A mí no, al perro sí

Por Virgilio Toledo López.
La semana pasada fui con mi esposa y los tres niños a La Habana a dar un paseo por algunos lugares históricos. Todo iba muy bien, hasta que mi esposa y yo quisimos entrar a una tienda cerca del Parque Central y los niños, entusiasmados pero cansados, se quedaron sentados en un banco del citado parque.
Al regresar, notamos algo extraño en la conducta de los niños. Preguntamos y la respuesta que escuchamos fue la gran sorpresa para los dos. Contaron los niños:
__ Es que un policía nos llamó la atención porque tomamos una fotografía del monumento.
__ ¿Pero, cuál fue la foto? Enséñenmela__ pedí inmediatamente a los niños, preocupado, aunque confiaba en lo que mis hijos son capaces de hacer.
__ No podemos. El policía nos hizo borrarla. __ dijo la niña.
Movidos por una mezcla de curiosidad, desconocimiento (no somos de La Habana) e indignación, inmediatamente fuimos a preguntarle al policía cuál había sido el problema. ¡Qué difícil! El agente me mandó a parar a tres metros de distancia de él, empleando para ello su perro. No obstante, casi gritando, le pregunté:
__ ¿Existe alguna prohibición legal, un “asunto estratégico” o alguna norma que impida tomar fotos en el Parque Central?
___ ¡Yo no he dicho eso! _me dijo_ Solo le dije a la niña que al perro sí le podía tirar fotos, pero a mí no.
Así van las cosas por el Parque Central de La Habana. Si va de paseo con sus hijos, mejor que no lleven cámara fotográfica, y si la llevan, que no se les ocurra tirar fotos, pero si lo hacen, cerciórese bien usted de que en el ángulo de foto no esté un policía con su perro. Claro, no importa si solo fotografían al can y no a su dueño. Sin estas precauciones, su hijo tendrá que borrar la fotografía por orden de la autoridad y usted pasará un mal rato.
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