Medardo Vitier y Guanche. Académico, filósofo, educador, antropólogo, investigador, escritor y periodista. Especialista del ensayo filosófico latinoamericano. Sus obras enriquecieron y establecieron -por su alto nivel de elaboración conceptual y la personal metodología que empleó- un nuevo rasero superior en la educación del hombre que debía ser formado en Cuba. Vitier aportó nuevos conceptos al ideal de cómo debía ser la educación, los objetivos que debían perseguirse y el papel social desempeñado por la escuela y el maestro. Su vida, como formador de nuevas generaciones, representó un hito significativo en la búsqueda de valores superiores en la educación. En el desarrollo de la historiografía filosófica del siglo XIX cubano, sus aportes fueron destacados y no nos aventuraríamos si afirmáramos que en la actualidad no han sido superados, a pesar de los valiosos intentos posteriormente asumidos por especialistas y formadores de la época del propio Vitier e incluso procedentes de generaciones posteriores. Sus métodos de análisis personalizados en los enfoques socio-culturales y antropológicos muestran su validez y actualización en el tiempo; así como confirman la importancia de las conclusiones asumidas por él, en la época y circunstancias en que tuvieron lugar. Su concepción de las ideas las combinó, magistralmente, en casos donde las realidades económicas y sociales no armónicas, provocaban crisis en esas direcciones afectando a la ciudadanía, sin excepción.
Medardo Vitier dominó -desde joven- varios idiomas, conocimientos que le permitieron incursionar profundamente en la Filosofía Universal occidental. Visitó varios países en los cuales dictó conferencias, impartió clases y tuvo relevante participación en eventos relacionados con el magisterio y la filosofía, tales como: EE.UU, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela, España y Francia. Entre su copiosa obra dejada a la posteridad se destacan: “Las ideas en Cuba” (1948) y “Martí, estudio integral” (1954) entre otras no menos importantes, que demuestran el alto vuelo alcanzado por él en sus profundos estudios sobre personalidades rectoras de nuestro pensamiento político, filosófico y literario.
Por los méritos alcanzados en su labor formadora, filosófica, antropológica y comunicativa de toda una vida, se le otorgó la categoría de Miembro de Número de la Academia Nacional de las Artes y Letras de Cuba, España y México y del Ateneo de La Habana, respectivamente; el Título de Doctor “Honoris Causa” en Filosofía en la Universidad Central de Las Villas; así como otras distinciones y reconocimientos nacionales e internacionales.
Medardo Vitier nació en Rancho Veloz, provincia de Las Villas, actual Villa Clara, el 8 de junio de 1886. Sus estudios primarios y preparatorios los realizó en aquella capital provincial. Se graduó como maestro de la enseñanza primaria (1904). Más tarde obtuvo los títulos de Doctor en Pedagogía (1918) y de Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana (1919). Posteriormente realizó estudios de Literatura Española en la Universidad de Columbia (1928), en los Estados Unidos de Norteamérica. Su labor docente la comenzó como profesor en la Escuela Normal de la ciudad de Matanzas, la llamada “Atenas de Cuba”, durante una buena parte de su juventud.
La proyección formadora y ético-moral de Vitier se vio fortalecida por su personal enfoque filosófico apreciado en personas poseedoras de la distinguida característica de los llamados “Maestros de Maestros”, capaces de sembrar entre sus alumnos las semillas de cubanía, conocimientos útiles y de extrema humanidad; atributos que ya se destacaban y marcaban pauta -en él- al presentar en un concurso auspiciado por el Colegio de Abogados cubanos, el ensayo (investigación) “Martí”. Por supuesto que se tuvo en cuenta por el jurado no solo su excelente obra, sino su ya sólida proyección política-literaria y como antecedente el estudio de su autoría sobre “José de la Luz y Caballero”, los que le abrieron las puertas para que fuese premiado por la referida institución (1911).
Ya en 1916, poseedor de cierta experiencia profesional y recursos financieros, funda el colegio “Froebel” en Matanzas, decisión que le permitió desarrollar a plenitud y sin impedimento formador alguno, sus nuevas ideas que constituirían -a su juicio- el camino adecuado en la formación de las futuras generaciones de jóvenes cubanos.
De igual forma, para el año 1919 comienzan a aparecer sus colaboraciones en la publicación El Fígaro y las revistas Avance y Cuba contemporánea. Posteriormente, sus artículos y ensayos periodísticos se extenderían hasta otros medios de divulgación masiva nacionales como El Mundo, Información, Diario de la Marina, Lyceum, El Tiempo, Revista Bimestre Cubana, Boletín del Archivo Nacional, Boletín de la Academia Cubana de la Lengua, Islas, Crucero, Revista Universidad de La Habana.
