Nació en la calle Habana de la capital cubana el 7 de junio de 1812. Primer hijo de una distinguida familia. Contrajo matrimonio con Carlota Govín Marrero, con la que tuvo siete hijos. Dominó varias disciplinas del saber: catedrático, filósofo, científico, historiador, abogado, educador, escritor, periodista, y dramaturgo. Realizó estudios en el Real Seminario de San Carlos y San Ambrosio. Se graduó de Bachiller en Leyes y en la Universidad de La Habana, donde realizó estudios de Lógica, Metafísica y Moral, entre otros. Se graduó en Derecho Canónico (1837) y Civil (1838). Ocupó en el Real Seminario la Cátedra de Economía Política y en la Universidad la de Derecho Natural y de Fundamentos de la Religión. Fue, además, Decano de la Facultad de Filosofía y desempeñó la Cátedra de Filosofía del Derecho hasta 1862, en la que explicó el desarrollo de la Filosofía Moderna Alemana. Perteneció al Liceo de La Habana y en diferentes ocasiones fue presidente de su Sección de Literatura. Fue Director del Instituto de Segunda Enseñanza de esa ciudad. Miembro destacado y emérito de la Sociedad Económica de Amigos del País, por sus elevados méritos alcanzados con su investigación titulada: “Memorias sobre la exportación del tabaco en rama” y posteriormente elegido Director de la Cátedra de Economía de la referida Sociedad Económica (1841), así como Presidente de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba (1838). Fue, además, miembro de prestigiosas instituciones científicas como la Sociedad Arqueológica de Madrid, la Sociedad de Historia de Nueva York, la Sociedad Económica de Puerto Rico y la Sociedad Arqueológica Matritense. Participó brillantemente en la reforma universitaria (1842). Fue Concejal del Ayuntamiento de La Habana. Por firmar un documento pidiendo la autonomía para Cuba en unión de varios intelectuales criollos de reconocida filiación liberal, se vio precisado a emigrar a los Estados Unidos de Norteamérica en 1869, debido a la persecución policial de que fue objeto por parte de las autoridades españolas en la Isla. Retornó a Cuba en 1878, período de su vida que dedicó a una intensa labor divulgativa como escritor. Incursionó en los géneros de la investigación sociocultural y literaria, la novelística, el drama y los ensayos científicos. Intelectualmente brilló en las disciplinas del saber en que se proyectó. Sus obras vieron la luz en casi todos los escenarios divulgativos (periódicos y semanarios) de la época, entre los que debemos destacar: Bimestre Cubano, El Faro Industrial, Cuba Literaria, Revista de Cuba y Revista de La Habana. Entre sus obras más divulgadas debemos mencionar: “Elementos de la Filosofía del Derecho” conocida también como “Curso de Derecho Natural” (1857) y “Apuntes para la historia de las letras y la instrucción pública en la Isla de Cuba” (1859-1861). Durante su vida recibió numerosas distinciones científicas, entre otras, haber sido nombrado Miembro de Honor y posteriormente designado Socio Correspondiente de la Academia de Anticuarios del Norte de Europa (1845). En este ensayo recorreremos, multifacéticamente, su numerosa obra.
El biografiado utilizó con frecuencia varias combinaciones con las siglas de su patronímico: A.; A.B.; A. B. C.; y numerosos seudónimos como: Bibliómano, El Crítico Partiero, Un Ojeador de Libros, El Dr. Cándido Tijerita…
Antonio Bachiller y Morales falleció en La Habana, el 10 de enero de 1889. A su muerte, Martí lo calificaría de: “Caballero cubano, americano apasionado, cronista ejemplar, filólogo experto, arqueólogo famoso, filósofo asiduo, maestro amable, abogado justo, literato diligente y orgullo de Cuba”.
A Bachiller se debe el primer estudio bibliográfico metódico sobre las letras y la cultura en Cuba, al recopilar y publicar en tres tomos su obra “Apuntes para la Historia de las Letras y de la Instrucción Pública en la Isla de Cuba”, su más importante aporte como intelectual cubano.
Además, fue el primero en crear un catálogo con los libros y folletos aparecidos en Cuba cuando se introdujo la imprenta en esta colonia (1840). Este trabajo lo publicó entre 1859-1861. Por ser considerado un hombre de pensamiento enciclopédico dedicado al estudio de la bibliografía hispanoamericana y con méritos suficientes, se le concedió el título de “Padre de la Bibliografía Cubana”.
