La situación actual de la economía cubana se caracteriza por una gran ineficiencia, bajos niveles de productividad, y deformaciones de la estructura económica, motivos por los cuales se ha extendido y profundizado la larga crisis en la que el país ha estado sumido por los últimos sesenta años. De cara al futuro es urgente un cambio estructural, que permita un reaprovechamiento de los recursos y del potencial que en muchos sentidos tiene el país, para de esa manera generar mayores niveles de crecimiento y avanzar hacia el desarrollo.
El cambio de la estructura económica en la economía cubana, más que encaminarse hacia un paso del sector primario o agrícola al industrial o al de los servicios, ha de centrarse en una potenciación del sector agrícola, del industrial y en un reordenamiento del sector de los servicios, específicamente con aumentos de productividad y generando mayores encadenamientos productivos. Como bien se observa en el gráfico siguiente, en la estructura del PIB cubano, los servicios ya juegan un papel fundamental, mientras que la industria y la agricultura (en último lugar) tienen una aportación discreta en el crecimiento de la economía.
Fuente 1: Elaboración propia a partir de (ONEI, 2017).
El cambio radical del peso de los servicios en el PIB se produce principalmente debido el giro radical en el patrón de inserción internacional que luego de los años 90s y con mayor fuerza después del 2004 se produjo. El abandono de una estrategia basada en la dependencia de los recursos o ventajas naturales para centrarse en otra basada en los acuerdos políticos que en el marco de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) se produce, es el principal factor explicativo del rápido cambio que en unos 20 años se da en la economía cubana, y que explican la alta participación de los servicios en el PIB. Los sectores del turismo y los servicios profesionales son las principales partidas de las exportaciones de servicios, y específicamente los servicios de salud representan el segundo mayor ingreso en este sentido. Este cambio puede observarse en el siguiente gráfico, donde se ilustra el peso de los servicios en la economía cubana en 1990 (9%) y su evolución significativa hasta situarse en torno al 83% en 2016.
Fuente 2: Elaboración propia a partir de (ONEI, varios).
Agricultura
La agricultura es un sector con grandes potencialidades para Cuba, sin embargo, luego del triunfo de la revolución en 1959 ha sido un sector en decadencia. En la actualidad el aporte del sector al PIB como se puede apreciar en el primer gráfico es muy discreto, apenas de un 3.8% como promedio entre 2008 y 2017, tendencia que no se ha revertido en 2018. Por otro lado, la tasa de crecimiento anual del sector ha bajado de 19.6% en 2007 a un -1.5 (primera caída en 7 años) en 2017, mientras que el promedio anual en este período ha sido de 1.8 (Mesa-Lago, 2019). Al mismo tiempo en 2016 casi el 20% de la fuerza laboral se desempeñaba en este sector que aporta casi nada al PIB (3.8%), lo que representa una prueba contundente de los problemas de productividad y eficiencia dentro del mismo.
En Cuba la agricultura ha sido un sector importante históricamente para el desarrollo de la economía, especialmente por los encadenamientos productivos agroindustriales vinculados al cultivo de la caña de azúcar. Producto fundamental en la historia cubana, y para el cual el país cuenta con un gran potencial dadas las condiciones climáticas y de los suelos. En este sentido, aprovechar las ventajas comparativas de este sector y avanzar en la especialización productiva mediante la innovación tecnológica representa un desafío fundamental para el futuro.
La sostenibilidad alimentaria del país sigue siendo el principal reto para este sector, pues las importaciones por este concepto sobrepasan los 1500 millones de dólares anuales, lo que representa un alto porcentaje del total de alimentos que se consumen (alrededor del 80% según fuentes oficiales). Al mismo tiempo muchos de estos productos pueden ser producidos en Cuba (un 60% de ellos según Mesa-Lago (2019)), ejemplo de ello es el arroz, la leche, pollo, etc. Los productos anteriormente mencionados en la actualidad se importan por grandes cantidades, incluso cuando en el país se pueden crear condiciones para su producción de manera que se pueda satisfacer la demanda nacional.
Otros retos que se plantean al sector van en la dirección de aumentar los rendimientos, disminuir las tierras ociosas (14.7% en 2017) y aumentar el aprovechamiento de las tierras (el índice de aprovechamiento es muy bajo, 43.9% en 2017) (Monreal, 2018), liberar las fuerzas productivas, potenciar los avances del progreso científico, técnico y tecnológico en el sector como principal herramienta para aumentar la productividad y la innovación en el sector, generar mayores encadenamientos entre las diferentes ramas de la economía.