Las inquietudes políticas de Medardo Vitier las define cuando son conocidas las pretensiones del General-Presidente Gerardo Machado y Morales, quien se propone asumir un tercer mandato presidencial, mediante un dudoso mecanismo que le permitiese la prórroga de su poder. Vitier, como muchos jóvenes cubanos, firma el Manifiesto hecho público por los estudiantes universitarios, donde se condenaba semejante acto anticonstitucional e inmoral asumido por el referido mandatario cubano.
Al ser depuesto Machado (1933) y cesar la dictadura de este, los grupos de poder tratan de retornar el país a la calma, en busca del real establecimiento de una sociedad democrática, pero lo cierto fue que -con el paso del tiempo- Cuba aún se mostraba inestable económicamente, convulsa en lo social y tensa por los rejuegos políticos que hacían su aparición alternativamente, tanto grupos de la izquierda como de la derecha. Fue entonces que a Medardo Vitier se le propuso -y aceptó- el nombramiento de Secretario (Ministro) de Educación y Superintendente General de la Segunda Enseñanza en Cuba, cargos que desempeñó sin apartarse de su ideario formador, filosófico y humanista.
Consecuente con sus ideas de estimular -como educador- el surgimiento de nuevas generaciones de cubanos con patrones de conducta ético-morales y con sólida formación, no dirigidas solamente a los jóvenes estudiantes que eran sus alumnos, concluye en el año 1937 un libro que cumple con sus expectativas generalizadoras como formador de hombres y mujeres de su época y las futuras, que tituló: “Las ideas de Cuba”. Este texto fue premiado por la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación.
En 1941 obtuvo el premio “Justo de Lara”. Durante un largo período se desempeñó, además, como Inspector General de Escuelas Normales de Maestros y Director de Cultura.
En la década de los años cuarenta del siglo XX Vitier imparte docencia en la Universidad de La Habana. Asiste al Congreso de Academias de la Lengua que tuvo lugar en México (1951). En 1952 ocupa la Cátedra de Historia de la Filosofía en la Universidad Central de Las Villas, alternándolos con las conferencias de Filosofía que también impartía en los Cursos de Verano ofrecidos en las Universidades de La Habana, Nuevo México y Puerto Rico. En el concurso ofrecido en 1953 al conmemorarse el Centenario del nacimiento de José Martí, obtuvo el premio por el libro de su autoría titulado: “Martí, estudio integral”.
El estilo desarrollado por Medardo Vitier a lo largo de su vida (en las aulas como educador y en sus conferencias, libros, ensayos y artículos en los medios de divulgación masiva) oscila entre las dos proyecciones fundamentales que caracterizaron su actividad en general: el didáctico y el ensayístico. Para ello, utilizaba un discurso que mostraba enseñanzas, postulados y tópicos para reflexionar. Hacía gala, y no dejaba dudas ante los auditorios que le escuchaban, poseer una amplia cultura y profunda erudición, maestría y profesionalidad. Un ejemplo de lo que afirmamos, queda demostrado por el propio Vitier al definir qué constituyen para él las doctrinas, y cito:
“(…) Las doctrinas no generan la historia por sí solas, sí bien acuden, a veces en razón de verificar las zonas superiores del espíritu humano (…)”.
En la obra de Medardo Vitier no es frecuente tropezarnos con el problema de la formación nacional cubana como tema especial. Pero si lo consideramos, desde el punto de vista teórico-filosófico y pedagógico, el asunto está presente y reclama tratamiento especial por su importancia y reiteración.
Para él, lo cubano y la cultura generada por la compleja acción humana, en su totalidad, define a nuestros nacionales, cuando afirma que: “(…) la naturaleza humana es tan rica en cualidades y tan complicada, que necesita todos los cauces de la cultura para revelarse (…)”.
En 1948 las preocupaciones humanistas de Vitier y Guanche aparecen en un ensayo de su autoría titulado: “Notas sobre una formación humana”. Su finalidad estaba dirigida a enriquecer la integralidad y proyección del ciudadano, y cito: “(…) la bondad es genuina en el individuo, y el pensamiento crítico (del hombre) frente a hechos y doctrinas (…)”.
Lo cierto es que Vitier responde a una conducta muy propia del carácter socio-cultural y antropológico, en el cual él cree porque lo considera capaz de orientar la formación de los cubanos y que define -por convicción propia- como la esencia verdadera del hombre (como especie) honesto, digno, solidario y bueno.
