Apreciaciones sobre la agricultura en 2019

Foto de Alfredo Pérez González.

Néstor Pérez González ¦¦ Culmina el 2019, un año marcado por tensiones y luchas sociales en la región latinoamericana cuyas fuerzas antagónicas desde la izquierda y la derecha cada vez parecen más distantes de consolidar un camino de solidez a las democracias latinoamericanas. Entre los extremos de la geopolítica regional, Cuba y su matriz ideológica dominante prueban su destreza y papel determinante en la región, afianzando las trincheras propias de un Estado que dispone de los mejores mecanismos de represión política, económica y social, para evitar hacer algún tipo de apertura que encarne mayor soberanía a nuestra sociedad y claudicación de la supremacía en el poder.

Legítimos reclamos desde la sociedad civil emergente en Cuba desde lo político, económico o cultural, se han hecho presentes con fuerza durante este año, los cuales son un signo esperanzador de vida. Dígase los numerosos intentos de manifestaciones pacíficas, las protestas ante decretos, el uso de las redes sociales para las denuncias, la información o promoción de estados de opinión.

Bajo el riguroso estado de represión, limitaciones al libre movimiento, prohibiciones a viajar, encarcelaciones, detenciones arbitrarias, golpes o amenazas, el gobierno descarta continuamente las posibilidades de democratizarse desde la inclusión, la tolerancia, el respeto y el fortalecimiento de la sociedad civil. El virus de la disfuncionalidad de las estructuras, las ineficiencias, la ingobernabilidad, la falta de liderazgo parece diseminarse directamente proporcional a la rigidez y rigor de quienes se aferran a reprimir como amenaza a toda voz que indique otros horizontes.    

En ese concierto de retos internos cuyo impacto es determinante hacia el presente y futuro se encuentra la economía y su crecimiento. En lo económico dentro de sus principales sectores se encuentra la agricultura, la cual ha sido fuertemente trabajada desde la política gubernamental de cara a lograr mejores resultados con fórmulas similares a las del pasado. Una mirada a su devenir permite ver cuán estéril ha sido el esfuerzo y la urgente necesidad de cambios en la dirección correcta o seguirá siendo otra cantera de ineficiencias y frustraciones.

A más de dos años de la creación de las organizaciones de base de la ANAP (Asociación Nacional de Agricultores Pequeños) como brazo ideológico del Partido dentro de la organización, la misma no muestra los resultados esperados de cara a un fortalecimiento como estructura productiva, y sí los resultados propios de las organizaciones de masa del país en la defensa y promoción del discurso oficial, las actividades políticas y la vigilancia sobre cualquier manifestación de carácter político. En Vueltabajo, Pinar del Río, ha aumentado el número de cooperativas en deudas, en su mayoría fruto de desvíos y desvaríos administrativos con deudas por pagar que ascienden a cientos de miles de pesos. Además, como consecuencia de lo anterior, existe una pésima gestión de los contratos, los créditos bancarios y otros servicios a los productores.

En este contexto aumentan los prestamistas ilegales, más conocidos como “garroteros” cuyos préstamos ascienden a un 50% de interés, o pago con producciones de tabaco u otras antes del acopio al Estado a menos del 50% del precio que paga este mediante sus empresas al productor.

A nivel local se deterioran por día y están en pésimo estado los caminos, carreteras e infraestructuras de riego, sin que la Institución Cooperativa junto al gobierno de las zonas afectadas medie un papel activo en el desarrollo local. El Estado mantiene los impedimentos a la iniciativa comunitaria cuando esta no está bajo su estricto control.

La representación jurídica es un formalismo que carece de dinamismo para alcanzar resultados ante los contratos y sus obligatoriedades, en la mayoría de los casos apenas se explota en favor de los productores y las cooperativas.

Otro aspecto de los nuevos tiempos lo es la aplicación desde el año 2018 de la ley 113 a sector de la agricultura, ampliando el cobro de impuestos a declaración jurada para los productores. Una medida muy impopular que impactó agresivamente y fue rechazada por la mayoría de los campesinos, a la vez que contrarió y desestimuló a los productores y su ahínco emprendedor, esencialmente por la escala ascendente en el cobro, la cual es valorada de extremadamente agresiva y usurpadora, que alcanza un 45% de los ingresos del productor en apenas los primeros $150,000.00 pesos MN equivalentes a $6000.00 CUC deducidos como ganancias.

El nuevo decreto para la modificación a la ley cooperativa introduce discretos cambios en cuanto al alcance jurídico de las mismas y sus posibilidades de comercialización entre otros, pero que para el campesinado y su institución resultan letra muerta, pues mantiene la matriz ideológica y de control de la ANAP, lejos de legitimar la libre asociación necesaria para lograr el dinamismo propio bajo regulaciones que impulsen el desarrollo y no esté centrado en las lealtades ideológicas.

Otra medida excluyente y segregacionista cuyo efecto se ha renovado sobre los campesinos tabacaleros, ha sido la eliminación en el pago con divisas (CUC) lo cual se realizó de antemano a los productores del campo, mientras el resto del ramo continuó cobrando durante los últimos años. Esto fue bajo el pretexto de la unificación monetaria. Al introducir el dólar nuevamente, el desconcierto continúa desanimando el trabajo del surco para quienes con razones de peso disminuyen o cesan sus esfuerzos por producir más.

Por último, la naturaleza que para muchos es sabia y que tantas veces ha sido subvalorada por los directivos en el papel que juega para la vida de un campesino y su cosecha, ha sido demoledora durante este año, haciendo trisas todas las escaramuzas propagandísticas con una sequía que afectó enormemente y demandó mayor necesidad de atenciones, recursos y eficiencia real, las cuales nunca llegaron. Pareciera que la naturaleza reclama para nosotros, los productores, un trago amargo de azotes, pues ella parece más cansada que nosotros de la explotación y la falta de libertad necesaria para que la tierra dé verdaderos frutos para vivir dignamente.

No serán escenarios similares a los de Latinoamérica los que nos permitan ver florecer nuevos tiempos y auténticos cambios, aunque estos jueguen un papel en ello; pero el peso y la dignidad de los hijos de una Nación son una fuerza ineludible en el curso de su historia y de manera especial lo son cuando creen y viven en la certeza de un futuro mejor. A pesar de las dificultades de hoy por creer en esta idea nuestros campos, como toda Cuba, han de contribuir con su espíritu y tenacidad para que sea el nuevo año y nuestra acogida, ocasión propicia para el mejor porvenir.    

 


  • Néstor Pérez González (Pinar del Río, 1983).
  • Obrero calificado en Boyero. Técnico Medio en Agronomía.
  • Campesino y miembro del Proyecto Rural “La Isleña”.
  • Miembro del Consejo de Redacción de Convivencia.
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