Industria
En cuando al sector industrial, al igual que con la agricultura existe un muy bajo aprovechamiento de las potencialidades del país. Según Mesa-Lago (2019) la producción manufacturera tuvo un índice en 2017 que es 32% inferior al de 1989, mientras que la misma cifra para la producción azucarera es de 77% y un 21% en el resto del sector industrial. El 2017 representa también el quinto año consecutivo en que el sector minero ha registrado valores negativos de crecimiento (-1.4%).
Algunos de los sectores de mayor importancia dentro de la industria han experimentado marcados retrocesos, entre otros el ejemplo de la agroindustria cañera es el más representativo, pero también la industria alimentaria, y la fabricación de maquinarias agrícolas han sufrido fuertes disminuciones. En términos de progreso en las ramas vinculadas con la tecnología, también existe un fuerte atraso debido especialmente a los bajos niveles de inversiones en este sentido.
La inserción externa de la industria cubana se concentra en un pequeño grupo de producciones tradicionales como el tabaco y licores, con baja intensidad tecnológica y bajo impacto en la generación de cadenas de valor a lo interno de la economía. Al mismo tiempo se mantienen en el tiempo la dependencia de otros productos como el níquel, el cual depende sensiblemente de las fluctuaciones en los precios internacionales.
En sentido general, es de vital importancia la capitalización del sector industrial cubano, la diversificación de productos y mercados, el aumento de la competitividad externa y el avance en la innovación tecnológica en áreas como la de la biotecnología donde el país cuenta con un gran potencial (capital humano). Es necesario una reforma institucional que descentralice la gestión económica, y facilite la competencia, la especialización, innovación, y el desarrollo industrial en general.
Servicios
Como bien se ilustra con los gráficos de la estructura del PIB y de las exportaciones, los servicios son el sector fundamental de la economía cubana. Frecuentemente las economías de servicios (con amplio protagonismo de este sector sobre el industrial y sobre la agricultura) se asocian con las economías de países desarrollados, que han experimentado un cambio estructural y han avanzado del sector primario, al secundario y terciario finalmente. No obstante, esta tendencia no es absoluta, pues la economía cubana es un ejemplo de economía de servicios (77.4% como promedio la participación de los servicios en el PIB entre 2011 y 2016, mientras que en las exportaciones la participación de los servicios para esta etapa promedia un 73.5%) que no representa de ningún modo una economía desarrollada.
El cambio estructural hacia el sector servicios se ha producido a partir de los 90, y casi treinta años después la crisis económica sigue con magnitudes sumamente preocupantes. El nivel y la calidad de vida de los cubanos se ve sumamente dañado como consecuencia de ello. Lo anterior se debe en primer lugar a la baja intensidad productiva y tecnológica de los servicios principales de la economía cubana, y su incapacidad de funcionar como motores del desarrollo económico halando o impulsando el desarrollo de otros sectores de la economía. Principalmente estos servicios son los vinculados al turismo (turismo básico de sol y playa, sin altos niveles de inversión, ni infraestructura relevante) y la exportación de servicios profesionales (poco intensivo y bajo impacto en el empleo, no arrastre).
Sin embargo, otros servicios más intensivos en conocimiento y que pueden ser vitales para fomentar la innovación y el despegue de la productividad se encuentran sumamente deprimidos. Entre otros se pueden destacar servicios de consultoría, financieros, actividades de I+D, información y comunicaciones, gestión de recursos humanos, actividades de marketing, servicios legales, etc. Este representa el principal reto del sector de los servicios, y sólo así puede consolidarse el cambio estructural en la economía cubana, un cambio que verdaderamente impacte las variables macroeconómicas fundamentales, que genere crecimiento económico, y garantice la prosperidad y el avance hacia un desarrollo sostenible en la economía cubana.
Referencias
Mesa-Lago, C., 2019. La economía cubana: situación en 2017-2018 y perspectivas para 2019, La Habana: Cuba Posible.
Monreal, P., 2018. La reforma del agro cubano y el impuesto por tierras ociosas: ¿una buena idea?. El Estado como tal, 9 Mayo.
ONEI, 2017. Anuario Estadístico de Cuba 2017. Oficina Nacional de Estadísticas e Información, Laa Habana: ONEI.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.