En Medardo Vitier lo humano es resumen y guía de múltiples consideraciones éticas, estéticas, culturales y políticas. Es el hombre, en su plenitud humana, con acciones y comportamientos altruistas, lo que le permite elevar su perfectibilidad en busca de una sólida cultura de la razón y los sentimientos.
Para Vitier y Guanche la formación humana (que incluye la conciencia y la memoria histórica) forma parte de la persona humana, lo cubano. Es ella, encarnada en el sentido de la vida y apoyada en valores reales, quien debe presidir el proceso del desarrollo nacional; al igual que la tradición será el sostén del presente y la memoria histórica que lo actualiza y conduce en dirección al porvenir, cuando afirma que:
“(…) Amar la tradición no implica adherirse sistemáticamente a las normas de períodos que tuvieron sus problemas, muy diferentes a los nuestros (…)”.
“Significa sentir la continuidad de las altas aspiraciones humanas y reconocer que ya antes que nosotros hubo quienes se preocuparon por elevar la condición del país. Significa sentirnos ligados en el tiempo y en el propósito a una obra de salvación nacional, aunque con medios distintos, y significa, en fin, un tributo moral a la virtud de los antepasados”.
En sus estudios y para la comprensión de la existencia cubana del ser y su proyección hacia la actualidad existencial, Vitier no separa la historia y la cultura. Considera que el futuro humano y social, lo realiza el hombre en su mundo real y en sus aprehensiones teóricas y prácticas, la tradición influye con fuerza en el proceso mismo, cuando señala:
“De la tradición derivó Martí gran parte de su fuerza apostólica y de su seguridad en el destino de Cuba”.
La tradición no es solo recuerdo, es fuerza activadora de la acción humana. Sin ella, los pueblos son, añade Medardo Vitier: “(…) colectividades anónimas de la historia que están obligadas a un eterno comienzo”.
Y finalmente enfatiza: “(…) Martí realizó una Revolución consciente, porque se apoyaba en los antecedentes de la mejor tradición cubana, tanto en lo cultural como en los intentos reformistas y tratándose del 68, (se refiere al año 1868, n. del a.) en la voluntad de Independencia”.
“Él, a su vez se ha convertido en tradición, la alta, la pura, la perenne, porque a más de los episodios de nueva temporalidad, contiene la lección escrita capaz de vivificar virtudes dormidas. Y contiene más: la vida misma del hombre, su sentido de ciudadanía y de la misión humana en él”.
Medardo Vitier posee una amplia e importante obra literaria, filosófica, antropológica y educativa. Entre las más importantes debemos destacar, además de las puntualizadas al principio de este ensayo: “La ruta del sembrador, motivos de Literatura y Filosofía” (1921); “Varona: Maestro de Juventudes” (1936); “Enrique José Varona: su vida, su obra y su influencia” (realizada conjuntamente con Elías Entralgo y Roberto Agramonte, 1937); “Las ideas en Cuba” (1938); “La lección de Varona” (1945); “Del Ensayo Americano” (1945); “La Filosofía en Cuba” (1948); “Martí, estudio integral” (1954); “José de la Luz y Caballero como educador” (1957); “Kant, iniciación en su Filosofía (1950); “Valoraciones I y II” (1960-1961), entre otras.
Cuando investigamos en profundidad los aportes generales de Medardo Vitier y Guanche a la educación, la cultura, la filosofía, la antropología y el humanismo; el estudio nos lleva a un resultado final que requiere profundización en toda su extensión, por la riqueza general que nos aporta.
Análisis y resumen certero, preciso y abarcador acerca de Medardo Vitier, nos lo ofrece el también intelectual cubano Salvador Bueno cuando afirma que:
“(…) podríamos dividir su producción en tres temas principales: primero, la preocupación hacia la vida intelectual cubana del siglo XIX, especialmente sobre la figura de Enrique José Varona; segundo, su atención a las letras hispanoamericanas, con preferencia hacia su novelística y su ensayo y; por último, su interés por temas filosóficos relacionados con la vida humana, su formación ética y sus índices de conducta”.
La obra de Medardo Vitier es considerada como su herencia legada a las generaciones de cubanos de su tiempo, las actuales y, sin lugar a dudas, a las futuras que deberán ir unidas a su visión de encausar la identidad cultural cubana. Vitier fue un filósofo que sistematizó la historia de la filosofía nacional y aceleró, en Cuba, el desarrollo de la filosofía en general.
El pensamiento filosófico-humanista de Vitier y Guanche incide, profundamente, en las raíces de esa dualidad conocida por “idea-conocimiento” ontológico y gnoseológico al prestar atención al cosmos humano. En su ensayo: “Notas sobre una formación humana” (1948) precisa los objetivos esenciales dirigidos a cultivarla cuando afirma:
“(…) la bondad genuina en el individuo y el pensamiento crítico se enfrenta a hechos y doctrinas (…).
