Nicolás Heredia y Mota. Filósofo, político, escritor y orador, poeta y educador, ensayista y crítico literario. Nació en Bani, Santo Domingo (actual República Dominicana), el 20 de junio de 1855. Cubano por adopción desde niño. Falleció en los Estados Unidos de Norteamérica el 12 de julio del año 1901. Licenciado en Derecho y Filosofía y Letras. Miembro, a principios de su carrera política, del Partido Liberal Autonomista (PLA) para finalmente, en Nueva York, vincularse a los que defendieron la solución independentista. Concluida la primera guerra de independencia en Cuba (1868-1878) y con la implantación del Código Español de la Restauración que autorizó la libre asociación socio-política, una relativa libertad de prensa y opinión, la creación de partidos políticos moderados y la paulatina abolición de la esclavitud en la Isla; lo que trajo como resultado el surgimiento de una nueva generación de intelectuales (escritores, periodistas, oradores, críticos de arte, educadores…). Ello, a su vez, provocó la aparición de un número mayor de autores y consumidores de obras literarias y artículos e investigaciones periodísticas.
Indudablemente la efímera y conocida “paz del Zanjón” determinó el exilio de los principales líderes políticos y militares independentistas cubanos, realidad esta que produjo, dentro de la Isla, un vacío que poco a poco, fue llenado por las ideas progresistas no radicales de la nueva intelectualidad entre nuestros nacionales, concentrada principalmente, en La Habana. Este sería -y es justo reconocerlo- uno de los períodos más fecundos de la cultura nacional. Es cuando afloran, en la mayor de las Antillas, diversas opiniones socio-políticas, económicas y culturales en la búsqueda de ofrecer una salida a la encrucijada histórica en que se encontraba la sociedad colonial en Cuba. Precisamente y como parte de esta gran oleada de nuevos intelectuales progresistas nacionales, surge Nicolás Heredia y Mota, quien, con el tiempo, sería uno de sus más genuinos representantes. Cuando Cuba logró ser una república independiente, Heredia colaboró con Enrique José Varona en la reforma de la enseñanza en el país y ocupó el cargo de director de instrucción pública; así como la cátedra de literaturas modernas y extranjeras en la Universidad de La Habana durante la intervención norteamericana. Escribió ensayos y artículos de opinión en varias publicaciones y revistas; así como en el periódico “Patria”, fundado por José Martí. Entre sus obras literarias se destacan las novelas “Leonela” y “un hombre de negocios”, un libro de ensayos literarios titulado “Puntos de vista”. Realizó un estudio que identificó con el nombre de “La sensibilidad en la poesía castellana” y sus cuadernos que tituló “Crónicas de la guerra”, que determinaron su exilio hacia los Estados Unidos de América, al ser considerados los mismos por las autoridades coloniales españolas, subversivos. De igual manera se destacó como gran orador. Su sólida y refinada cultura le permitió elaborar discursos metódicos y sobrios, pero al mismo tiempo agudos, profundos y con solidez profesional en los temas abordados.
Muy pequeño aún, Nicolás Heredia llegó a la Isla acompañando a sus padres. Residió la mayor parte del tiempo en la provincia de Matanzas, la llamada “La Atenas de Cuba”. Fundó El Diario de Matanzas (1881). Posteriormente procedió de igual forma al crear el periódico El Álbum (1887). Obtuvo el premio de los Juegos Florales de esa culta provincia en 1882 con su novela “Un hombre de negocios”. Dedicó parte de su tiempo impartiendo clases para tener autonomía económica. Como muchos jóvenes de su época y edad viajaba frecuentemente de Matanzas a La Habana y viceversa.
Destacado colaborador de La Revista de Cuba, Revista Cubana y Cuba y América, entre otras publicaciones. Contrajo matrimonio con una hermosa y distinguida dama nombrada Malvina Crucet.
No debemos olvidar que Nicolás Heredia, además de reconocido político autonomista, excelente orador y gran educador, abarcó también importantes facetas de su vida como narrador valioso, periodista certero, ensayista riguroso, crítico literario profundo y poeta destacado. Con el tiempo se convertiría en una figura polifacética y descollante en el período enmarcado entre las guerras de independencia, junto a figuras como Ramón Meza, con su novela “Mi tío el empleado” y Esteban Borrero Echevarría y su “Lectura de Pascuas”. Max Henríquez Ureña, en su “Panorama Histórico de la Literatura Cubana”, señala que Heredia alcanzó un lugar prominente entre los novelistas cubanos; así como por su proyección de ensayista. Como ejemplo, Ureña destaca la obra de Nicolás Heredia: “Un hombre de negocios”, por emplear en esta obra, con elevada profesionalidad, recursos del Romanticismo llevado a la literatura.
Cintio Vitier, al hablar de Heredia, nos deleita al presentarlo con gran dominio de la Hispanología (estudio o tratado de la lengua española) representada en esos años de finales del siglo XIX. Para Vitier, Heredia, el autor de las novelas: “Un hombre de Negocios” y “Leonela”, “Puntos de vista” y “La sensibilidad en la poesía castellana”, se destacó como crítico agudo, personal y fino. Cintio considera que Heredia no colegió con el impresionismo, sino que fue realista y perspectivista.
