La paciencia todo la alcanza

Lunes de Dagoberto

Ayer domingo tuve la oportunidad de volver a peregrinar con mi familia a la ciudad de Ávila en España, cuna de Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia, Reformadora de la Orden de las Carmelitas Descalzas y, sin duda, la poetisa mayor del Siglo de Oro español. Una mujer fuerte, valiente, culta y adelantada a su tiempo.

Desde muy joven soy muy devoto, admirador de esta gran cristiana. Siempre ha sido un gran referente para mí y la primera oración que les enseñé a mis tres hijos fue las llamadas “Letrillas de Santa Teresa” rezándolas con ellos cada noche. 

Hoy la he rezado con toda mi alma, frente a la bendita imagen y a las reliquias de la Santa que se veneran en el Templo que guarda la habitación donde Teresa nació. Encomendé a su intercesión a mis tres hijos, tres nietos, toda la familia, al Centro de Estudios Convivencia, las congregaciones religiosas que nacieron de su carisma y a toda Cuba. 

Al llegar a este momento de mi oración la he convertido en meditación y discernimiento. Me pregunté: ¿Qué vigencia tiene para esta coyuntura histórica de Cuba esa sencillisima oración de la “andariega de Ávila”?

La comparto con mis lectores de los lunes:

“Nada te turbe,

 Nada te espante,

Dios no se muda,

La paciencia todo lo alcanza.

Quien a Dios tiene

nada le falta.

¡Solo Dios basta!”

Su aplicación a Cuba hoy:

Cuba vive un momento de turbadora incertidumbre que viene de la grave crisis económica, política y social que arrastramos y de las expectativas que ha despertado la asunción a la presidencia de una persona que hereda esas necesidades e incertidumbres. Si nos dejamos llevar por el pesimismo y damos vía libre a la desesperación. Ante eso rezamos: Nada te turbe.

Cuba vive los peores miedos. Miedo al cambio, miedo a lo nuevo, miedo a lo que pasará. Nos espanta el hambre, la delación, las injusticias y la violencia… nos asusta seguir en lo mismo a peor y nos asusta implantar una economía de mercado con vocación social y otros inconfesados miedos. Ante esto rezamos: Nada te espante.

Los creyentes cubanos se preguntan el por qué parece que Dios no está con nosotros y por qué no nos ayuda a “salvar a Cuba de llantos y afán” como dice el Himno de la Caridad del Cobre. Ante esto rezamos: Dios no se muda.

Cuba necesita cambios urgentes y profundos y algunos creen que de nada sirven los pasos graduales y progresivos. La desesperanza y la improvisación son dos enemigos de las transformaciones pacíficas. Ante esto rezamos: La paciencia todo lo alcanza.

Cuba tiene muchas necesidades. Nos falta de todo y la nación parece no enterarse de ningún proyecto futuro. En esta encrucijada Cuba debe decidir si acoge a Dios o escoge el vacío, las banalidades y la falta de referentes espirituales. Ante esto rezamos: Quien a Dios tiene nada le falta.

Cuba tiene todas las limitaciones y le falta de todo. Estamos defraudados de las promesas incumplidas de los mesías terrenales. Nos desanima el vacío espiritual y nos asfixiamos en el materialismo. Ante estas vaciedades rezamos:

¡Solo Dios basta!

Hoy he meditado y rezado frente a la historia virtuosa y arriesgada de una mujer, transida por la pasión y la fuerza del Espíritu que escribió estas aparentemente sencillas letrillas que en realidad son la síntesis de su paradigmática experiencia y de una inefable mística interior que le dio todo la fuerza para renovar, toda la audacia para transformar, toda la sabiduría para hacerlo a tiempo y a destiempo, pero sobre todo hacerlo bien. 

Cuba necesita esa mística. Los cubanos necesitamos ese Espíritu que renueve la faz de esta tierra. Estoy convencido, como dice la canción de Labordeta, que hemos cantado en la Eucaristía este sábado:

“Habrá un día en que todos 

al levantar la vista 

veremos una tierra que pone libertad”.

Que así sea para Cuba pronto, ordenado y bien.

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.

 


Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
Ingeniero agrónomo. Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
Reside en Pinar del Río.

 

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