Así está Cuba: ¿Por qué?

Por Luis Cáceres Piñero
 
 
Hace 20 años al acueducto de Pinar del Río no le faltaba el agua las 24 horas, no se necesitaba motor para elevarla, tampoco se cobraba. A partir de esta fecha ha ido deteriorándose, al extremo de que nadie sabe cuándo viene el agua ni tampoco hay quien lo explique, y siguen cobrando lo mismo por el servicio como si no faltara.
 

 

 
Foto de Yoandy Izquierdo Toledo.
 
 Hace 20 años al acueducto de Pinar del Río no le faltaba el agua las 24 horas, no se necesitaba motor para elevarla, tampoco se cobraba. A partir de esta fecha ha ido deteriorándose, al extremo de que nadie sabe cuándo viene el agua ni tampoco hay quien lo explique, y siguen cobrando lo mismo por el servicio como si no faltara.
 
Hace 10 meses fue publicado por el periódico provincial Guerrillero algo que llenó de esperanzas a unos cuantos lectores, (a mí no) y decía lo siguiente: “Un mantenimiento preventivo integral al sistema de acueducto en la capital está en ejecución y la conductora de 36 pulgadas que abastece la zona este de la ciudad es la primera en recibir los beneficios, gracias a la adquisición de nuevo equipamiento”; y continúa diciendo: “… actualmente brigadas de otros territorios apoyan las faenas lo que permite trabajar con mayor rapidez. Para la próxima semana están previstas acciones en la conductora de 30 pulgadas que abastece al centro de la ciudad, zona donde hay 50 000 habitantes”, y sigue: “Disponer ahora de retroexcavadora, equipos multipropósito, camión autocargable y compresor, les concede autonomía para la realización de los mantenimientos y reparaciones.”
 
Diez meses después de esta publicación, aquel que puede está pagando 200 pesos por el servicio de una pipa de agua ya que el preciado líquido ha faltado hasta por una semana, o más, dando lugar a la falta de higiene y al mal olor en algunos lugares de la ciudad. Cuando nos sorprende la llegada del agua se oye por todas partes un concierto de motores tratando de extraer desde los soterrados, viejos y deteriorados tubos de lo que fue un acueducto, el agua suficiente para que llene una serie de cisternas y tanques, los que se han convertido en un estorbo y antiestético artefacto en la mayoría de los hogares, patios, balcones y portales. Así transcurre la odisea del agua que viene y se va, hasta esperar un nuevo y repetitivo ciclo, con la única esperanza de que el próximo sea menor que el anterior.
 
En cuanto al esperanzador artículo de hace 10 meses, los que escriben estos y otros parecidos, quizás fueron engañados por otros, que a su vez fueron engañados y en su momento estos también fueron engañados por otros. Yo, de lo que leo, solo creo lo que veo.
 
Pasando de la falta de agua a la falta de casi todo, pongo a continuación un ejemplo de algo que publicó la mencionada prensa como encabezamiento de un artículo de Yolanda Molina Pérez titulado “La cuenta y el salario”: El hombre necesita, en primer lugar comer, beber, tener techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc. (Federico Engels).
 
Así ha querido, dicha periodista, encabezar su trabajo de opinión, con ese pensamiento de uno de los más ilustres pensadores comunistas. A continuación transcribo el fragmento con que ella inicia dicho trabajo: “El dinero no alcanza…, la vida está muy cara…, todo sube y el salario sigue igual. Como todos sabemos, esas son algunas de las mismas frases que, diariamente y en cualquier espacio, escuchamos entre cubanos. Ellas no son un estribillo ni un lamento ocioso, constituyen expresiones de inconformidad ante el creciente aumento de los precios, los bajos sueldos y la imposibilidad de satisfacer las más mínimas necesidades personales y familiares” (Guerrillero, 16 de mayo de 2014, página 3).
 
¿Alguien se ha preguntado después de tantos años el porqué?
 
Solo digo que el capitalismo hace mucho que no gobierna en Cuba.
 
Luis M. Cáceres Piñero (Pinar del Río, 1937).
Pintor. Reside en Pinar del Río.
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