Para muchos intelectuales cubanos y algunos foráneos de la época, Nicolás Heredia se había convertido en uno de los mejores novelistas del siglo XIX en Cuba. El crítico Roberto Friol afirmaba que: “las tres mejores novelas cubanas del siglo XIX, fueron, por su orden: “Cecilia Valdés”, “Mi tío el empleado” y “Leonela”, cuyos autores eran Cirilo Villaverde, Ramón Meza y Nicolás Heredia, respectivamente”. Y como novelas históricas puntualizó, entre otras, “Un hombre de negocios”, perteneciente también a la pluma de Nicolás Heredia.
“Leonela” es considerada por muchos críticos y especialistas la última gran novela cubana del siglo XIX, por su descripción costumbrista de la vida rural del hacendado, endulzada con un drama amoroso triangular entre dos hermanas y un oficial español y su trágico final. Pero también a “Leonela” Heredia le incorpora un desenlace epopéyico al concluirla con el Grito de Independencia en Yara y el repique de las campanas del ingenio de “La Demajagua”, que daría inicio a la primera guerra de independencia en Cuba (1868-1878).
Pero en “Leonela” se aprecia la visión económica por la que atraviesa Cuba. Heredia la tiene presente y hace mucho hincapié en la situación que presentan los ingenios azucareros de la región oriental de la Isla con una visión profundamente analítica que invita a la reflexión. En ella describe como en “(…) una lánguida supervivencia colonial la industria azucarera, endeudada y al borde de la quiebra, despiadada usura de los grandes comerciantes citadinos, miseria generalizada y posibilidad salvadora en el casi increíble ferrocarril, pero aquí la gestión para su construcción no partirá de criollos ilustrados como el Lugareño, aquí mediará un intermediario disfrazado de nuevo civilizador, de altruista promotor del progreso: el empresario agente de millonarios (…) a quienes servirá el control de la llameante, indispensable vía de comunicación con el mar, para dominarlo todo: bosque, ganado, azúcar, llanura, embarcadero, destino (…)”.
En una ocasión nuestro Apóstol, José Julián Martí Pérez, después de referirse a varios autores cubanos y sus obras, escribiría en el periódico Patria: “(…) Está entre nosotros acompañado de su elegante y distinguida esposa Malvina Crucet, el señor Nicolás Heredia (…). Patria que tiene para todo buen cubano lugar en su corazón, da la bienvenida cordial al orador que ante todo quiere la dignidad de su pueblo, al escritor correcto y caballero irreprochable, autor de “Puntos de Vista”.
Al inicio de la guerra de 1895, Heredia publicó su Crónicas de la Guerra en Cuba, cuadernos que suspendieron su circulación en la Isla las autoridades coloniales españolas por considerarlos subversivas, motivo por el cual se vio obligado a marchar al exilio acompañado de su esposa, ese mismo año.
Ya en los Estados Unidos de América Heredia se vinculó a los dirigentes independentistas cubanos. En la ciudad de Nueva York escribió artículos para el periódico Patria y pronunció varios discursos ante auditorios de cubanos que luchaban por la independencia de Cuba.
Lo cierto es que la lucha de los cubanos en los EE.UU. a favor de su independencia por estar encadenada Cuba a España, coincidió en el tiempo con un notable progreso de la prensa norteamericana y de la europea progresista, quienes mantenían en primera plana los sucesos que tenían lugar en Cuba en sus columnas periodísticas y relacionaban lo que ocurría en la Isla con lo sucedido en Santo Domingo, las guerras Carlistas, la represión en Marruecos y Filipinas…, aunque obviaba señalar que el general español Valeriano Weyler había visitado los Estados Unidos durante su Guerra de Secesión (1861-1866) y, como testigo, hizo pública su admiración por la política de “tierra quemada” empleada por el general de la Unión, Sherman, contra los sureños americanos, que dio lugar, a su vez, a que Weyler hiciera suya la táctica de “tierra quemada” y la “reconcentración” utilizada por su homólogo Primo de Rivera en Filipinas; ambas empleadas por Weyler en Cuba cuando fue enviado como Capitán General a la Isla.
Pero paralelamente a estos hechos, la Delegación Permanente de la República de Cuba en Armas, por su parte, contó con hombres emigrados en Tampa, Cayo Hueso y Nueva York, de la talla intelectual extraordinaria de Gonzalo de Quesada, Manuel Sanguily, Manuel de la Cruz, Nicolás Heredia y muchos más, que desarrollaron una labor permanente de divulgación, al mismo tiempo que solicitaban el reconocimiento del gobierno independentista cubano por el de los Estados Unidos de América.
Resulta interesante recrear un diálogo, en marco estrecho, que sostuvo nuestro Martí con Nicolás Heredia, algún tiempo después, acerca de los preparativos de la guerra de independencia de 1895. Al respecto, Heredia le expresó al Maestro que: “(…) No existían síntomas visibles en Cuba de las tempestades que él (se refería al propio Martí) soñaba”. A lo que este le respondió: “Pero Ud. me está hablando de la atmósfera y yo le hablo del subsuelo (…)”.
