Hoy en día es cotidiano el “buceo” en contenedores y vertederos de basuras, labor que se realiza por personas que hurgan entre podredumbres, moscas, fetideces. “Bucean” hasta los fondos de los depósitos de todos los tamaños, en todos los lugares para encontrar cualquier cosa, algo que les sirva.
El fin esencial es “pescar” envases vacíos como: latas de refrescos y cervezas, botellas de cristal, plásticos, algún pedazo de cartón o cajones, papel, tablas, clavos o productos comestibles que, aunque desechados, parezcan estar bien; los que pueden ser: panes, verduras, carnes o embutidos, para aprovecharlos para el consumo animal o de las personas también.
Así colectan otros objetos como chasis de radios de grabadoras y computadoras, pedazos de hojalata, aluminio, hierro o cobre. Rescatan calzados viejos para aprovechar las suelas o la piel o para continuar usándolos. También les sirven pedazos de cristales rotos, espejos viejos, envases de perfume, marcos de madera o plásticos, bolsas de nylon que friegan y reciclan.
La edad de los “buceadores” está comprendida desde ancianos hasta niños de cualquier edad fundamentalmente varones, aunque existen mujeres “buceadoras” también, todos armados de bastones, ganchos, jamos, pinchos o arpones. Además llevan bolsas, jabas, sacos o jolongos para depositar la “pesca”. Algunos disponen de carruajes de una, dos o cuatro ruedas dotadas de una plancha o cajón (esos son los menos). Los que lo hacen en los grandes vertederos municipales lo realizan con arañas tiradas por caballos, estos abundan más en los grandes basureros.
En los grandes vertederos la labor es aún más notable y muchos recogen productos vertidos por almacenes de medicamentos, de comercios, almacenes de tiendas de productos desechados por deterioro o por cumplir su fecha de vencimiento para su uso o consumo.
He visto recoger puré de tomate enlatado y otros productos que luego consumen y venden a otros necesitados que lo adquieren a precios bajos.
Sé que ya se han realizado reportajes con testimonios de estos “buceadores” en la ciudad de La Habana, pero este fenómeno se ha venido extendiendo a casi todos los rincones de la Isla.
Todo esto parece ser producto del estado de deterioro de la economía y de las limitadas posibilidades que tienen algunas personas de hallar empleo decoroso a pesar de los esfuerzos que realiza la gestión de gobierno por lograr el empleo completo, que a veces se convierte en subempleo o en plazas disponibles con salarios que no cubren las perspectivas económicas de subsistencia de los empleados.
La reflexión a la que invito: ¿por qué aparecen reportajes televisivos con personas de otros países como demostración de que esto ocurre como muestra de pobreza y miseria, o como una necesidad para poder sobrevivir en sistemas neoliberales capitalistas? ¿Y aquí, por qué?
Humberto J. Bomnín Javier (Pinar del Río, 1944).
Licenciado en Español y Literatura.
Fue Director de la revista Vitral de 2011-2012.
Catequista y miembro de la Pastoral de Educación.