APRENDER A ENFRENTAR NUESTROS MIEDOS

Foto tomada de Internet.

Muchas son las causas de los problemas que vivimos los cubanos. La crisis que por más de sesenta años nos ha afectado se explica por diversas causas, y sería erróneo que nos empecinemos en buscar solo una. Entre otras, me quiero detener en “el miedo”, pues es de las pocas que depende de nosotros mismos y no de gobiernos extranjeros u otras instancias. Ni siquiera depende de quien infunde el miedo en los cubanos, que es, sin lugar a duda, el gobierno y su actuar violento y represivo.

Cuando hablo de miedo, me refiero de manera especial al miedo político, aquel que hace que los ciudadanos sean presa fácil del gobierno, el que nos hace desconfiar de quien tenemos al lado, el que nos hace callar y no exigir nuestros derechos, el que nos lleva al conformismo, al derrotismo, a una vida guiada no por nuestras decisiones libres y nuestro plan de futuro, sino por las reacciones a las que nos lleva la amenaza represiva de un poder determinado.

Es el miedo que nos hace no dar nuestra opinión, no discrepar, temer ser la oveja negra, no ser fieles a nuestra conciencia si eso va a ser mal visto. Es el miedo que nos hace ver fantasmas donde no los hay, ceder ante la sospecha y rendirnos al inmovilismo, a la indiferencia y la apatía. Es el miedo el que nos hace huir de nuestras responsabilidades, de nuestro deber como ciudadanos cubanos, de nuestro compromiso de intentar construir una Cuba más digna, más inclusiva, más libre y con mayores oportunidades para todos.

Este tipo de miedo es también el que nos lleva a enfrentarnos a nuestros amigos y familiares, a no aceptar sus ideas si estas son disidentes, y en no pocas ocasiones a romper lazos y relaciones de amistad. Por miedo muchos se dejan de hablar, se vuelven intolerantes, se cierran a la posibilidad de un mundo en que todos podamos convivir en paz, independientemente de nuestras ideas y formas de actuar. Por miedo, unas veces huímos de Cuba y otras veces nos condenamos al insilio.

El diagnóstico podría extenderse muchos párrafos más, cada cubano sabe de sus propios miedos y de las renuncias y sacrificios a los que ha tenido que hacer frente por casusa del miedo que tenemos respecto al poder político. Incluso los defensores del gobierno cubano tienen miedo, quizás ellos más que quienes se oponen al gobierno, pues bien conocen de las atrocidades que a veces se cometen con tal de conservar el sistema “socialista”. Sin embargo, creo más importante responder a las preguntas de ¿qué hacer con el miedo que todos experimentamos? ¿cómo enfrentar los miedos y cómo superarlos?

¿Qué hacemos con el miedo?

Ante todo, vale aclarar que el miedo es una emoción, un sentimiento, algo que se experimenta y que está más allá de nuestra voluntad. No responde a una decisión de la persona el hecho de sentir miedo, sino que es una consecuencia automática, incontrolable, respecto a una realidad que nos afecta. Sentir miedo, en sí mismo, no es algo malo, sino que es algo natural. Pero dejarnos dominar por el miedo, o no ser capaces de responder racionalmente ante el miedo, sí es algo que depende de nosotros, que nos puede hacer mucho mal, y que por tanto, todos deberíamos evitar.

Para que el miedo no nos domine, ante todo, debemos reconocerlo, debemos identificar a qué realidad responde dicha emoción. Debemos estudiarlo e identificar a qué le tememos, por qué tenemos miedo, qué hacer para superarlo, cómo debemos cambiar para que lo que antes nos aterrorizaba ahora sea combustible que nos impulse hacia adelante. Hemos de reconocer también que no controlamos la emoción pero que somo totalmente capaces de decidir qué respuesta damos a eso que sentimos, a los sentimientos que se nos presentan.

Cuando se trata del miedo, lo mejor es enfrentarlo, es buscar las vías para evitar que domine nuestras acciones, buscar la manera de vencerlo, para de ese modo decidir con la razón aquello que queremos y que hemos discernido es lo mejor para nosotros. El miedo lo aprendemos a vencer enfrentándolo. No existe una fórmula, sino que es dando pequeños pasos cada día para vencer los miedos que experimentamos, cómo encontramos la forma de vencerlo.

¿Cómo enfrentar los miedos?

Enfrentar el miedo no es fácil, pero sí es algo posible, es un proceso y no existen soluciones mágicas para ello. En este proceso, algunas ideas que considero pueden ayudarnos en nuestro discernimiento son las siguientes:

Lo enfrentamos con la razón: no reaccionemos, sino que usemos la inteligencia. Hagamos pausa, identifiquemos lo que sentimos, a qué tememos y por qué, hagamos un discernimiento que nos permita entender qué debemos hacer, cómo deberíamos reaccionar de acuerdo con nuestra escala de valores, y solo entonces demos el paso de enfrentar las causas que provocan nuestros miedos. El miedo lo enfrentamos con discernimiento, con conciencia de lo que es verdadero y bueno, con compromiso con el bien.

Lo enfrentamos creyendo en nosotros mismos: de cierta manera el miedo nos habla de una debilidad que tenemos ante una circunstancia determinada, solo que a veces esa debilidad no es más que un espejismo. Por ello, es importante que confiemos en nosotros mismos, en nuestra capacidad, en lo valioso que somos y el poder que tenemos para lograr todo lo que nos propongamos.

Lo enfrentamos buscando apoyo en los demás: una persona inteligente no va por la vida sola, sino que reconoce que somos comunidad, que necesitamos de los demás, que no encontramos verdadera realización si no es junto a otros. Así también, para enfrentar nuestros miedos nos valemos de quienes nos rodean, lo hacemos junto a otros, encontramos compañía y complemento con la presencia de otros.

Lo enfrentamos poco a poco: aprendemos a hacerlo, nos entrenamos a diario para saber cómo superar los miedos, cómo seguir adelante a pesar de los obstáculos. No se logran grandes cambios de un momento a otro, sino que se conquistan poco a poco por medio de pequeños esfuerzos que realizamos. Así hemos de enfrentar nuestros miedos, con pequeños esfuerzos cotidianos.

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