Sobre este tema Vitier publicaría en 1951 su ensayo titulado: “Fines de la Educación”, en el cual ofrece una visión panorámica de la misma y aborda conceptos básicos acerca de la educación, la idea del progreso, la cultura y otros temas no menos importantes.
Las proyecciones fundamentales de Medardo Vitier acerca de la cultura las podremos resumir en el párrafo que sigue, cuando sentenció categóricamente:
“Sus aplicaciones han sido intelectuales. No hemos manejado ese concepto con referencia a la ética. El idioma registra ese fenómeno. Leemos y oímos: cultura literaria, científica, jurídica, artística (…). Apenas se dice “cultura moral”. Cuando en realidad una cultura moral en el hombre lo prepara para la vida y para la convivencia social.”
Sobre el tema, el Dr. Rigoberto Pupo y Pupo afirmaría: “La cultura en Vitier integra las múltiples facetas de la existencia del hombre, no la identifica con el conocimiento, y sí con la sabiduría, cuando se entiende esta como unión del saber y sentir, como unidad de sentimiento y razón, como actitud, en fin, como eticidad concreta, plena sensibilidad para encontrar y hacer transparente bondad, verdad y belleza en el hombre”.
Vitier y Guanche alimentó con honores la tradición del pensamiento cubano. Su ilustración lo calificaba como un intelectual de pensamiento amplio, profundo y de elevada cultura. Su dominio de varios idiomas, tales como: inglés, francés, alemán, griego y latín clásico, sobre todo, estos dos últimos, le abrieron las puertas y aportaron fuertes soportes a su formación integral; pero que, además, le permitieron investigar profundamente a destacadas figuras nacionales de extraordinario y reconocido prestigio (Luz y Caballero, Félix Varela, Enrique J. Varona, José Martí…) y mantenerse actualizado en las corrientes del pensamiento universal occidental. Su estilo de investigador insaciable, la fina agudeza de sus ideas, la elevada sensibilidad humana que mostraba en sus estudios, lo consagraron como un filósofo interdisciplinario que buscaba los vínculos de la Filosofía con la pedagogía y viceversa. Esta afirmación queda demostrada con la publicación de los ensayos del propio Vitier, titulados: “Notas sobre la formación humana” y “Fines de la educación”.
De cierta manera esta labor interactuante defendida por Vitier durante años entre la filosofía y la pedagogía, propició la aparición de otras obras de excelentes autores especialistas en la materia que contienen las elaboraciones teóricas más acabadas sobre las cuestiones esenciales de la educación y la pedagogía como ciencia; y que vieron la luz a través del pedagogo cubano Dr. Alfredo M. Aguayo con su libro “Introducción a la Filosofía de la educación” (1932) y el del Dr. Diego González, tituladado “Filosofía de la educación” (1947) que se convirtieron en libros de textos fundamentales y de consultas para los estudiantes que cursaban estudios en la Universidad de La Habana y otros centros superiores especializados del país.
Medardo Vitier y Guanche estudió a fondo y llegó a dominar casi de manera absoluta la obra martiana porque estaba convencido que nuestro Apóstol y Héroe Nacional se había convertido en faro de luz y guía del pueblo que lo vio nacer y que, al morir Martí, otros cubanos dignos tendrían que retomar sus banderas y relanzar la obra martiana con destino al pueblo cubano. Una reflexión de Martí califica esencialmente el tema que tratamos en ese ensayo que vincula la Filosofía con la Pedagogía y la Educación Moral, que expresa:
“(…) Por educación se ha venido entendiendo la mera instrucción, y por propagación de la cultura la imperfecta y morosa enseñanza de modos de leer y escribir. Un concepto más completo de la educación pondría acaso rieles a esta máquina encendida y humeante que ya viene rugiendo por la selva, como que trae en sus entrañas los dolores reales innecesarios e injustos de millones de hombres (…)”.
En “Fines de la educación”, Medardo Vitier expone que: “(…) Una escuela con voluntad iluminada para fines certeros salvará la nación (…)”. Con esta declaración de principios, concreta y precisa y que no admite interpretaciones, Vitier ratifica la esperanza que él depositó en el estrecho vínculo que debe existir entre filosofía, educación y cultura.
Además de los libros de Medardo Vitier ya mencionados, que escribió acerca de José Martí, existen varios más en su producción científica, literaria y filosófica dedicada a nuestro Apóstol, no menos importantes que los anteriores, como son: “Héroe Nacional”; “Martí, estudio integral” (1954); “Varona y Martí” (1960); “Martí y la tradición” (1960); “Martí, hombre de contenido múltiple” (1961); entre otros.
