Asumir la responsabilidad

Martes de Karina

 

La culpa, querido Bruto, no es de nuestra estrella, sino nuestra

William Shakespeare, Julius Caesar

El embargo estadounidense a la economía cubana, la afecta indudablemente. Produce grandes costos, disminuye sus posibilidades internacionales y la obliga a poner en práctica estrategias bien pensadas para enfrentar los riesgos que supone la utilización de dólares norteamericanos en sus transacciones comerciales. El reciente incremento de las sanciones económicas, por supuesto agrava toda esta situación. Si estas medidas no tuvieran algún efecto, nadie se molestaría en discutirlas siquiera.

Pero una cosa es reconocer la afectación que producen las medidas económicas restrictivas del país más poderoso que tenemos como vecino y otra muy distinta, y hasta cierto punto “cómoda”, culpar a esa afectación, de los problemas de la economía cubana. Este es un tema muy traído y llevado desde hace muchos años, pero es importante no dejar de reflexionar sobre él, porque, de pronto, parece que la situación internacional, especialmente las sanciones norteamericanas y la situación de América Latina, son la causa principal de la crisis que vivimos, combinada con la “falta de disciplina y control de los trabajadores” y la corrupción de algunos dirigentes.

Es difícil encontrar entre los ciudadanos alguien que acepte el discurso oficial de que la culpa es “del bloqueo”. Incluso produce risa que alguien intente explicar una situación cotidiana, como la falta de transporte o de alimentos en las tiendas, con la consabida frase: “¡es culpa del bloqueo!”.

La credibilidad no se consigue con explicaciones que, esgrimiendo una pequeña verdad, construyen una gran duda: ¿Por qué no se ha logrado, en 60 años, dejar de depender de los negocios con los Estados Unidos, a pesar de la ayuda de la Unión Soviética durante 30 años y de la de Venezuela durante los últimos 20? ¿Qué relación existe entre las restricciones del gobierno a la iniciativa personal de los cubanos y las sanciones de los Estados Unidos?¿Qué responsabilidad tienen las sanciones a Cuba con su situación financiera, de impagos de deudas, de hace ya 20 años, casi que desde que comenzó la inversión extranjera? ¿Qué impidió al gobierno cubano responder con un mínimo gesto de apertura interna, los no pocos gestos de apertura de la administración Obama en su relación con Cuba? ¿Qué responsabilidad tiene la situación internacional en la desidia de los empleados en las empresas estatales, en la ineficiencia y la falta de calidad de los servicios? ¿Qué incidencia tienen las restricciones norteamericanas en el burocratismo, la falta de opciones o la indefensión ciudadana? ¿Qué ha impedido a Cuba formar parte de organismos económicos internacionales, aún cuando estuviera en desacuerdo con propuestas y acuerdos, pero por lo menos participando en los debates y exponiendo sus razones ante la comunidad internacional?

Cuando un modelo se ha probado durante 60 años y no ha conseguido asegurar la posibilidad de aumentar el bienestar individual y familiar con los esfuerzos propios, una distribución justa de la renta, un aumento de los bienes públicos, una convivencia en la diversidad, a pesar de los obstáculos que tuviera que enfrentar, es justo que, por lo menos se plantee la necesidad de cambiarlo.

Culpar a otros, independientemente de la influencia que puedan tener en nuestra situación, solo hace más evidente la incapacidad del modelo actual de superar las adversidades.

Lo primero para cambiar esa realidad es el reconocimiento de la responsabilidad propia en las consecuencias de las políticas aplicadas y la apertura al cambio como solución.

 


Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

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