Poesía – Toca al corazón que late

Por Nilo Julián González Preval

 
La oscura servidumbre
 
Siempre fui negro y no lo sabía,
es difícil vivir en la inconsciencia.
Ahora que lo sé,
puedo decirlo mirando a los ojos de quien escucha:
-¡Soy negro, negro, negro!
¡Soy negro, negro, negro!
Como la selva, como la noche, como la vida.
Cuando era pobre y no lo sabía,
todo parecía estar bien.


 

Por Nilo Julián González Preval
 
Poemas inéditos, pertenecientes al quinto libro del autor Nilo Julián González Preval
Selección y edición por Maikel Iglesias Rodríguez
 
 
La oscura servidumbre
 
Siempre fui negro y no lo sabía,
es difícil vivir en la inconsciencia.
Ahora que lo sé,
puedo decirlo mirando a los ojos de quien escucha:
-¡Soy negro, negro, negro!
¡Soy negro, negro, negro!
Como la selva, como la noche, como la vida.
Cuando era pobre y no lo sabía,
todo parecía estar bien.
Un Dios había dicho,
que así sea
y muchos de nosotros le creímos.
Había que matar negros, amén.
Había que odiar negros, amén.
Había que estar de rodillas, amén.
Un día vinieron a matar blancos,
blancos que con su Dios
calcinaron hijos, esposas, familias enteras,
que mataban negros, amén.
Que mataban negros, amén.
Que mataban negros, amén.
Que mataban Dioses, amén.
Es difícil vivir en la inconsciencia,
ahora que lo sé puedo decirlo.
Yo también era esclavo.
 
 
Violencia cero
 
¡Baja el arma, colega!
¡Baja el arma!
Soy trabajador de una empresa, no tu enemigo.
Soy campesino, no tu enemigo.
Obrero de una fábrica, no tu enemigo.
¡Baja el arma, colega!
¡Baja el arma!
¡Baja el arma, colega!
¡Baja el arma!
Si se trata de morir,
no vale la pena morir con esta hambre,
en esta soledad,
entre tanta miseria,
para que ellos tengan mañana una noticia
con la cual disfrutar de sus cafés.
 
 
Monólogo escolar
 
Dice mi mamá que los monstruos no existen. Eso es mentira, porque mi mamá, está muerta. La mató mi papá de un golpe contra el refrigerador chino. Yo pensaba que las muñecas tenían la fuerza suficiente, pero no es así; los vendedores de juguetes de la tienda Carlos Tercero, deberían decirles la verdad a los niños. Ninguna muñeca te va a proteger contra un hombre alcohólico, una madre con miedo y desesperanza, una familia dividida, alejada por ideologías y religiones. Los vendedores de juguetes deberían decirles la verdad a los niños, como el doctor le dijo a la policía: “…hay pocas probabilidades de que sobreviva. Los traumas en el cráneo y el cerebro son muy severos. Aún continúa el sangramiento y, a esa edad, es muy poco probable que pueda salir del coma.”
 
 
A un metro sobre el Infierno
 
A pesar de su verticalidad
el edificio multifamiliar donde vivo
reproduce algunas características de los barrios
más allá del horizonte.
Sobre el balcón de la casa
los muchachos y muchachas de pieles más claras
hacen lo imposible por obtener un título universitario,
la familia los apoya en esto
con todas las herramientas a su alcance.
Roban, mienten y trafican;
los que no, pasan hambre y sacrifican sus cuerpos
ante la cruz del futuro.
Virgen María llena eres de gracia,
mientras el toque de campanas se eleva al cielo,
el Señor es contigo siempre que venga en carro.
Justo bajo el balcón de mi casa
palomas y santos se hacen señas
sobre la tendedera doblada por el peso de pañales
y ropa de hijos sin padres o acaso lejos de sus hijos,
sin más esperanza que ver
novelas ilegales y vender ron al menudeo.
Más abajo a los pies del césped,
a un metro sobre el Infierno,
los niños negros corretean y lloran llenos de flema
mientras sus madres esperan -sentadas en un banco
como si fuera un andén al pie de la acera-
envueltas en perfumes azucarados y llenas de rímel,
a que el marido de turno las tome,
les traiga algo de dinero
o las golpee con vapores de alcohol.
Virgen María llena eres de gracia
mientras el toque de campanas se eleva al cielo.
El Señor es contigo siempre que venga en carro…
 