Medardo Vitier y Guanche falleció en la ciudad de La Habana, Cuba, el 18 de marzo de 1960.
Conclusiones
1. Medardo Vitier y Guanche fue un destacado intelectual de proyecciones especializadas múltiples: académico, filósofo, antropólogo, educador, escritor, periodista, ensayista y orador. Se le reconoce nacional y hemisféricamente como una de las personalidades intelectuales que acumuló elevados méritos profesionales y logró contribuir al enriquecimiento filosófico cubano en la primera mitad del siglo XX y la primera década de la segunda, realidad que le permitió, por derecho, formar parte del grupo de pensadores más prominentes de nuestro país.
2. La filosofía ético-humanista de Vitier y Guanche indudablemente recogió y se inspiró en el ser esencial cubano observado en su movimiento histórico-cultural. Ella nos revela con claridad meridiana las características de ese proceso en constante desarrollo y, al mismo tiempo, destacó las múltiples dimensiones en que se fundamentaron sus estudios. Reflexionó y propuso modificaciones en el presente de sus investigaciones con ímpeto y alcance hacia el futuro, analizando el pasado, pero sin detenerse en este.
3. Se apoyó en la obra martiana para calificar lo esencialmente humano. Con sus estudios, Vitier valoró la existencia de la cubanía como un proceso permanente de enriquecimiento humano. Su obra se proyectó hacia el desarrollo del hombre cubano y la sociedad que este puede y debe construir. Destacó el lugar que le corresponde a la educación en la formación humana y defendió su existencia como una manera capaz de desarrollar la sensibilidad de la persona que conllevaría a la aparición de valores intrínsecos superiores a los ya existentes.
4. La extensa y rica obra histórica, educativa, antropológica y filosófica de Medardo Vitier aportó, para las presentes y futuras generaciones de cubanos, un alto nivel de elaboración conceptual y metodológico acerca del hombre a formar; cuál debe ser el ideal de la educación y sus fines; así como el modelo de la escuela y el maestro que se requerirían para convertir en realidad esos propósitos.
5. Es preciso destacar que Vitier y Guanche logró con sus estudios y experiencia adquiridas, sistematizar la historia de la Filosofía cubana, dándole un enfoque integral que no deja de tener en cuenta el sistema de contradicciones en que se desarrolló la misma. Probablemente en ningún otro país latinoamericano se haya logrado discriminar con tanta claridad y seguridad.
6. Debe destacarse que el pensamiento de Vitier, en medio de sus investigaciones, evolucionó ante las variantes que fue descubriendo y que le permitieron, en diferentes ocasiones adelantarse, ingeniosa y responsablemente, partiendo de nuevas hipótesis y arribando a nuevos conceptos y principios. Sus conclusiones están recogidas en sus proyectos y textos acerca de la educación, titulados: “Fines de la Educación” y “Notas sobre una formación humana”. Ambos libros constituyen la esencia del nuevo pensamiento cubano en las disciplinas de la Filosofía y la Pedagogía. En ellos define el valor de la educación, el camino más seguro para solucionar las deficiencias de la sociedad y, en particular, denuncia aquellos en que -consciente o inconsciente- se incurre en Cuba.
7. El aporte más importante que, a mi juicio, hace Vitier a la Filosofía de la Cultura, se fundamenta en el desarrollo de la necesidad de cultivar los sentimientos, la praxis (práctica), el conocimiento, la sensibilidad humana y la comunicación, entre otros. En suma, se deben tener en cuenta los aportes que nos brindan los conceptos y experiencias espirituales y materiales creados por el hombre como especie. Por todo lo recogido en las anteriores conclusiones, consideramos que es justo calificar a Medardo Vitier y Guanche como el gran teórico del Ensayismo Filosófico Latinoamericano.
Bibliografía
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5. Tesis para Doctorado de Eloina, Núñez López. “El pensamiento filosófico-humanista de Medardo Vitier”.
6. Núñez López, Eloina. “Recepción de la obra martiana. Una mirada desde Medardo Vitier para el siglo XXI”. Internet. Oct. 2011.
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13. “Las ideas en Cuba. La filosofía en Cuba”. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 2002.
Héctor Maseda Gutiérrez (La Habana, 1943).
Ingeniero electrónico de profesión.
Miembro de Número de la Academia Cubana de Altos Estudios
Masónicos.
Gran Inspector General de la Orden Masónica, grado 33.
Uno de los 75 presos de conciencia del 2003.
Agencia DECORO.