Arquitectura – Diálogo con la arquitectura

(En homenaje al autor, arquitecto y escritor, en el aniversario 60 de su nacimiento)
Por José H. Garrido Pérez
El fenómeno arquitectónico responde a múltiples factores que determina la fisonomía que adquieren la teoría y práctica arquitectura, por ello al investigar un hecho arquitectónico, especial y temporalmente localizado, el primer paso será definir y conceptualizar el método de interpretación.
Para indagar y abordar la interpretación de la Arquitectura hay que atender a otros factores como son el marco biótico, el desarrollo de las fuerzas productivas y el desarrollo cultural del estadio social donde se generó cierta arquitectura.

Homenaje al autor, arquitecto y escritor, en el aniversario 60 de su nacimiento
Por José H. Garrido Pérez
Apuntes sobre los aspectos a considerar, al interpretar la arquitectura, y la conceptualización de una historia de la arquitectura que indague y analice este fenómeno como un producto social humano.
El fenómeno arquitectónico –como todo producto material responde a múltiples factores que determina la fisonomía que, en las diferentes etapas de su desarrollo, adquieran la teoría y la práctica arquitectural (1).- De este modo- al investigar un hecho especial y temporalmente localizado, el primer paso será definir y conceptualizar el método aplicado.
Entre los aportes fundamentales del marxismo a las Ciencias Sociales se encuentra el principio de la satisfacción priorizada de las necesidades materiales de la vida humana para luego acceder a la producción de la super-estructura ideológica-cultural. “El primer hecho histórico es, por consiguiente, la producción de los medios indispensables para la satisfacción de estas necesidades – (2).-La Arquitectura: Contenedor de las funciones humanas, se debe a la satisfacción de un programa de necesidades, incluidas las exigencias estéticas, que prima sobre el producto meramente formal. Este implica la urgencia de desechar los enfoques históricos, que tienden a encasillar el hecho arquitectónico dentro de corrientes estilísticas consumadas, fundadas en su análisis formalista que concibe la arquitectura solo como escultura hueca, concreción de cierto estilo de época o voluntad de estilo, restringida formal y conceptualmente por un empirismo normativo esquemático.
En su curso sobre ambiente humano e ideología, Tomás Maldonado ha afirmado: “Donde siempre -por lo menos desde que los hombres hemos merecido llamarnos tales– vivimos en su ambiente construido por nosotros mismos“ (3), si asumimos el término ambiente como “el marco biótico” proporcionado por la naturaleza, y por otro lado, el medio ambiente artificial -la civilización- que está colocada dentro de este marco” (4), tenemos aprehendido el hecho a analizar, producido en determinadas condiciones geográficas, y en su momento de la historia caracterizado por las relaciones de producción contenidas en cierta formación económico-social. Ahora bien, el medio gráfico es una condición imprescindible para el desempeño de las tareas productivas humanas, pero pese a que constituye un factor influyente y necesario de la vida social, no es jamás la causa determinante del desarrollo de la sociedad. Contribuye, favorece o frena el desarrollo de las fuerzas productivas, pero de ningún modo la determina; afirmar dicha falacia sería caer en el desenfoque del fatalismo geográfico. Lo anterior implica que al interpretar la arquitectura no es suficiente realizar solamente el inventario de las condiciones naturales, sino también indagar cuáles son las circunstancias históricas, económicas, sociales y políticas, que definen el estadio de desarrollo cultural al que corresponde el programa de comportamientos sociales cuya satisfacción y solución formal intentó la obra arquitectónica en cuestión.
Resumiendo lo explicado: la arquitectura se nos da en la naturaleza, pero para ello requiere la intervención humana, por eso decimos que es un dato artefáctico creado a partir de la solución de los programas funcionales y simbólicos que coinciden con las necesidades, crecientes y estables, de la sociedad.
Entonces: ¿cómo concebir una historia de la arquitectura? Reyner Ranham ha planteado que esta sería: “la historia de la comprensión del hombre de las posibilidades de las innovaciones” (4). Esta definición es, sin dudas limitada, pues equivaldría a conformarse con la descripción lineal de la evolución de las costumbres; sin embargo, para realizar un análisis dialéctico de las determinantes arquitectónicas, antes tendrá que precisar por qué y para quién surge “la necesidad de innovación”, cuál es la base económica que sustenta la real posibilidad de innovación, y qué factores históricos promueven la aceptación, adecuación e interpretación de dicha innovación; vale decir: una interpretación válida de la arquitectura, una historia de la arquitectura no puede ser ajena a la indagación de sus circunstancias, (medios de producción, base material, recursos humanos, sistemas de comportamientos ideológicos, culturales, teoría estética y de proyectación). Lo demás sería una lectura formal, no esencial, de la arquitectura.
Referencias Bibliográficas
(1) Al respecto Robert Segre abunda en las connotaciones del término en: “Significación de Cuba en la cultura Arquitectónica contemporánea”.- En: Pensamiento Crítico, Número 12 septiembre, 1969, La Habana, pág. 183, nota 1.
(2) Carlos Marx y Federico Engels. La ideología alemana. Ediciones N. La Habana 1966, pág. 27.-
(3) Tomás Maldonado. “Ambiente humano e Ideología.”. Actualización de la Arquitectura.- Número 6, Julio 1973.- La Habana. pág. 7.
(4) GUI Penélope, “Diseño Industrial”, funcionalismo y tercer mundo”, En: Actualidades de la Arquitectura”. Número 3. Julio 1970. La Habana. págs. 131-132.
(5) “Reyner Ranham “Problemas de Historia ambiental”- En: “Actualización de la Arquitectura”. Número. 4. Julio 1972- La Habana. pág. 75

José H. Garrido Pérez (Pinar del Río, 1952-1979)
Arquitecto, poeta y ensayista.
Laico católico y vicepresidente de la AHS en Pinar del Río.
(Presentó este trabajo en un evento de las B.T.J. de Arquitectura y Vivienda.

EMPAI No: 1, en Pinar del Río, el 15 de abril de 1979).

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