Por José Antonio Quintana de la Cruz
Alicia Alonso acaba de recibir, a propuesta del Consejo Científico Veterinario de la provincia, el Escudo de Pinar del Río, el máximo reconocimiento que otorga el gobierno del territorio vueltabajero.
Por José Antonio Quintana de la Cruz
Alicia Alonso acaba de recibir, a propuesta del Consejo Científico Veterinario de la provincia, el Escudo de Pinar del Río, el máximo reconocimiento que otorga el gobierno del territorio vueltabajero. Antes, en 1955, había recibido las llaves de la ciudad capital del mismo nombre.Si entonces sus méritos la hicieron acreedora de aquella distinción, ahora, casi sesenta años después, la relación sostenida de trabajo y simpatía entre la Prima Ballerina Assoluta y la tierra del mejor tabaco del mundo, ha aumentado los merecimientos de aquella.
En la década de los cincuenta del siglo pasado, Alicia Alonso, junto a Fernando y Alberto Alonso, creó en la ciudad de Pinar del Río una filial de la Academia de Ballet que llevaba su nombre. Tuvo decenas de alumnos e influyó con aquellos quehaceres en el gusto por el ballet y el desarrollo de inclinaciones danzarias en muchos jóvenes, sobre todo en el este de la provincia, que bailan actualmente en varias compañías nacionales e internacionales.
En 1955 hizo en Pinar del Río, en el teatro Riesgo, el estreno mundial de su coreografía Narciso y Eco. En aquella ocasión se hizo acompañar por un elenco en el cual se encontraban futuras estrellas de la escuela cubana de ballet. Integraban el grupo, Sonia Calero, Betty Lismore, Ada Zanetti y Marta Mahr. También Mirta Plá, las hermanas de Saa y los bailarines Víctor Álvarez, José Parés y Rogelio Rodríguez.
En la década de 1960, en honor a la fecha del 26 de Julio, baila un Pas de Deux junto a Rodolfo Rodríguez, en el teatro Zaydén y presentó el ballet La avanzada, en el que participaron Azari Plisetski, Eduardo Recalt, Orlando Valle Renovales, Carlos Agio, Ceferino Barrios y Otto Bravo. La compañía bailó además un Pas de Quatre en el que participaron Josefina Méndez, Aurora Bosh, Menia Martínez y Silvia Marichal. También un Pas de Trois con Mirta Pla, Loipa Araujo y Azari Plisetski.
En 1966 bailó, junto a Rodolfo Rodríguez y a petición de Fidel Castro, el Pas de Deux del segundo acto de Giselle para la comunidad campesina de San Andrés de Caiguanabo.
Alicia Alonso regresó muchas veces a Pinar del Río, como ballerina o como exploradora o investigadora científica en su calidad de miembro de la Sociedad Espeleológica de Cuba. Junto al pintor Leovigildo González y Antonio Núñez Jiménez, participa en actividades para la creación del Mural de la Prehistoria, en el Valle de Viñales.
En 1970 bailó el segundo acto del Lago de los Cisnes, junto a Azari Plisetski, en un escenario al aire libre en la ciudad de Pinar del Río. En 1975, con coreografía de Alberto Méndez, presenta, en homenaje al desembarco del Granma, el ballet Desembarco Glorioso.
Alicia Alonso es hija de un veterinario ilustre, el Doctor Don Antonio Martínez Arredondo, el cual fue exaltado en el I Coloquio Internacional de Historia de la Medicina Veterinaria, organizado por el Consejo Científico Veterinario de Pinar del Río. El Doctor Arredondo laboró en diversas ocasiones en la provincia de Pinar del Río. Alicia se hizo representar ante el Coloquio por su esposo, el Señor Pedro Simón, el cual leyó una biografía del Doctor Arredondo.
El Consejo Científico Veterinario de Pinar del Río le concedió en 2011 a Alicia Alonso el título de Miembro de Honor de la Institución.
La prolongada relación de trabajo y de cariño de Alicia Alonso por Pinar del Río la han hecho acreedora de algo más valioso que los títulos y los honores, que ella tiene muchos y muy merecidos, la han sembrado en el corazón de los pinareños. El día que le entregaron el Escudo de la Provincia, cuando finalizó el espectáculo en el Teatro Milanés, el público no se movía de los asientos. Un gran silencio en la sala. Ella, detrás del telón, decía que no sabía qué hacer. El pueblo no quería separarse de ella.
