Por Livia Gálvez
¡Qué bien nos haría cambiar la mentalidad! Cambiar, vaya… “pa’ por si acaso”. Deberíamos detenernos a pensar una vez a la semana aunque sea, quiénes seríamos si tuviéramos una realidad diferente. Hagámoslo como un ejercicio. Claro, solamente “por si acaso”.
Por Livia Gálvez Chiú
¡Qué bien nos haría cambiar la mentalidad! Cambiar, vaya… “pa’ por si acaso”. Deberíamos detenernos a pensar una vez a la semana aunque sea, quiénes seríamos si tuviéramos una realidad diferente. Hagámoslo como un ejercicio. Claro, solamente “por si acaso”.
Podríamos empezar pensando que si “por si acaso” llegáramos a ser un país normal, de personas trabajadoras, debemos respetar los horarios, la jornada de trabajo debe ser bien aprovechada, y cumplirse con seriedad, porque tenemos un compromiso con nosotros mismos como trabajadores, porque tenemos sentido de la responsabilidad y el deber, porque estamos obligados a ser eficientes… y porque podemos perder el empleo.
“Por si acaso”, tratemos también de imaginar que la Educación va tomando su rumbo y vayamos inculcando a nuestros hijos la idea de que es bueno estudiar porque los profesionales hacen mucho bien al país y que algún día pueden encontrar en ese camino su realización personal, además de que podrán satisfacer con su salario sus necesidades básicas.
Si estamos acostumbrados a “resolver” en nuestro puesto de trabajo, porque manejamos ciertos recursos, vayamos pensando, “por si acaso”, que en muchas ocasiones (vamos a no decir la mayoría) en Cuba, resolver es robar… no importa si es al Estado o a un negocio particular. Una sociedad con ciudadanos acostumbrados a la impunidad ante estos actos es muy peligrosa.
La corrupción no está autorizada. Nosotros nos sorprenderíamos si contáramos las veces que justificamos la corrupción con el puesto de trabajo que ocupa la persona. Ser funcionario del gobierno no da derecho alguno a disponer de los recursos del país a diestra y siniestra, ocupar un cargo de dirección no significa autorización moral para mantener un status de vida por encima de los demás. Pensemos en eso, “por si acaso”.
Nada justifica, excepto su injusticia, el incumplimiento de la ley. Si bien nos hemos adaptado a “jugarle cabeza” a las leyes arbitrarias e injustas de este país, podemos correr el peligro de hacerlo cuando tengamos una sociedad diferente que se convertiría en una anarquía si los ciudadanos no aprendemos a respetar las leyes. Antes de tener que incumplirlas es más saludable tratar de cambiarlas.
A lo mejor ya podemos ir pensando, claro que “por si acaso”, qué vamos a hacer con el libre acceso a Internet, con la libertad de prensa, cuando nos convoquen a elecciones libres, o cómo actuar cuando podamos obtener un pequeño crédito para emprender un negocio. Creo que no está de más pensar en eso, para que no nos agarre desprevenidos.
No veamos tan lejos una Cuba distinta. Aunque sea en tan pequeños detalles como los que acabo de mencionar. Cuba puede ser como queramos, depende de lo que seamos capaces de hacer por ella.
Cambiemos la mentalidad, la mentalidad de cambio y para el cambio… “por si acaso”. Cambiar puede ser muy bueno, y para los cubanos es cuestión urgente. Es nuestra responsabilidad hacerlo para bien o para mal. Depende de cómo asumamos el proceso… que puede estar sucediendo ya.
Foto: Jesuhadín Pérez Valdés
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Livia Gálvez (Pinar del Río, 1971)
Lic. en Contabilidad y Finanzas
Miembro del Consejo de Redacción de Convivencia
Reside en Pinar del Río