas, metas y resultados.
Comencé a hacer grabado en el taller de la UNEAC en 1978 y 1979, bajo la certera dirección de Roger Aguilar, y ya luego hice mi especialidad en el ISA, donde tuve también excelentes profesores jóvenes de gran prestigio internacional como grabadores. Para mí el resultado de una impresión es siempre un acto mágico y el grabado me proporcionó el deseo de investigar más allá de las técnicas clásicas e incursionar en otras que aunque no son propiamente grabados parten de la impresión como la monotipia, el ebrú-ebrí, el suminagashi y la carbografía.
De esta serie de carbografías, mostradas en este número de Convivencia, algunas formarán parte de una exposición que próximamente tendrá lugar en Estados Unidos. Esta técnica, de la cual desconozco el origen, por más que he buscado y que comencé a experimentar con ella luego de 1984, es simplemente el uso del papel carbón sobre cartulina, aplicando presión y calor sobre la misma. Su complejidad más bien radica en la propuesta del artista y sus inquietudes respecto a la base material con la que trabaja, para obtener una obra única de gran originalidad y limpieza…, al menos son algunos de mis presupuestos respecto a la misma.
En 1993 impartí un breve curso de estas técnicas de impresión en la Casa de la Cultura de Coyoacán en México D.F. y más tarde en 1997 un taller sobre carbografía en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Caldas en Colombia, con gran aceptación por los estudiantes y otros artistas locales.
En esta serie, mi temática una vez más vuelve a ser recurrente: torsos, desnudos, cabezas, maternidades, sacerdotisas, mariposas, flores y pájaros, cada uno en su protagonismo y otros como complementos. Aquí mi discurso es casi monocromático, va del negro al blanco, ofreciendo la fuerza y el contraste de estos antagónicos y en el que participa también: el dibujo, la impresión y los planos. El color aparece de manera sutil para poner énfasis en alguna obra que lo reclame. Cada uno de mis experimentos impresos y manipulados produce un único resultado, una única obra.
Mi propuesta poética es así de espontánea, tal y como se presenta, no busco complejidades conceptuales, ni teorizar al respecto, ella sale por la necesidad de expresar y plasmar lo que se quiere compartir, así de sencillo.
Lucy Blanco Pérez (Villa Clara, 1949).
Graduada en la Academia de San Alejandro en 1976.
Profesora e Instructora de Artes Plásticas.