Por supuesto que la oratoria desarrollada en múltiples ocasiones por Nicolás Heredia y Mota en eventos políticos, culturales e intelectuales, gozó de la admiración, consideración y respeto de quienes le escucharon. Por ello me propuse traer algunos fragmentos del magistral discurso que expuso en el Teatro “Esteban” de Matanzas, ante un auditorio integrado en su mayoría por jóvenes políticos liberales, el 25 de marzo de 1892; por el tacto, la precisión en el lenguaje y la autoridad con que lo desarrolló. El mismo se encuentra recogido en “La oratoria de Cuba” (I y II. Evolución de la cultura. Vol. VIII. La Habana, 1928). Y cito:
“(…) Reclamamos (se refiere a las autoridades coloniales españolas) la parte de legalidad que se nos niega en nombre de un exclusivismo injustificable, hijo de aquella peregrina clasificación de los más y los menos españoles. Confiamos en el establecimiento de la autonomía, porque esa vendrá fatalmente a su hora, y no por la voluntad de los hombres, sino por una ley de gravitación inevitable (…) pedimos la igualdad en el voto, la identidad de derechos políticos con la madre patria, leyes previsoras a favor de la agricultura, la industria y el comercio, sin mutilar nuestra vida intelectual, porque los pueblos ricos y laboriosos son los pueblos inteligentes e ilustrados y (…) la descentralización verdadera (…) (que) es la libertad incorporada al suelo.
“(…) Y no se evoque el fantasma del anexionismo, porque el anexionismo ni es ni ha sido nunca enfermedad autonomista (…). La libertad por la paz y la paz por la libertad, tal es nuestro lema; con ambas surgirá un nuevo Estado de Derecho basado en la igualdad y la justicia y no en las deficiencias y en los privilegios absurdos del actual; tendremos el centro de gravedad político-social que aún no encontramos y se dispararán esos pronósticos sombríos que, como una nube negra, cruzan por el manifiesto, el cual, para valerme de una frase sintética y luminosa del señor Montoro (se refiere a Rafael Montoro), no es una amenaza, sino una profecía”.
Ya expresamos en el resumen de este ensayo, que Nicolás Heredia y Mota falleció el 12 de julio del año 1901, en los Estados Unidos de Norteamérica, rodeado de familiares, hermanos de lucha, amigos en general y personas que no lo conocieron en vida, pero que sí admiraban su obra político-literaria y educadora.
Dicho y recogido todo lo anterior acerca del patricio Nicolás Heredia, estima este autor ya es hora de arribar a las conclusiones generales:
- A Nicolás Heredia y Mota debemos considerarlo como uno de los grandes pensadores del siglo XIX. Su proyección intelectual así lo demuestra. Fue filósofo y poeta, escritor y educador, jurista y orador, politólogo y patriota cubano. Quien, en todo momento, realizó sus proyecciones públicas con modestia y honor, valor e hidalguía; profesionalidad e inteligencia, madurez y racionalidad. Su oratoria debe calificarse de rigurosa en los principios ético-morales y político-ideológicos empleados. Sus discursos políticos y académicos fueron puntuales, profundos y de un análisis y reflexión extraordinarios, pero, al mismo tiempo expresados en un lenguaje respetuoso, tolerante y responsable.
- El intelectual cubano Manuel de la Cruz, autor de la magnífica obra “Sobre Literatura Cubana”, afirmó: “Heredia perteneció a la ilustre estirpe del conquistador Pedro de Heredia, quien echó los cimientos de Cartagena de Indias y su familia produjo en Santo Domingo y en Cuba robustos vástagos (…)”.
(Continuará)
Estos trabajos sobre los Pensadores cubanos han sido escritos para la publicación “Misceláneas de Cuba” en Suecia. El autor y el director de dicha publicación, han autorizado para ser publicados dentro de Cuba en la revista Convivencia.
Bibliografía
- “Un hombre de negocios”. Nicolás Heredia. 1882. 2da. Edición. 1883.
- Discurso pronunciado por N. Heredia en el teatro “Esteban” de Matanzas, el 25 de marzo de 1892. Forma parte de la obra “La Oratoria en Cuba”. Vol. VIII, La Habana. 1928. Título de la análoga.
- “Puntos de Vista”. N. Heredia (artículos y conferencias). 1892.
- “Leonela” (novela). N. Heredia 1893, 1930 y 1972.
- “El dualismo autonomista”. N. Heredia. Conferencia. 1897.
- “Homenaje a José Martí”. N. Heredia. Varios discursos. 1897-1898.
- “Historia de la Literatura Cubana”. Tomo I. Año 2002.
- “La novela cubana del siglo XIX”. Roberto Friol. Letras Cubanas. 1980.
- “Nuestra opinión”. Ramón Meza. Letras Cubanas. Cultura en Cuba. La Habana. Editorial Pueblo y Educción. 1987.
Héctor Maseda Gutiérrez.
Uno de los 75 presos de conciencia del 2003. Agencia DECORO.