Ante la amenaza del huracán Irma, los cubanos nos apresuramos a tomar las medidas necesarias para minimizar los daños. La mayoría cumple disciplinadamente lo orientado por la Defensa Civil y las autoridades, que se movilizan rápidamente. Salvo algunas imprudencias, que siempre existen, el pueblo de Cuba coopera lo mejor que puede. La solidaridad es asombrosa, se preocupan unos por otros, las casas de mejores condiciones albergan a quienes lo necesitan y nunca falta una mano amiga. Todos tratamos de mantenernos informados. Hay mucha experiencia de ciclones anteriores en nuestro país. Las vidas humanas son la prioridad.
Pero la otra parte que vivimos los cubanos ante un huracán no es alentadora. Todavía hay familias que no han recuperado sus viviendas afectadas por fenómenos naturales anteriores. El “entra y sale” de las tiendas anuncia un gran desabastecimiento, por tanto, ni siquiera los que tienen mejor solvencia económica pueden satisfacer sus necesidades alimentarias o de otro tipo. ¿Dónde adquirir clavos, tablas, sogas, para asegurar las casas? ¿Cómo organizar un botiquín de primeros auxilios tan necesario en estos casos? Sin recursos ni provisiones no hay quien enfrente los embates de la naturaleza. Es nuestra realidad y no basta con desear que cambie, es nuestra responsabilidad hacer algo por ello.
Livia Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1971).
Licenciada en Contabilidad y Finanzas.
Miembro del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.
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