Aún cuando al entrar a una tienda estatal parece que todos los anaqueles están llenos, la mayoría de las veces no encontramos lo que específicamente buscamos, por muy sencillo que sea. Podemos estar hablando de papel higiénico, desodorante, un refrigerador, o un kilogramo de sal. Todo puede ser escaso en Cuba.
Las frases “hay de todo” o “no hay nada”, han perdido su sentido literal y han reducido su alcance a la oferta o no, de mercancías de gran demanda y poca disponibilidad. Largas colas, altos precios, especulación, tráfico de influencias y otros males, provocan descontento en los consumidores, que aún justifican la situación evocando causas superficiales: “Es que los revendedores se lo llevan todo…” “Es que no limitan a los compradores…” “Es que los empleados lo guardan para sus amigos” o simplemente “es que no ha entrado la materia prima para la fábrica del mercado internacional”. Son algunas de las justificaciones que, más que elaborar, repiten los ciudadanos reaccionando ante la falta persistente de cualquier cosa que buscan en los mercados en su mayoría, estatales.
Si bien estas justificaciones pueden servir para explicar un desabastecimiento coyuntural o de un producto en específico, resultan insuficientes para explicar tantos años en la misma situación. Espero que no estemos los cubanos muy lejos de aceptar de una vez la causa principal de nuestra insatisfacción: la escasez provocada por la ineficiencia crónica de la gestión económica estatal en Cuba. Solo aceptándola como nación, podremos superarla.
Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.
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