Su carácter de científico e investigador le permitió incursionar en estudios sobre la América precolombina. Abordó, además, investigaciones en los campos de la agricultura, la antropología, la educación, la cultura, entre otras líneas de trabajo. Prueba de ello la encontramos en su “Prontuario de la agricultura para el uso de los labradores y hacendados de la Isla de Cuba” que contó con el apoyo de científicos de la talla de Álvaro Reinoso y de Felipe Poey. De igual manera sus aportes a la enseñanza y la cultura fueron resaltados por pensadores como el Dr. José Manuel Mestre y Enrique José Varona. Colaboró en la confección de la “Gran Enciclopedia Americana” de Appleton. En 1872 publicó dos ediciones de la “Guía de la Ciudad de Nueva York”. Ya para 1875 hizo el prólogo a las obras del poeta cubano José María Heredia. Se convirtió en Miembro Honorario de la Sociedad Arqueológica de Madrid y de las de Historia de Nueva York y Pensilvania.
Su trabajo investigativo titulado “Apuntes para la Historia de las Letras y de la Instrucción Pública en la Isla de Cuba”, además de mostrar el interés intelectual del autor, destaca los aspectos más sobresalientes de la evolución de la educación en la Isla y constituyó el espacio justo para incluir en los catálogos que muestran el desarrollo de los impresos en la Perla del Caribe. Estas labores las realizó entre los años 1859-1861, cuando aún la nacionalidad cubana no había definido con precisión el espacio que la historia le reservaría y contribuyó a lo que posteriormente se identificaría como “lo nacional”.
No sería justo pasar por alto la investigación que acometió acerca del origen de la imprenta que trajo como resultado el primer impreso que hubo en la Isla de Cuba.
Su regreso a Cuba (1878) -después de concluida la primera etapa de la Guerra de Independencia- le permitió reincorporarse a varias instituciones culturales y continuó su ciclópea actividad como investigador multidisciplinario que, posteriormente, divulgó.
Como periodista y escritor, Bachiller y Morales siguió la línea trazada por la mayoría de los intelectuales cubanos en la primera mitad del siglo XIX, quienes colaboraban en las publicaciones de divulgación masiva para difundir sus conocimientos. Es necesario precisar que la Sociedad Económica de Amigos del País era una de las instituciones que promovía el desarrollo científico-cultural de la Isla, razón por la que Antonio Bachiller, como otras tantas personalidades de la época, se vinculó a ella.
Desarrolló durante años una labor periodística como redactor del Puntero Literario, La Siempre Viva, Faro Industrial de La Habana, La Serenata y varias revistas prestigiosas de arte, literatura, ciencia y otras ramas del saber. Fundó, adicionalmente, elRepertorio de Conocimientos Útiles. Colaboró también en las publicaciones El Siglo XIX y La Patria (México); Diario del Comercio(Brasil); Revista de España y De Indias del Extranjero (España); The Magazine of American History, Scientific American, El Nuevo Mundo y La América Ilustrada (EE.UU.).
Su labor literaria contó con las novelas “Matilde o los Bandidos de Cuba” y “La Habana en dos Cuadros”, aparecidas en El Aguinaldo Habanero (1837) y Faro Industrial de La Habana (1848). Participó en la confección de “Paseo Pintoresco por la Isla de Cuba” y en “Tipos y Costumbres de la Isla de Cuba”. Laboró como dramaturgo en “El Campamento de los Cruzados”, de Adolfo Dumas; la comedia “Los Celos Deseados”, de Jesús Stella. Participó, igualmente, en la “Guía de Fisiología e Higiene de los hombres dedicados a trabajos literarios”. Tradujo “Investigaciones sobre lo Físico y lo Moral”, de Reveille-Parisse, “Rudimentos de la Lengua Latina” y algunos libros de lectura para los niños americanos.
Sus trabajos como historiador y educador fueron destacados. Laborioso publicista cubano, se destacó por sus aportes a la historia de América antes del descubrimiento de este continente. Sus obras “Antigüedades Americanas” y “Cuba Primitiva” son prueba de ello.
Bachiller y Morales ejerció la docencia, como catedrático de Religión y Derecho Natural en el Seminario de San Carlos (1836) y de Economía Política en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana a partir de 1863, donde llegó a ser su director (1868).
Su proyección política le generó persecuciones por parte de la corona de España y sus representantes en la Isla de Cuba. Fue precisamente en la Sociedad Económica de Amigos del País donde se pronunció, por primera vez (1869), contrario al tráfico de negros esclavos traídos desde África. Este hecho, así como por ser vinculado a las protestas cívicas y patrióticas de jóvenes cubanos en el “Teatro Villanueva” y el “Café del Louvre”, le marcarían complejas experiencias en su vida, al ser calificado como un político sospechoso opuesto a España por realizar actividades patrióticas. Su casa y bienes personales resultaron allanados por el Cuerpo de Voluntarios español que, además, destruyó su valiosa biblioteca personal. No cabe duda que por su patriotismo innato supo aquilatar el momento histórico que vivía su patria y puso a disposición de esta su talento, experiencia y dedicación al encarar las urgentes demandas sociopolíticas que le exigía la misma.