Alicia en el lente de Pedro Simón. Fotografías inolvidables
A la hora lorquiana de las cinco de la tarde se cortó la cinta de la exposición de fotos denominada Mitos en la Isla, homenaje de amor y devoción de Pedro Simón para la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso, su esposa. Oficio, deseo de belleza y visión histórica han hecho de la pequeña muestra exhibida en el Consejo Científico Veterinario un acontecimiento cultural relevante y una obra de arte.
Se trata de una selección de fotografías tomadas por Simón en la isla Li Galli, lugar donde Alicia y el bailarín Rudolf Nureyev ensayaron el ballet Poema de amor y del Mar, del coreógrafo pinareño Alberto Méndez, quien se inspirara en la obra homónima del compositor francés Ernest Chausson. Allí, en un escenario cuasi paradisíaco, fuera del acoso de la prensa, se percató Simón de que él era el excepcional testigo de un acontecimiento histórico y no dudó en hacerlo perdurable y posible de ser apreciado por otros después. Utilizó su cámara y detuvo para la posteridad un pequeño tesoro de imágenes. La cámara paró lo que ya el balance perfecto de los bailarines había detenido: instantes de virtuosismo y genialidad.
“Desde que la vi en escena por primera vez, había confesado Nureyev, solo he soñado en bailar con ella”. Su sueño se hizo realidad en 1990, en la costa amalfitana del mediterráneo italiano. Y allí, en la realización del sueño, estaba actuante Pedro Simón para captar la limpia colocación de los pies en las posiciones clásicas de estos, los arabescos y piruetas reales o que pueda imaginar el espectador. Movimientos congelados, fraguados, que uno los continúa mentalmente en un enchaînement involuntario e hipnótico que le devuelve a la foto la coordinación dinámica y “ese bailar con todo el cuerpo… coordinado”, que Alicia ha considerado imprescindible para “dominar la verdadera técnica del ballet”. Es difícil impedir que la mente viaje hasta un saut de chat en Coppelia, o hasta el grand-jeté del primer acto de Giselle o los admirables entrechat quatre, o el sissone ouverte del tercer acto del Lago de los Cisnes. Porque el recuerdo viaja de un hito a otro; toma referencias, compara. Porque el subconsciente mezcla el disfrute y las alegrías que nos ha proporcionado Alicia durante muchos años.
Pero no se trata solo de ballet. Alicia Alonso tiene la gracia de la fotogenicidad. El curador de la exposición tuvo el acierto de colocar en la entrada un primer plano de La Ballerina que basta para ilustrar lo que acabo de afirmar. Es una foto soberbia, encantadora. Los sombreros y los pañuelos le otorgan una belleza muy de ella. El abolengo fotogénico de Alicia Alonso nos hace recordar los rostros de Raquel Revuelta, María Félix y Greta Garbo. El dramatismo de su cara en la escena de la locura de Giselle, esa sola foto importada ahora desde añejos recuerdos, nos revela los sentimientos que es capaz de expresar con la plasticidad de su rostro y la fuerza de su temperamento.
Un privilegio para Pinar del Río y para los veterinarios haber contado con la presencia de Alicia Alonso y Pedro Simón en el vernissage. Un gran privilegio. Gracias.
Alicia en el parque de Pinar del Río
Los pies de La Ballerina se movían según el ritmo de la interpretación de la orquesta. A veces insinuaciones clásicas; a veces gestos de bolero; a veces temblores afrocubanos. Pies intranquilos, desobedientes (?), dejados hacer simplemente. A su lado, Pedro Simón, relajado, sonriente. Ella echada hacia delante, como si quisiera ver la música, sobre todo el último número pletórico de ritmo y percusión; allegro, ma non tropo. Así ocurría en el Parque Roberto Amarán, en donde Alicia Alonso, rodeada de su pueblo pinareño, escuchó las interpretaciones que le ofreciera la Banda Provincial de Conciertos bajo la dirección del maestro Emilio Rey Barrios. Desde mi posición, en la parte alta del parque, hubiere querido ser Renoir para eternizar en un óleo divino, al estilo de Le Moulin de la Galette, el cuadro real frente a mí, el que seguramente apresó alguno de los fotógrafos presentes con sensibilidad para captar la belleza del conjunto.
(Estos tres trabajos han sido tomados, con autorización expresa de su autor, del sitio “El Veterinario Pinareño”. Edición Especial.)
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José A. Quintana de la Cruz
Economista jubilado.
Médico Veterinario. Pinar del Río. Cuba.