Modelos de economía. Características y posibilidades

Por José A. Quintana de la Cruz
 
Jose Antonio Quintana expone su presentación en el panel inicial del primer encuentro del Centro de Estudios Convivencia. Foto de Juan Carlos Fernández Hernández.

Jose Antonio Quintana expone su presentación en el panel inicial del primer encuentro del Centro de Estudios Convivencia. Foto de Juan Carlos Fernández Hernández.

Quiero comenzar estos comentarios declarando que no hablaré de lo que deseo o prefiero sino de lo que creo inevitable, posible o probable. De modo que mantendré, con respecto a mi objeto, el mismo distanciamiento objetivo que dicen los periodistas tener con respecto a los suyos.

 

 

También deseo declarar que haré abstracción de los vínculos necesarios que los modelos de economía tienen con la democracia, el Estado de Derecho, la seguridad ecológica y la soberanía nacional, en provecho del análisis económico.

 

Esencialmente, solo hay dos modelos de economía: la economía de mercado con propiedad privada sobre los medios y recursos económicos, y la economía centralmente planificada con propiedad social, sobre esos medios administrados por el Estado, lo que muchas veces termina en posesión.

 

Todos los demás modelos son combinaciones o variantes de los anteriores. Combinaciones son las economías mixtas en que tratan de convivir el mercado y la planificación y a veces conviven. Variaciones son los cambios formales en uno de los dos modelos esenciales.

 

En Japón, el Estado construyó deliberadamente el capitalismo, consensuó estrategias con los capitalistas y desarrolló la economía a partir de la reforma agraria más radical de la historia. No permitió indiscriminadas inversiones extranjeras y por algún tiempo copió, más que creó técnicas y tecnologías. Es una variante dentro del modelo de economía de mercado.

 

Modelos ha habido muchos. Pero la mayor parte de los mismos son irreplicables. Sirvieron a uno o varios países en una época. No se debe tratar de copiarlos. Alemania, Inglaterra, Suecia y otros Estados europeos tuvieron modelos de desarrollo que se basaron primero en la exportación de alimentos y materias primas. Enseguida sustituyeron estos por productos intermedios y luego por bienes de capital y producciones químicas. En 1900, todos exportaban básicamente alimentos y materias primas. En 1959, más del 50% de sus exportaciones eran bienes de capital, plantas, equipos. ¿Puede hacer eso Cuba hoy?

 

Es otra época y otra latitud. Ahora la informática y la biotecnología, las nanociencias y la microelectrónica son bienes de capital. Cuba debe encontrar su modelo.

 

Un modelo bueno es aquel que sirve para explotar exitosamente las potencialidades de crecimiento de la economía para beneficio de la persona humana. El buen modelo tiene que adecuarse a:

 

– la estructura económica del país,

– los recursos naturales,

– la posición del País en la división internacional del trabajo,

– una estrategia que mueva todo lo anterior con eficacia y

– una tasa de crecimiento ambiciosa, objetiva y sostenible.

He caracterizado a grandes rasgos cuatro escenarios:

 

El primero existe en el espacio y el tiempo de la nación reminiscentemente. Se trata del modelo de economía centralmente planificada y propiedad social poseída por el Estado que acaba de fracasar. Modelo en el que el Estado tiene el monopolio del comercio exterior y de la Banca y en el que las inversiones extranjeras son muy limitadas y compartidas con el Estado. Es el modelo sobre cuyos fundamentos o sobre cuyos escombros o sobre ambos, se erige el siguiente escenario.

 

El segundo escenario se trata de una situación a la que otorgo probabilidad 1 sencillamente porque ya existe. Es un hecho consumado en movimiento. Es el llamado proceso de actualización. Se caracteriza por:

 

– planificación centralizada más flexible (algunos islotes económicos fuera de las directivas),

– monopolio del comercio exterior,

– propiedad estatal que producirá el 50% del PIB,

– propiedad privada (nanoempresas, microPYMES) producirá el 50% del PIB,

– inversión extranjera acotada por la ley y limitada por la estrategia de crecimiento,

– presencia limitada de la banca extranjera y

– flexibilización de la banca nacional.

 

Creo que este modelo aún impreciso y no conceptualizado, se definirá en 3 años y consolidará en 5 años.

 

La tercera situación o escenario, a la que otorgo una probabilidad de 0.8, realizable dentro de 10 años, será una consecuencia obligada de la evolución del escenario actual y de las circunstancias que creará con su desarrollo. Parece ser algo inevitable. Sus características serían las siguientes:

 

– planificación indicativa. Consensos de los sujetos económicos concurrentes (incluye empresas estatales),

– empresas de propiedad diversa en todas las escalas,

– preponderancia de las empresas privadas en la creación del PIB,

– comercio exterior no monopólico pero regulado indirectamente a través de: tasas de cambio especiales, aranceles, medidas fiscales, permisos especiales, etc.,

– empresas públicas. Existencia de Bolsa de Valores y

– presencia de la banca internacional desplegada.

 

El cuarto escenario al que le otorgo una probabilidad de 0.5 cumplible en 15 o 20 años, es el que se caracteriza por:

 

– propiedad privada generalizada y preponderante,

– las leyes del mercado sustituyen a cualquier tipo de planificación y

– desregulación total de: comercio exterior, inversiones, movimientos de capitales, dinámicas de la fuerza de trabajo, presencia de las transnacionales, fuertes y con tendencia a la hegemonía.

 

Cualquiera de los anteriores modelos u otros que se puedan constituir o diseñar, tendrán que hacerse cargo del desarrollo del país para el bien de todos y para situarlo dignamente en el concierto de las naciones libres.

Para ello tendrán que valorar el papel primordial del comercio exterior. Sobre todo en los años del despegue. Asumir conscientemente que Cuba es una economía sensible a las importaciones y sin una base exportadora fuerte y consolidada. Que se precisan fuertes inversiones y no de cualquier tipo. Se necesita acumular inversiones en diez años del orden de los 40 mil millones de pesos (dólares) repartidos como promedio a 4 mil millones por año. Quizás estas inversiones, si creemos en el multiplicador de Keynes y dada la alta propensión marginal a consumir, sobre todo en los cinco primeros años del despegue, posibilite establecer una tasa de crecimiento de 6 o 7 % anual. Con una tasa de 6 % no se duplica el PIB en 10 años, aunque se incrementara el producto interno por habitante, no mucho. La tasa del 7 % casi dobla el PIB en 10 años. Sería lo mínimo que se pudiera esperar de un modelo exitoso. Habrá que decir, de cara al desempleo que surja como consecuencia de medidas de eficiencia, si las inversiones son intensivas en capital o en fuerza de trabajo o ambas. Habrá que diseñar la estructura del financiamiento para el crecimiento, es decir, préstamos a largo o corto plazo, ayudas, donaciones, inversiones directas, etc.

 

Todo esto tiene ventajas y peligros a evaluar con responsabilidad y conocimiento.

 

Es obvio que en dos días no se puede hacer todo esto, pero debemos saberlo y ponernos en marcha, con la ayuda de todo el que, con conocimientos profundos de estos temas, nos tienda una mano de amistad respetuosa a los intereses legítimos de la nación cubana.

 

Muchas gracias.

José A. Quintana de la Cruz (Pinar del Río, 1949).

Economista jubilado.

Médico Veterinario.

Reside en Pinar del Río.

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