Bachiller y Morales decidió, una vez iniciada la contienda libertadora por la independencia de Cuba en 1868, buscar otros medios alternativos de lucha que evitaran los sacrificios y penurias que demandaría a nuestro pueblo, la lucha armada contra la Metrópoli. De ese modo y unido a otras personalidades confeccionó un documento solicitando la autonomía de la Isla.
Esta, y sus anteriores actos patrióticos, fueron las razones de su forzosa salida de la Isla que se prolongó por diez años. Desde esas trincheras no dejó de escribir a favor de la patria en defensa de su libertad. Sus artículos relacionados con la Guerra de los Diez Años aparecerían en México, EE.UU., Brasil, Italia y otros países. Fue, en suma, un político liberal partidario de la unidad moral y de las razas.
La obra de Antonio Bachiller y Morales es inmensa. Constituye un legado intelectual multifacético para las generaciones presentes y futuras de cubanos dignos. Fue reconocido como un verdadero sabio no solo por su contribución y entrega decisiva a la búsqueda, procesamiento y salvaguarda de casi todas las publicaciones de la época, tanto de Cuba como de otros países en la región del Caribe y de Latinoamérica; sino por sus trabajos en las disciplinas de la Educación, Economía, Historia, Filosofía, Derecho, Literatura, Geografía, Antropología y Periodismo, entre otras, considerada de labor encomiable.
Perteneció a la égida de cubanos que tuvieron el privilegio de que sus trabajos fueran aceptados por instituciones prestigiosas tanto nacionales como extranjeras. Su huella quedó grabada por la inteligencia, actuación dinámica, dedicación, talento empleado y disciplina en todas las tareas que asumió. Buscó, en el origen de varias especialidades y con el empleo de sus conocimientos y vasta experiencia como investigador, la época y circunstancias en que vivió, las premisas que conformarían la identidad nacional, a pesar de que la mayoría de los habitantes de la Isla de Cuba con privilegiada posición socioeconómica, se consideraban españoles de ultramar. De ahí que Bachiller y Morales insistía en rescatar la “Historia Primera de Cuba”, no la de la Metrópoli colonial española.
Un pensamiento del propio Antonio Bachiller y Morales demuestra la fuerza interior que marcó su trayectoria terrenal y potencia psíquica y espiritual: “Si el amor de la patria es una religión para el sentimiento, las tumbas en que reposan sus buenos hijos son altares en que deben arder el silencio del reconocimiento que augura la inmortalidad del espíritu y que los animó perpetuando su memoria. Hoy tiene Cuba que agruparse alrededor de una de esas tumbas”. Evidentemente fue una personalidad que amó a su patria con ejemplar laboriosidad y total dedicación a la sabiduría.
Al ocurrir su muerte, el historiador cubano Dr. Emilio Roig de Leuchsenring declararía: “Ha muerto el patriarca de las letras cubanas”. En su honor se escogió la fecha de su nacimiento (7 de junio de 1812) como el Día de la Bibliografía Nacional.
De él destacaría nuestro José Martí: “No se trata solo de la trascendencia en la vida y obra del biografiado, que es inmensa, sino de sus conexiones con el quehacer cultural de su época, tanto de Cuba como de América y el resto del mundo”.
En la actualidad la Sociedad Cubana de Ciencias de la Información que agrupa a los especialistas vinculados a las actividades de la información científico-técnica y la Asociación Cubana de Bibliotecarios, han instaurado el sello conmemorativo “Antonio Bachiller y Morales” que se otorga a personalidades e instituciones, como reconocimiento por los méritos alcanzados en su contribución a las actividades de Informática y de los bibliotecarios.
Bibliografía
- Antonio Bachiller y Morales. “Antigüedades americanas”. Real Sociedad Económica de Amigos del País. 1845.
- Antonio Bachiller y Morales. “Memoria sobre el establecimiento de un Banco Agrícola e Hipotecario”. 1847.
- Antonio Bachiller y Morales. “Prontuario de agricultura general para el uso de los labradores y hacendados de la Isla de Cuba”. 1856 y 1882.
- Antonio Bachiller y Morales. “Elementos de la Filosofía del Derecho o curso de Derecho Natural”. 1857.
- Antonio Bachiller y Morales. “Cuba primitiva. Origen, lenguas, tradiciones e historia de los indios de las Antillas Mayores y las Lucayas”. 1880, 1883.
(Continuará)
Estos trabajos sobre los Pensadores cubanos han sido escritos para la publicación “Misceláneas de Cuba” en Suecia. El autor y el director de dicha publicación, el Sr. Osvaldo Alfonso, han autorizado para ser publicados dentro de Cuba en la revista Convivencia.
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Héctor Maseda Gutiérrez.
Uno de los 75 presos de conciencia del 2003.
Agencia DECORO.