 
Toca al corazón que late
 
Toca al corazón que late
al corazón que se renueva,
este amanecer es diferente,
los poros de tu piel respiran,
gotas de oxígeno en tus pupilas,
en tus labios palabras secretas,
flores de un cristal
en el polvo del miedo y la tristeza.
Toca el corazón que late y se renueva,
ese corazón del mundo sin temores,
toca el corazón que late y dile un nombre,
un adivino de mitades,
multitudes de amores en secreto.
Toca al corazón que late,
dile una verdad, un espejo, un hombre,
un dorado despertar desde la duda,
una ola magnífica que abra esta ciudad
como un coral de voces,
millones de seres renovados.
Toca al corazón que late,
toca al corazón que late,
toca al corazón que late.
 
 
Hechizos, talismanes y conjuros
 
De todos los embrujos conscientes e inconscientes
con los cuales la mitad de mi barrio
me ha prodigado en estos años,
ninguno es más eficiente que mi Novia.
Ella la única sin cuerpo que admirar
de toda la comarca,
me calienta en las noches de invierno,
hace la papa necesaria,
cuida la sal y el aceite,
cruza con remiendos mis abrigos,
es una espanta suegras consumada,
cala el kilo,
me desnuda el sueldo,
sabe decir que no y no y no
aunque yo quiera sí y sí y sí.
Ella la única,
tiene un embrujo exclusivo por costumbre,
un beso de miel cada mañana.
 
 
La historia está llena de miedos y quizás
 
Cada cierto tiempo
los oficiales de la policía política
vienen a mi casa,
mi esposa y yo acostumbrados a esas bajezas humanas,
miramos en silencio a los ojos
de quienes tratan de intimidarnos,
con la sangre de nuestras venas,
con noches de calabozo,
con días de golpes en cada esquina,
con gritos de abajo y morirán.
Cada cierto tiempo los oficiales de la policía política
visitan la casa de mis amigos,
sus esposas y ellos acostumbrados a esas bajezas humanas,
miran en silencio a los ojos
de quienes tratan de atemorizarlos,
con la sangre de sus venas,
con noches de calabozo,
con días de golpes en cada esquina,
gritos de abajo y morirán.
Cada cierto tiempo
los oficiales de la policía política
visitan la casa de mis vecinos,
mi esposa y yo acostumbrados a esas bajezas humanas,
miramos en silencio los sucesos,
escuchamos después los comentarios.
Otros cubanos que tratan de intimidarnos,
con la sangre de nuestras venas,
con noches de calabozo,
con días de golpes en cada esquina,
gritos de abajo y morirán.
Cada cierto tiempo debo hablarles a mis hijos de la Patria,
recordarles cada detalle del surgimiento de esta Nación,
sus dolores más intensos,
la sangre que se derramó de nuestras venas,
las noches de cada calabozo,
los días de golpes en la esquina,
los gritos de abajo y morirán.
Y debo con dolor terminar con esta frase:
…la independencia está incompleta hijos míos.
 
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Nilo Julián González Preval (Cuba, 1967).
Pintor, dibujante, fotógrafo, grafitero, poeta, incursiona en el ensayo y es incansable performer vitae.
Ha ilustrado diversas revistas nacionales: Unión, Gaceta de Cuba, Bifronte, y publicaciones alternativas de Omni-Zona Franca, así como diversas revistas extranjeras.
Ha realizado varias exposiciones individuales y colectivas.
Curador. Trabaja el audiovisual.
Ha participado en el Festival Nacional de Hip Hop (1999-2004).
Es co-creador del Festival Poético “Poesía Sin Fin” (1999-2008).
Es fundador de Omni-Zona Franca.
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