La coyuntura política de América Latina se muestra cada vez más cambiante. Si se compara con los años anteriores se pueden observar giros hacia otras direcciones del espectro político. La realidad de la región no escapa a los efectos globales de las crisis de nuevo tipo, que traen consecuencias directas en la gestión de los gobiernos y, de modo general, en la vida política de las naciones.
La cultura de los pueblos se desarrolla en un ambiente donde la ciudadanía aparece involucrada en confrontaciones con la clase política dominante, con las líneas de desarrollo y articulación política, o con las instituciones republicanas que, lejos de satisfacer sus demandas, dejan fuera del juego político a la persona humana que es, ante todo; sujeto, centro y fin de toda acción política. El Estado existe como institución al servicio de la persona, y la sociedad civil se consolida a través de organizaciones intermedias entre la persona y el Estado. Por tanto, la conjunción de estos diversos actores en torno a la salud de la polis, garantizará el destino eficaz de las sociedades latinoamericanas.
El escenario político en la región se puede describir a través de los siguientes rasgos distintivos:
- Fracaso del modelo de “socialismo del siglo XXI”
El término, acuñado por Venezuela, y que en otros países como Ecuador adquirió nuevas denominaciones (revolución ciudadana) ha quedado obsoleto y está demostrado que el modelo no funciona. Recordemos que este fenómeno fue el producto de unas naciones latinoamericanas enquistadas, cerradas a la globalización y promotoras de la centralización económica y la integración acorde al mismo color político.
- El descrédito y la desconfianza en los representantes políticos
Los efectos de las malas gestiones públicas y el ineficiente ejercicio de la representación, propicia un descontento social, y una pérdida de la credibilidad en las instituciones. Si el Estado no garantiza la seguridad ciudadana la brecha entre los ciudadanos y las autoridades se incrementa. Independientemente de la clasificación en populista o neopopulista, gobierno de izquierda o de derecha, el entorno latinoamericano adolece en gobernabilidad y convivencia política.
La desconfianza se produce, principalmente, por la corrupción a todo nivel, ya sea en funcionarios públicos o instituciones del Estado, lo que impide generar políticas públicas de largo plazo que resuelvan los problemas más graves. Los juicios a Dilma Rousseff, Lula da Silva, la corrupción dentro del PT, el caso Odebrecht que implica a varias naciones, el narcotráfico en Venezuela, entre otros ejemplos, hacen que América Latina no salga de la zona roja del índice sobre percepción de corrupción, que ofrece la ONG alemana Transparencia Internacional.
La calidad de los líderes políticos latinoamericanos se ha visto deprimida por el gran dilema de la profesionalización de la política, que en ocasiones coloca en el poder a populistas que no dominan la gestión de un gobierno, pero tienen en sus manos el poder ejecutivo.
- El fenómeno de la reelección
Se ha observado una tendencia a la modificación constitucional para la reelección y por tanto la ampliación de los límites de mandato de los presidentes en ejercicio; es lo que algunos autores llaman “ola reeleccionista del siglo XXI”. Diversas han sido las vías: reformas, asambleas constituyentes e incluso interpretaciones judiciales o cambios constitucionales.
- Los giros hacia la derecha
Si analizamos las últimas elecciones presidenciales en América Latina, los resultados demuestran que fueron ganadas por candidatos liberales identificados con la derecha (Brasil, Argentina, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, Honduras, Paraguay y Perú), con la única excepción del México. Esta situación permite decir que los ciclos políticos definen a una América Latina que ya no es tan homogénea.
- La consolidación de algunos gobiernos autoritarios
Cada vez, en los regímenes de izquierda que van quedando en América Latina, con economías cerradas, con marcado carácter populista que construyen el enemigo externo para subsistir (casi siempre EE.UU.) los partidos políticos se debilitan, y el acceso al poder, cuando lo logran, lo hacen con países divididos prácticamente a la mitad.
Aprovechar las coyunturas que se presentan resulta una estrategia muy acertada para quienes trabajan en política y ¿por qué no? para todos los ciudadanos, porque ella nos concierne a todos.
América Latina se encuentra ante el gran desafío de evolucionar hacia sociedades más prósperas, participativas, eficientes y globalizadas, que destierren los populismos, la corrupción y los grandes desequilibrios financieros.
En los últimos años la tendencia de la región ha sido la de mostrar una caracterización diferente, con una gran heterogeneidad en los procesos políticos, una fragmentación de las propias estructuras del Estado, que ponen al descubierto las debilidades e inviabilidad de los sistemas tradicionales, y una marcada aceleración hacia la polarización política.
Corresponde a las organizaciones intermedias, a los observadores y analistas internacionales, a los organismos internacionales de Derechos Humanos, los grandes bloques regionales como la Unión Europea, los gobiernos con amplias tradiciones democráticas, influir en aquellas naciones más rezagadas políticamente en la región. Las nuevas agendas para el corto plazo deberán incluir junto al debate político, los temas más acuciantes para la región: la corrupción ya mencionada, la violencia, la desigualdad, y su relación directa con la pobreza.
- Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
- Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.