Hoy me pasó algo gracioso. Cerca de casa escucho pasar un vendedor ambulante pregonando malanga blanca y papas, cuando lo llamo y pregunto el precio de ambas cosas, que no están nada baratas, terminé decidiéndome por comprar solo papas. Las llevaba en un saco en el cajón de su bicicleta y lo único que veo es la malanga, esperé a ver, y el vendedor comenzó a correr las malangas para descubrir las papas, rápidamente me dijo: “tengo que esconderlas, tú sabes”. Tuve que contestar ¡sí, yo sé! Yo sé lo que todos los cubanos saben:
- Por la libreta de abastecimiento solo vendieron dos vueltas de papa para todo un año y cada vuelta no superaba las 5 papas por persona y las grandes colas y discusiones que se arman en los establecimientos estatales.
- Los particulares tienen papas para vender y el Estado que lo controla todo no puede suplir las necesidades de un alimento que se cultiva en la Isla.
- Hay que resolver la comida del día a día inventando esto o aquello.
Esto no es ningún secreto para el gobierno, el cual quiere erradicar las ventas ilegales y el acaparamiento, pero no gestiona políticas y vías que generen verdaderos beneficios para la población y satisfagan sus necesidades.
Esto pasa con casi todo, es mucha más la demanda que las ofertas y es aquí donde la economía subterránea gana espacio. No puedo hacer responsable al vendedor de ningún cargo por tener papas o venderlas más caras, porque de otro modo no podría comprarlas, dado que no hay en ningún establecimiento estatal.
¡Y eso que hablo de papas!
Rosalia Viñas Lazo (Pinar del Río, 1989).
Miembro del Consejo de Dirección del CEC.