Por Livia y Margarita Gálvez
En una cafetería (por moneda nacional):
__ Señorita, por favor, quiero comprar quince dulces de $1,00.
__ Lo siento, solamente puedo venderle 5. Para comprar quince debe hacer la “cola” tres veces.
__ Pero… si aquí no hay nadie más.
__ No importa, levántese y vuélvase a sentar sin que yo la vea. ¡Ah, y guarde los dulces que vaya comprando, porque si los veo en la mesa no le puedo despachar más!
En otra cafetería (por moneda nacional):
___Señorita, quiero comprar unas botellas de refrescos.
___ Para eso debe consumir algo sólido.
___ ¿Cómo?
___ Sí, el refresco es para los que compren pizzas, o bocaditos, o dulces.
___ Pero es que yo lo quiero para llevar a mi casa.
___ Lo siento, no es mi culpa, es lo establecido aquí.
Podía haber comprado un dulce para “resolver” el problema, pero estaba tan molesta que no quise acatar aquella absurda disposición.
Fui para mi casa, que queda cerca, y conté lo que me había pasado. Mi nieta, aprovechándose de la situación, me dijo: No importa, abuela, yo te hago el favor y me como la pizza para que puedas comprar los refrescos.
A pesar de dudar de sus buenas intenciones, enterada de su deseo de comerse una pizza, accedí, porque además de complacerla, resolvía mi problema. Le di el dinero para una pizza y dos botellas de refrescos. Cuando mi nieta regresó, solo traía una botella.
__ ¿Por qué no compraste las dos?
__ Me dijo la muchacha que para comerse una pizza no hacía falta tomarse dos botellas de refrescos.
Sin comentarios.
Livia Gálvez Chiu (Pinar del Río, 1971).
Lic. en Contabilidad y Finanzas.
Reside en Pinar del Río
Margarita Gálvez
Licenciada en Economía. Profesora retirada.
Miembro del Equipo Director del extinto Centro de Formación Cívica de la Diócesis de Pinar del Río.
Reside en Pinar del Río.