Madres escolapias durante la Misa.
Foto cortesía de El Pensador.
La gente sonríe y se saluda, continúan llegando. Faltan unos minutos antes de la hora fijada 7:00 pm del sábado 24 de junio del 2017. De repente se escuchan aplausos y una vez más aplausos. La gente sonríe satisfecha por la estancia de sus hermanas religiosas, las madres escolapias en nuestra tierra. Todavía se descubren los ecos de sus andares en estos veinticinco años. Estamos conmovidos a felicitarlas y compartir con ellas la sencilla celebración.
Hoy concurren niños, adolescentes y muchos jóvenes, adultos de todas las edades. Hay estudiantes y amas de casa, obreros y profesionales, cuentapropistas y maestros, intelectuales, gente sencilla y curiosa, gente de iglesia, de calle, gente agradecida, contagiada, gente de pueblo. Unos llegaron desde Quiebra Hacha, otros de Candelaria, Pinar del Río, una representación de la revista Convivencia, los hay de Artemisa, Guanabacoa, y por supuesto de Guanajay.
De un modo u otro han vivido, viven o gustan de vivir en comunidad con estas mujeres que enseñan y aprenden pronto a dar más. En esta noche las que han residido en Cuba durante esta segunda vuelta, están representadas por las religiosas Dulce, Elizabeth y Ana. Las dos primeras son mexicanas la otra es española. Pero hoy, de su comunidad escolapia las acompaña Flor Yolanda (mexicana), Georgina (cubana) y su superiora Patricia (Pati) también de México. Comienza la misa, la Eucaristía es presidida por el escolapio padre Víctor, párroco de Guanabacoa, quien lleva años en Cuba. Le asisten nuestro párroco Emmanuel, el sacerdote José de Candelaria, el padre Duvan de San Cristóbal y Cirilo párroco del Mariel.
Hay muchas interacciones, hablábamos, revivimos sus momentos, hemos compartido algunos. ¡Es cierto! Vemos espacios de formación humana o cristiana, con niños y adolescentes, con jóvenes. Parece que no han pasado esos años. Aunque sí, ¡Escuchen los murmullos y las risas! ¡Cómo han crecido! Ahora, de entre ellos hay muchachas y muchachos, jóvenes adultos y juveniles, pero continúan otros niños. Se siente el olor de la tierra, del fuego de campamento, el olor de la montaña junto a los scouts. Llueve en la noche, pero no se le teme a la lluvia, se disfruta. ¡Fíjense! esos rostros radian de alegría, se revive el Centro de Formación Cívica y Religiosa. Ahí, ellas colaboran también en el crecimiento de una diócesis, un laicado, una Iglesia pascual y la comunidad de Guanajay asume privilegios. Ahora aparecen otras iniciativas, Comisión de educadores, Escuelas de verano, hasta un denso cuaderno con contenido de valores se ha creado, lo hojean padres, estudiantes, maestros… más otras muchas páginas configuran ahora una revista de pedagogía, con sueños de hombres y mujeres tan cultos como libres, prefiere llamarse Mayehuta. Otra publicación ronda y cuenta entre sus contribuciones, es El Pensador, lleva por veinte años huellas del quehacer educador de ellas. Oímos de pronto más algarabía, es por la música, irrumpe una muchedumbre de mujeres que trabajan arte, familia, pan. Se revelan como Arcoíris, así se nombran: Arcoíris de Mujer y con dignidad cantan o venden para su comunidad, es su pueblo, su Iglesia, su hogar, de madres escolapias es hija y ahora hermanas en el andar, ahora cantan para ellas. Hemos visto huelgas, reparaciones, encuentros de familias, inspiración de catequesis, reanimación de las misiones, atención a enfermos, acompañamiento a cualquiera, caminar juntas. De aquellas otras hermanas, ni lo piensen, no traicionaron, solo recrearon otra vocación. Viven con nosotros. Todo junto y mucho más queda revoloteando en múltiples memorias, un conglomerado de cosas pequeñas también hablan de la educadora presencia de las escolapias en el amor a su Jesús eterno.
Se escucha, acerca de las hermanas, el pensamiento de Monseñor Siro, de Dagoberto Valdés, como no puede faltar el del escolapio Carreró. Otros hermanos opinan igual. Los jóvenes hacen teatro y se comparte un Key (cake), mientras se escuchan sus nombres, Lucy, Felicia, Ana María, Elizabeth, Flor, Tere, Rosalía, Claudia, Pati, Elvia, Juanita, Sonia, Ana, Dulce, Laura ¿Cómo olvidar a estas mujeres que siguieron o siguen el andar de aquella Paula Montal? ¿Cómo ignorar que unos cuarenta años no debieron faltar? ¿Cómo pensar un futuro sin su disposición amigable y solidaria maestría? Feliz año veinticinco de su segunda presencia en Cuba hermanas. Gracias por llegar, permanecer, involucrarse. Gracias.
José Antonio de la Rosa Díaz.
Laico católico de la Parroquia San Hilarión, abad, de Guanajay
Cofundador de la publicación El Pensador.
Provincia de Artemisa.
Diócesis de Pinar del Río.