Entre los cubanos es muy conocida la frese, “comes o construyes”, porque sin duda ambas cosas no se pueden hacer al mismo tiempo. El tema de la vivienda es, al igual que otros tantos temas, muy complicado en Cuba, en un mismo hogar viven hasta cuatro generaciones producto a los altos costos de compra de una vivienda, de alquiler o construcción del domicilio.
A pesar de esta situación, la necesidad de tener un hogar donde independizarse, compartir, conversar, reír, crecer, se hace imprescindible, por lo cual son muchos los esfuerzos que la familia cubana hace para conseguirlo.
Los salarios promedio en Cuba son de 500 pesos, los cuales no alcanzan para comprar la comida del mes, que es en esencia para lo que trabaja el cubano de a pie, para comer; por lo que no es suficiente para construir cuando los materiales que se necesitan para una obra de construcción tienen un costo bien elevado.
Cuando te acercas o conoces a una persona que está en construcción solo escuchas lamentos, “¡qué caro esta todo!”, “me falta esto o aquello”, “me demoro para terminar la obra”. Eso sin contar la mano de obra que es otro dineral.
No se trata de una construcción majestuosa de muchos metros cuadrados, en las zonas más céntricas, para nada ¡y no porque este mal aspirar a eso! pero el cubano de a pie pretende al menos tener un hogar pequeño, sencillo, con las condiciones básicas para tener una vida más tranquila y cómoda.
Podrían preguntarse cómo a pesar de todas estas dificultades se construyen nuevos hogares. Producto a la migración que ha sufrido la Isla, son muchas las familias que reciben remesas familiares y alivian su sustento. Por otro lado, el cubano vive resolviéndolo todo y pagando a plazos muchas de las cosas que consigue en el mercado negro.
Precisamos cambios que faciliten la subsistencia de los ciudadanos.
Rosalia Viñas Lazo (Pinar del Río, 1989).
Miembro del Consejo de Dirección del CEC.